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'Viñetas infernales', la alucinante historia del cómic de terror español

  • Pedro Porcel repasa cien años de sustos y escalofríos en el cómic patrio
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Viñetas de 'Drácula', de Fernando Fernández
Viñetas de 'Drácula', de Fernando Fernández

Tras sus grandes libros sobre el cómic español y su imprescindible repaso a la edad de oro del cine fantástico (Cine de terror 1930-1939. Un mundo en sombras (Desfiladero Ediciones), el escritor, historiador y periodista Pedro Porcel (Valencia, 1959) nos presenta un libro aún más ambicioso: Viñetas infernales. Cien años de cómic de terror (Desfiladero ediciones), en el que repasa la historia del cómic español del género en el Siglo XX, analizando títulos míticos como Dossier Negro, Vampus, Creepy, Vampirella o... ¡¡¿¿Roberto Alcázar y Pedrín!!??

"El libro es, como no podía se de otro modo, una suerte de continuación de mis trabajos anteriores sobre la historieta en España -asegura Pedro-. Si antes fueron monografías sobre el tebeo valenciano, los cuadernos de aventuras o los superhéroes de papel de por aquí, ahora le ha tocado el turno a todo lo que sea historieta de terror. Sólo española, ojo, por lo que quedan fuera algunas publicaciones difundidas en kioscos pero nutridas de material foráneo, como Sukia, Horror, Monsters y otros títulos de origen italiano muy populares en los últimos años del siglo".

"Y si me centro más en este, el siglo XX (aunque hago un repaso a las obras del género del XXI), es porque el tebeo como producto popular, con amplia difusión y tiradas, ya no existe hoy. Y a mí en esto del cómic, tanto como la vertiente artística, me interesa la historia social del medio, cuando las viñetas llegaban a todas partes y reflejaban -y se alimentaban de- la sociedad en que nacían. Algo que, independientemente de su calidad, ya no ocurre hoy ni con la novela gráfica ni con los fanzines del género".

Portada de 'Viñetas infernales'

Los orígenes del cómic de terror español

Pero... ¿Cuáles son los orígenes del cómic de terror español? "El terror propiamente español, antes del auge de la historieta, se nutre tanto de la tradición folclórica de brujas y almas en pena como del morbo y la ultraviolencia que romances y pliegos de cordel difundían antes de que existiesen los semanarios de sucesos, así como de una iconografía católica pródiga en mártires, tormentos y espeluznantes derramamientos de sangre que cualquier españolito de pie se encontraba cada vez que iba a la iglesia (algo obligado durante décadas, recordemos)", asegura Pedro Porcel.

"Pero de estas raíces apenas llega algo a la viñeta -añade el escritor-, las primeras historietas propiamente de miedo se publican en el TBO de los años veinte y son adaptaciones de textos literarios de Edgar Allan Poe o Maupassant, que curiosamente encontramos de nuevo medio siglo más tarde dibujados de nuevo en las páginas de revistas como Dossier Negro o Creepy".

Páginas de 'Viñetas infernales'

El terror en los cómics antes y después de la Guerra Civil

Antes y después de la Guerra Civil, los cómics españoles fueron influenciados por las películas de miedo de Hollywood: "Antes su influencia es escasa pero significativa, frustrada como todo por la Guerra Civil -nos cuenta Pedro-. Casi inmediatamente después de que se estrene un título tan seminal como El Doctor Frankenstein, aparece una versión en historieta, seguramente la primera en el mundo, que publica por entregas un semanario de editorial Marco en 1935. En ese momento la ciencia ficción y la fantasía están implantándose masivamente en nuestros tebeos, pero claro, llega la Guerra y da al traste con todo, también con ese prometedor futuro que se estaba fraguando para el género fantástico".

"Realmente -continúa-, la influencia del cine de miedo clásico se deja sentir más tarde, en los años cuarenta, en colecciones de cuadernos como Diamante Negro, donde aparecen Frankenstein, Drácula, el Conde Zaroff, el Doctor Satán y otras criaturas llegadas directamente de la pantalla a la viñeta. De modo muy ingenuo, sí, pero que evidencian la deuda que nuestro tebeo de miedo contrae con el cine de Universal y compañía".

Páginas de 'Viñetas infernales'

El Inspector Dan contra la censura

Seguro que todos os preguntáis como afectó la férrea censura franquista al género del terror en los cómics. la respuesta la tiene Pedro Porcel: "Cuando en 1951 se redacta el primer reglamento destinado a controlar el contenido de los tebeos -hasta entonces se ha revelado eficaz la autocensura que por puro miedo ejercen los propios editores- uno de los primeros apartados prohíbe terminantemente cualquier historieta que “pueda perturbar el ánimo del niño”, es decir, se cargan directamente el género de terror, que después de conocer un pequeño auge entre 1948 y 1950, desaparece del todo durante más de quince años. Aunque como explico en el libro siempre hubo quien se las arregló para que no fuese del todo así".

