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De 1977 a 2023: ¿en qué se parece la amnistía de la Transición a la que pide el independentismo?

  • RTVE.es habla con quienes vivieron aquella movilización social por la amnistía cuando esta vuelve al primer plano político
  • Fue una reivindicación del PCE que salió adelante con el apoyo de prácticamente todos los partidos en un naciente Congreso

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Imagen de una manifestación en Madrid en el año 1977
En 1977 manifestaciones como esta en Madrid reclamaban la "amnistía total", también para los delitos de sangre

La palabra amnistía ha vuelto a resonar en España como no lo hacía desde hace casi medio siglo. La exigencia del independentismo catalán para investir a Pedro Sánchez ha recuperado un concepto clave para entender toda una época, la de la Transición. Precisamente "Libertad, amnistía y estatuto de autonomía" era el lema que se cantaba en las manifestaciones tras la muerte de Franco y bajo el que se aglutinaron voces muy diversas que exigían la vuelta de la democracia.

Una de aquellas voces era la de Pedro García Cuartango, columnista del ABC y exdirector de El Mundo, pero en aquel momento un joven estudiante de periodismo que acababa la carrera y se unió a varias de las manifestaciones que reclamaban la amnistía. "Era una movilización de la izquierda", explica a RTVE.es. Aquella ley aprobada en 1977 perseguía "el borrón de los delitos contra el franquismo, una democracia en igualdad de condiciones, y por tanto la amnistía fue un triunfo de la izquierda", apunta.

Otra de esas voces es la de Cristina Almeida, abogada y entonces militante del PCE, el partido que abanderó la reivindicación de la amnistía ya desde 1960. "La amnistía era una aspiración democrática, se vivió como un momento en el que estábamos ganando la democracia", recuerda. "Fue un momento muy emocionante, una de las cosas más positivas que viví entonces".

La amnistía era una aspiración democrática, se vivió como un momento en el que estábamos ganando la democracia

A la reclamación del PCE se sumó el resto de la izquierda y también otras fuerzas, como el PNV. Las calles ardían, especialmente en el País Vasco, y obligaron al recién elegido presidente, Adolfo Suárez, a aprobar un decreto en julio de 1976 que liberaba a presos políticos -aunque no a aquellos que hubieran cometido delitos de sangre- cuando no llevaba ni un mes en el poder. Almeida recuerda en aquel momento ir a recibir a la salida de prisión a Marcelino Camacho, histórico militante de CC.OO. y preso político del franquismo. Antes, en 1975, al poco de fallecer el dictador y con motivo del acceso de Juan Carlos I a la corona, se promulgó un indulto que sacó de prisión a más de 5.000 condenados.

Apoyo casi unánime de un naciente Congreso

La ley llegó al Congreso con el consenso de prácticamente todos los partidos que habían salido de las primeras elecciones democráticas -UCD, PSOE, PCE y nacionalistas vascos y catalanes-. Todos, excepto Alianza Popular, que se abstuvo. "Es la primera decisión importante que toma esa cámara, y tiene que ver sobre todo con la confirmación de un cambio de régimen, el paso de una dictadura a una democracia", señala Antonio Rivera, catedrático de Historia de la Universidad del País Vasco. Se entendió como la "condición sine qua non para hacer creíble el proceso de transición democrática", ya que fue uno de los primeros pasos que daba aquella naciente democracia, tras la legalización del PCE y la convocatoria de comicios pero antes de la redacción de la Constitución.

Tiene que ver sobre todo con la confirmación de un cambio de régimen, el paso de una dictadura a una democracia

Finalmente, el texto que suponía la amnistía de todos los represaliados por el franquismo y también de los cuerpos policiales franquistas salió adelante el 15 de octubre de 1977 con los 296 votos a favor, dos en contra, 18 abstenciones y uno nulo.

Marcelino Camacho defendió en la tribuna del Congreso aquel día que la amnistía era una "pieza clave" de la política de reconciliación nacional que abanderaba el PCE: "¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?". Otro de los impulsores de la ley, Xabier Arzalluz, del PNV, la defendió como "un olvido de todos para todos" y habló del "terrorismo de ambas partes". También la reivindicó el socialista Txiki Benegas y Rafel Arias-Salgado, de UCD, quien dijo que "la amnistía es el presupuesto ético-político de la democracia". El punto crítico lo puso Antonio Carro, portavoz de AP y exministro franquista, quien aseguró que "una democracia responsable no puede estar amnistiando continuamente a sus propios destructores", según se lee en el Diario de sesiones de aquel día.

Una ley bajo la sombra de ETA

Lo cierto es que en la movilización por la amnistía tuvo un gran peso el nacionalismo vasco, que llenó las calles de Euskadi, con históricas y masivas manifestaciones como la de Bilbao. Fue así porque los anteriores indultos habían sacado de prisión a presos políticos, pero todavía quedaban en prisión o exiliados unas decenas de presos de ETA, muchos de ellos condenados por asesinatos -como el de Carrero Blanco, por lo que la naciente izquierda abertzale y partidos como el PNV centraron sus reivindicaciones en la llamada "amnistía total", que también sacara a los miembros de la banda de prisión.

A diferencia de los indultos anteriores, que habían liberado al grueso de presos políticos, la ley del 15 de octubre de 1977 no hacía ninguna excepción con los delitos de sangre, y de hecho declaraba amnistiados "todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas" antes del 15 de diciembre de 1976.

