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Jóvenes "desesperados" y cada vez más solos: "Les faltan escenarios para construir relaciones"

  • Casi el 40% de las personas que sufren soledad no deseada tienen entre 16 y 34 años, según un reciente estudio
  • Algunos de los posibles motivos son el auge de las redes y el impacto de la pandemia, pero existen diversos factores de riesgo

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Un joven espera sentado junto a su mochila
Un joven espera sentado junto a su mochila

La soledad ya no es una preocupación solo de las personas mayores. Los jóvenes, de hecho, duplican a los de más de 65 años en este problema. Según ha asegurado esta semana el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, casi el 40% de quienes conviven con ella tienen entre 16 y 34. Un "triste" dato que no sorprende a muchos expertos. "Están desesperados", asegura la psicóloga Susana Villora.

Villora forma parte del Centro Joven de Albacete y es responsable del proyecto Aíne para prevenir la soledad no deseada en jóvenes, desde donde es testigo del aumento de este sentimiento. En consulta observa motivos como las mudanzas a otras ciudades, el acoso escolar o la falta de habilidades sociales, pero, en general, sostiene que la dificultad principal es la ausencia de lugares donde interactuar. "Ahora utilizan más internet y les faltan escenarios reales para construir relaciones", opina.

No hay nadie con quien sienta que puedo ser yo mismo

"En esta sociedad es muy complicado socializar y no sentirte solo", comparte al respecto Adrián, un joven de 19 años que confiesa experimentar ese sentimiento habitualmente. En su peor momento buscó la ayuda de Villora y pudo volver a interactuar con iguales gracias a las actividades que realizan en el centro, sin embargo, reconoce que aún no cree haber encontrado la verdadera amistad. "Hay mucha gente que se interesa por mí, pero quiero relaciones recíprocas y profundas. No siento que pueda ser yo mismo", narra.

Pese a esa dificultad, Adrián no piensa tirar la toalla. Se describe a sí mismo como un chico amistoso, hablador y astuto y está dispuesto a seguir apuntándose a cursos y ocupaciones con tal de salir de su zona de confort y conocer gente. Una actitud sumamente importante, de acuerdo con la psicóloga, pues la soledad no deseada puede llegar a provocar diversas consecuencias, entre ellas trastornos como la ansiedad y la depresión.

El papel de internet, el impacto de la pandemia y otras causas

Las razones de la aparición de la soledad no deseada pueden ser varias. Entre ellas el observatorio enumera la falta de apoyo familiar o de convivencia (57,3%), el exceso de trabajo (11,1%) o la dificultad para relacionarse (12,7%), pero dentro del colectivo de la juventud hay otros factores de riesgo que pueden propiciar su aparición o intensificación.

Algunos de ellos son la discapacidad, la maternidad adolescente, la procedencia migrante, las enfermedades de larga duración, la pertenencia a familias desestructuradas, el desempleo o el empleo precario y ser parte del colectivo LGTBIQ+. Asimismo, la soledad incide en mayor medida en jóvenes que sufren acoso escolar. "Cuando se han sentido rechazados en sus primeras relaciones con iguales luego es mucho más difícil poder confiar en otras personas", sugiere la coordinadora de infancia y adolescencia de la Asociación de Psicólogos Clínicos y Residentes, Gloria Bellido.

Hoy día, además, Bellido cuenta que una de las principales dificultades que presentan muchos jóvenes que asisten a consulta son sus precarias habilidades sociales. "Las redes sociales dejan menos espacio para la socialización cara a cara" y probablemente "están influyendo" así en la aparición de la soledad no deseada. A esta problemática se suma también el parón y la desconexión que la pandemia de coronavirus supuso para muchos jóvenes "cuando estaban en etapas vitales para desarrollar sus habilidades sociales y relaciones".

Comparte esta opinión la también psicóloga Susana Villora, quien considera que han desaparecido la mayoría de lugares en los que establecer relaciones valiosas con iguales. "Ya todo es virtual", insiste. Recuerda por ejemplo el caso de una joven cuyas únicas amistades eran usuarios en redes sociales y videojuegos a los que, pese a proponerles sin éxito planes presenciales, nunca conoció. Con el paso del tiempo y la paulatina desaparición de esas personas se dio cuenta de que "estaba completamente sola". Eran relaciones convenientes que, sin embargo, no podían calificarse de vínculos reales.

Con amigos, pero sin conexión: "No estamos dispuestos a abrirnos"

Mariam tiene 15 años y, aunque tampoco entiende las redes sociales como sustitutos de las relaciones, apunta a otro posible origen de la soledad. "No tengo tiempo para socializar", expresa. En el instituto apenas cuenta con media hora del recreo para hablar con sus compañeros y asegura que pasa horas estudiando o haciendo tareas en casa. Entonces se ven obligados a usar las redes para relacionarse pese a que se pierda "mucha conexión" humana, opina.