Portada de 'Roberto Alcázar y Pedrín'

Antes, el terror estaba presente en esos clásicos de aventuras de la dictadura como Roberto Alcázar y Pedrín o El Inspector Dan. "Roberto Alcázar no es un tebeo de miedo, claro está, pero como amalgama de todo cuanto género ha sido, el terror aparece en muchos de sus episodios, desde una adaptación de La torre de los Siete Jorobados de Carrere/ Neville, a profusión de sabios locos, laboratorios siniestros, castillos góticos, monstruos, licántropos y muchos más lugares comunes del género que Pedrín y su jefe despachan sistemáticamente a base de palos y garrotazos, como es su costumbre, para regocijo de sus fieles lectores".

"Otra cosa es el Inspector Dan, que sí es, de pies a cabeza, una historieta de terror -añade Pedro-. Tanto González, su guionista, como el dibujante Giner se proponen -y lo consiguen , vaya que sí- acongojar desde el primer momento a su público. Episodios como Los seres infernales de Salisbury Castle, La muerte estrella de cine o Satán vuelve a la Tierra son genuinas historietas de miedo, sin parangón en aquel momento con nada de lo que se publicaba en Europa. Fueron inmensamente populares y provocaron numerosas imitaciones, algo que a la censura no le gustó nada y que cortó de raíz, como dije, a partir de 1951".

Portada del 'Inspector Dan'

'Historias para no dormir', la primera revista "de miedo"

El 4 de febrero de 1966 Televisión Española estrenaba Historias para no domir, de Chicho Ibáñez serrador, que fue un éxito rotundo y tuvo su propio cómic. "Poco antes de que Televisión Española emitiese el programa de Chicho, algo decisivo para que el género se popularizase en los llamados años del desarrollo, los editores de tebeos, ahogados por una normativa que pretendía convertir la viñeta en una especie de apostolado católico de lo más inane, llega a un acuerdo con la censura para crear la categoría de “novela gráfica para adultos”, un nuevo producto al que se aplica el mismo reglamento que las novelas populares, los bolsilibros de a duro, mucho más relajado que el de los tebeos por estar dirigido a los mayores, por más que en realidad sus principales consumidores fuésemos los niños".

"Aprovechando ese resquicio legal aparece la primera revista de miedo -continúa Pedro-, que para beneficiarse del éxito del programa se llama también Historias para no dormir. Aunque en realidad nada tiene que ver, es pura explotación confeccionada con historietas de agencia destinadas al mercado internacional, más morbosas o criminales que terroríficas, remontadas y presentadas con desgana. Un escasamente glorioso comienzo para las cabeceras de miedo en nuestro país".

Portadas de cómics de terror españoles

El cómic español de terror conquista el mundo

Con la relajación de la censura, en esos años 60, aparecieron revistas como Dossier Negro o Vampus. "Son las cabeceras que propician el boom que el género conoce en pocos años. Es verdad que se nutren de historietas norteamericanas, por lo que en sentido estricto deberían quedar fuera de mi estudio. Pero no es menos cierto que la mayoría de artistas son españoles cuyas obras nos llegan aquí de rebote, tras ser publicadas allá, y sobre todo, que esos dibujantes españoles son quienes inventan para el terror una estética nueva, oscura, sucia, que gusta aventurarse por senderos nunca hollados y utilizar técnicas como la mancha o el raspado hasta entonces inéditas. Y son esos mismos autores quienes alcanzan el mayor grado de popularidad, no solo en España, que consume ávida sus productos, sino en medio mundo. Y consiguen, encima, que el lector empiece a tomar conciencia de que el cómic es un arte, algo novedoso entonces, por muy de Perogrullo que parezca hoy".

"A ese período de la historieta de terror, la primera mitad de los setenta, se le conoce en Estados Unidos como “Spanish Invasion”, porque españoles eran la inmensa mayoría de cultivadores gráficos del género, para el que inventaron, como te decía antes, una nueva estética luego muy imitada -nos explica Pedro-. Trabajaban, en su mayoría, a través de Selecciones Ilustradas, la agencia de Josep Toutain, que recibía los guiones y los encargaba a su escudería de autores, que era como para quitar el hipo: Beà, Martín Salvador, Jaime Brocal, Isidre Monés, Maroto, Artur Aldomá, Leo Sánchez, Ortiz, Bermejo. .. en fin, una serie de talentos que por derecho propio son hoy historia del cómic español".

"Muchos de ellos -concluye-, trabajaron después para las revistas de Toutain 1984 y Creepy, con mayor libertad de la que habían gozado en los USA. Y ojo, no sólo estas primeras figuras: otros dibujantes de aquí, tal vez no tan espectaculares, nutrían cabeceras americanas como Psycho o Nightmare, con historietas traducidas y servidas por Dossier Negro y algunas otras publicaciones".