La amnistía de 1977 tenía los ojos puestos en lo que queda de presos de ETA

"La amnistía de 1977 tenía los ojos puestos en lo que queda de presos de ETA", comenta Rivera. Unos meses antes de su aprobación quedaba una veintena de etarras en cárceles españolas y francesas, además de varios "extrañados" -una especie de exilio negociado con el Estado- y fugados a otros países. Almeida recuerda que defendían también la amnistía para los terroristas para darles la "oportunidad de integrarse en la sociedad democrática y de no tener que sufrir la represión de lo que había sido una dictadura".

Miembros del Gobierno de Adolfo Suárez aplauden, de pie, tras haber sido aprobada la proposición de Ley sobre Amnistía

Miembros del Gobierno de Adolfo Suárez aplauden, de pie, tras haber sido aprobada la proposición de Ley sobre Amnistía en octubre de 1977. EFE

¿Qué tiene que ver la situación de 1977 con la de 2023?

En 2023, la amnistía parte desde otro nacionalismo, el catalán. Junts per Catalunya y ERC piden amnistiar a los encausados en los años del 'procés' para investir a Pedro Sánchez. Todavía no se conoce el detalle de su propuesta, pero una iniciativa presentada por los partidos independentistas catalanes en 2021 y que no salió adelante prácticamente calcaba el texto de la ley de amnistía de 1977.

A pesar de la coincidencia en el texto, García Cuartango considera que no hay "ninguna" similitud entre aquella amnistía y la actual. "Aquello fue un paso de transición entre una dictadura a una democracia parlamentaria. Esto es otra cosa. Esto es una ley ad hoc para conceder impunidad a personas que han intentado dar un golpe de Estado y no se arrepienten".

Para Rivera, la petición actual y la de entonces se parecen muy poco. En primer lugar, "no estamos en ningún cambio de régimen ni mucho menos", a pesar de lo que grave que haya podido ser la crisis en Cataluña, y una amnistía de alguna manera "deslegitima" las acciones del régimen anterior, como ocurrió con el Estado franquista. Además, no hay "una mayoría ni política ni social que respalde la cuestión y esto debilita extraordinariamente las posibilidades de la amnistía como un punto de partida", ya que se acaba entendiendo esta en términos muy "pragmáticos", el de "conseguir votos para acceder al Gobierno".

Por último, destaca la insistencia del independentismo catalán en el "lo volveremos a hacer", algo que dista, al menos a nivel discursivo, de lo que manifestó ETA y su entorno en aquellos convulsos días de los 70. "Que yo recuerde, en ningún momento hay una expresión por parte de ningún tipo de representante de ETA en ese sentido", señala Rivera. Otra cosa es la práctica, ya que aunque la cárcel se vació momentáneamente de etarras, la banda terrorista volvió a matar al poco tiempo de aquella ley. "Es muy importante que aquellos que se van a ver beneficiados por la decisión expresen un convencimiento de que no van a continuar la actuación que llevaban a cabo anteriormente, porque se supone que han cambiado las reglas de juego", apunta.

En cambio, Cristina Almeida, histórica militante comunista y de IU, cree que aunque ahora no haya un "cambio de régimen", sí que debe haber un "cambio de situación en Cataluña", por lo que es favorable a una amnistía como "solución política" al problema de la convivencia en esta comunidad.

La impunidad franquista no se debatió en aquella ley

Aquel texto clave de la Transición volvió recientemente a estar de actualidad con el debate sobre la ley de memoria democrática. Asociaciones como Amnistía Internacional, las de memoria histórica y partidos como Unidas Podemos, PNV, ERC y EH Bildu han exigido su derogación o modificación al considerar que permite la impunidad de los crímenes del franquismo.

En uno de los apartados de aquella corta ley se amnistía también los delitos "que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público", una enmienda añadida por UCD que entonces no suscitó debate. "Nadie habló del comisario Conesa o de Billy el Niño, en ningún momento hay ninguna referencia en esa dirección", asegura Rivera, en referencia a policías de los que se han denunciado torturas pero que no han sido juzgados ya que la ley de amnistía lo impide.

"Hubiera sido imposible sacar adelante una ley que amnistía incluso a gente que tiene delitos de sangre y que en paralelo no amnistiara a todos aquellos cuerpos de seguridad que habían actuado de una manera no legítima", desarrolla. Citando a Manuel Vázquez Montalbán, Rivera recuerda que la Transición fue un "equilibrio de incapacidades" entre las fuerzas inmovilistas herederas del franquismo y las de la oposición, ninguna de ellas con el poder suficiente para imponerse, por lo que nuestro modelo de paso a la democracia fue "de reforma y no de ruptura".

García Cuartango también coincide en que "nunca se abordó el tema de la impunidad del franquismo, porque estaba implícito" y señala que "la izquierda ni siquiera se lo planteó". Como Almeida, quien apunta que tuvieron que hacer "cesiones unos y otros" para "avanzar hacia la democracia" y poder "lograr un régimen distinto".

Es una ley que recuerda el pasado y a partir de ahí decide no olvidarlo, sino que ese pasado no sea una coacción sobre las decisiones del presente

¿Fue la ley de amnistía una ley de memoria o una de olvido? Es un debate vivo entre los historiadores, ante lo que Rivera contesta: "En realidad es una ley que recuerda el pasado y a partir de ahí decide no olvidarlo, sino que ese pasado no sea una coacción sobre las decisiones del presente, que es un concepto radicalmente distinto".