Más cerca - Soledad no deseada: un problema social y de salud pública - Escuchar ahora

La joven, sin embargo, no está sola. Tiene "muy buenos amigos" a los que aprecia y de los que se siente agradecida. El problema, insiste, es que en muchos momentos le ronda el pensamiento de no encajar del todo con ellos. "Les quiero mucho, y sé que ellos a mí, pero no siento que pueda contarles todo o que conectemos", detalla a RTVE.es. Para ella una amistad verdadera pasa por requisitos como los silencios cómodos y las confidencias sin miedos al qué dirán, algo que aún no ha encontrado.

Transita por una situación similar Adrián, de 19 años. Nació con un problema en el corazón que le impidió realizar ciertas actividades de socialización durante su infancia, lo que le dificultó la integración con sus compañeros. Durante primaria, además, sufrió acoso escolar. Por estos y otros motivos confiesa que siempre se ha sentido un poco solo, tanto que incluso llegó a "soportar" comportamientos dañinos con tal de formar parte de un grupo. "Y eso fomenta aún más la sensación de soledad", lamenta.

Quiero tener gente con la que poder sentirme yo

Adrián pasó por su "peor momento" hace algo más de un año, cuando se mudó a Albacete y se encontró en una nueva ciudad en la que, más allá de no tener amigos, ni siquiera conocía a nadie. Entonces comenzó a buscar en internet posibles actividades y comunidades de jóvenes a las que unirse, con la fortuna de dar con el Centro Joven de la ciudad. Allí descubrió un grupo de personas "enriquecedor" del cual conserva muy buenos recuerdos y vínculos. Sin embargo, eso no significa que ya no se sienta solo. "Quiero tener gente con la que poder sentirme yo y hablar de todo sin ningún tipo de miedo", añade.

Pero el joven asegura que la misión no es nada sencilla: "Hoy día la gente solo busca relaciones superficiales". En el grado superior que estudia apenas ha logrado entablar relación con dos personas -"los grupos son muy cerrados"- y en su día a día observa cierto egoísmo e individualismo pese a la sensación casi general de soledad. "Nos falta tirarnos de cabeza a intentar conseguir amistades nuevas. No estamos dispuestos a abrirnos nosotros y esperamos que lo hagan los demás", por eso finalmente es común que nadie dé el paso.

Estrategias frente a la soledad para evitar sus consecuencias

Aunque la soledad es un sentimiento subjetivo que la mayoría de las personas experimentan en algún momento de sus vidas, cuando este se agudiza y perdura en el tiempo puede llegar a tener un gran impacto. Entre otras consecuencias, repercute de forma negativa en el estado anímico, en la satisfacción de las necesidades vitales, en la relación con el entorno y en la calidad de vida en general. Es, de hecho, un importante factor de riesgo para la salud física y psicológica.

Conoce estas secuelas de primera mano Rosa, una joven de 23 años con una leve discapacidad intelectual que sufrió acoso escolar durante el instituto por su aspecto físico. Por aquel entonces no tenía amigos, sentía una profunda soledad y "llegaba llorando a casa" la mayoría de los días. Asegura haber vivido incluso episodios depresivos en los que no era capaz de salir de su habitación, pero por fortuna esos duros momentos han quedado atrás. Ahora acude a un centro de educación especial, ya no es capaz de enumerar sus cuantiosas amistades y hace 14 meses que conoció a su pareja.

Entre otras ayudas, Rosa pudo enfrentar la soledad gracias a la Asociación Jóvenes Solidarios, en la que participa también Mariam y donde se reúnen chicas y chicos "alternativos" y "con valores". Un lugar ideal para conocer gente ante la "falta de escenarios" que lamenta la psicóloga Susana Villora, quien por su parte persigue ofrecerlos con el proyecto Aíne en Albacete. Lo hace a través de talleres que buscan unir a los jóvenes según sus intereses, y por el momento asegura que está siendo una tarea exitosa. "Es como una agencias de contactos", bromea.

No sois bichos raros

Pero frente a la soledad no deseada la experta y los jóvenes entrevistados aseguran que la mejor estrategia que en general existe es no dejar de intentar librarse de ella. Quedarse en casa y aplacar el sentimiento con videojuegos o redes sociales no es más que un parche muy frágil. "Hay mucha oferta y seguro que algo te interesa y puedes apuntarte a alguna actividad", insiste la psicóloga. "No sois bichos raros. No sois los únicos que os sentís solos", hay mucho mundo por descubrir y personas con las que conectar, añade.