Portada de la revista 'Creepy'

Vampirella, la primera heroína del cómic adulto en España

Desde los años 60 el cómic adulto norteamericano y europeo tenía heroínas muy avanzadas a su tiempo, pero la primera que llegó a España fue un mito del terror. "Con el miedo a cuanto sonase a sexo y con el modelo que el régimen franquista proponía para la mujer, poco de esas historietas que abundaron en la Europa de los sesenta con heroínas abanderadas del pop-art, el erotismo y la liberación femenina como Barbarella, Valentina o Jodelle, pudo verse por aquí. Mejor dicho: poco no, nada, al menos hasta muchos años después -asegura Pedro-

"La primera en asomar por estos pagos fue Vampirella -añade el autor-, pero su llegada tuvo muchas dificultades. El editor de Vampus, Rufus y Dossier Negro, José Mª Armán, pide permiso en 1972 para publicar la versión española de su revista; la censura lo deniega, autorizando únicamente que la vampira de Drakulón salga por entregas en la cabecera de humor Mata Ratos, de la misma casa, con un vestuario adaptado a los aires nacional-católicos que por aquí se respiraban".

"La intentona no satisface a nadie y resulta un fracaso -continúa-. Solo después, aprovechando una tímida apertura que el gobierno de Franco intenta -y que es rápidamente abortada por el sector duro del régimen- se permite a la criatura de Pepe González lucir su aspecto original, así como obtener cabecera propia. La revista deviene en manos de Armán un meritorio intento de hacer un tebeo de terror enfocado también a las lectoras, rebajando las dosis de violencia explícita, apostando por un fantástico de tintes más poéticos y dando protagonismo a una serie de heroínas con las que las chicas puedan sentirse identificadas. Algo entonces inédito y seguramente demasiado adelantado a su tiempo".

La Vampirella de Pepe González

Una excelente documentación

Destacar la excelente documentación que maneja Pedro Porcel, fruto de medio siglo de ávidas lecturas: "El proceso de documentación comienza hace cincuenta y dos años, cuando compro en un kiosco mi primer Vampus. Quiero decir con esto que llevo toda la vida, y tengo sesenta y cuatro años, coleccionando y tomando notas sobre muchos de los títulos que analizo en Viñetas Infernales, desde Roberto Alcázar o Los Vampiros del Aire a Creepy. Sí que requirió algún tiempo más hacerse con información sobre títulos más antiguos, algunos de los años treinta, gentilmente cedidos por otros amigos coleccionistas, o de los primeros años del siglo XX. Aunque afortunadamente existen, en este aspecto, páginas como la Hemeroteca virtual Miguel de Cervantes que facilitan una labor de búsqueda de otro modo imposible".

Portada de un número de 'Dossier Negro'

Los mejores autores y cómicsespañoles de terror

Para terminar pedimos a Pedro Porcel que nos diga cuáles son sus cinco autores y obras favoritas del cómic de terror español: "Me pones en un aprieto, porque cinco son muy pocos, y a lo mejor hoy te indico unos y mañana otros distintos. Pero en fin, vamos allá:

-Eugenio Giner y las páginas de El Inspector Dan publicadas en los últimos cuarenta

-La historieta de Juan Ferrándiz Red Grey en el caserón de la muerte, publicada en 1949 en la revista de Bruguera El Campeón representa sin duda otra cumbre

-Sir Leo, el personaje que Josep Mª Beà ilustra para el Drácula de Buru Lan en 1971 es otro hito, esta vez netamente pop, imposible de obviar.

-Por supuesto hay que incluir algunas series hechas para USA publicadas aquí en Vampus, Rufus o Creepy, como La zorra, ilustrada por Luis Bermejo, o Los Jackass, de José Ortiz, o El Espectro, de Leopoldo Sánchez.

-Y ya en el siglo XXI novelas gráficas como Yo fui guía en el Infierno, de Gerard Miquel, con un modo completamente nuevo de crear atmósferas de puro terror... Ya ves que me cuesta decidirme, porque hay mucho donde elegir".

En cuanto a sus proyectos, Pedro porcel nos comenta: "Respecto a libros, concederme un descanso, porque después de casi tres años centrado en este, el cuerpo pide reposo. Pero sigo con mis artículos, mis charlas y conferencias y sí, mis proyectos... Tal vez algún día me anime a abordar la historia del tebeo español de ciencia ficción, o la trayectoria del cine de terror en los años cuarenta. Soy incapaz de estarme quieto, así que algo emprenderé, seguro, tras estas vacaciones que quiero disfrutar".

Portada de un número de 'Vampus'