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Los países del sur frente a la guerra: distancia y escepticismo hacia Occidente

Los países de África, Asia y América Latina no respaldan las sanciones adoptadas contra Rusia

El papel de la Unión Europea y de Estados Unidos genera desconfianza en el hemisferio sur

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Cinco Continentes - Los países del sur frente a la guerra en Ucrania

“Una unidad global sin precedente frente a Rusia.” Así celebró el presidente de Estados Unidos el amplio respaldo en la Asamblea General de Naciones Unidas de una resolución condenando la invasión rusa de Ucrania. 141 países de los 193 que forman la organización votaron a favor del texto. Fue el 2 de marzo. Una semana antes había empezado la guerra en el este de Europa. Ya han transcurrido más de tres meses y la “unidad global” que alababa Joe Biden se ha limitado a una condena simbólica. A pesar de la insistencia de Washington y de las capitales europeas, los países que han adoptado sanciones económicas contra Rusia se cuentan con los dedos de una mano: Corea del Sur, Japón, Australia y Singapur. Todos aliados tradicionales de Occidente, que se ha quedado solo en la contienda.

“La guerra en Ucrania es una guerra europea”, afirma Thomas Daniel, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales de Malasia. “El sentimiento más extendido en los países del sureste asiático es que se trata de un conflicto de Europa que no tiene que ver con ellos”. Algo parecido ocurre en América Latina. “La guerra se ve como un problema de Europa”, reconoce Érika Rodríguez, coordinadora de la Fundación Alternativas para América Latina. “Hasta el momento, la crisis ucraniana no afecta directamente al continente, por lo que se percibe como una cuestión ajena”.

En África, el planteamiento es algo distinto. Más expuestos a las consecuencias del conflicto, especialmente a nivel alimentario, dado que Ucrania es uno de los principales productores de cereales del mundo, los países africanos siguen de cerca lo que está ocurriendo en el este de Europa. “Empezamos a darnos cuenta ahora de la importancia del conflicto para África, sobre todo en materia económica pero también en términos políticos y de seguridad”, explica Gilles Yabi, fundador del think tank Wathi, con sede en Dakar, Senegal: “Hay una preocupación por todos los cambios que supone, especialmente por el aumento de los precios”.

La doble vara de medir de Occidente

Esta inquietud no ha llevado los gobiernos africanos a respaldar el apoyo occidental a Ucrania. 18 estados del continente se abstuvieron en la ONU el 2 de marzo. Entre ellos, aliados de Moscú, históricos como Argelia o más recientes como Malí y República Centroafricana, pero también países como Sudáfrica y Senegal. Otros decidieron directamente no participar a la votación. Fue el caso de Marruecos, Camerún y Etiopia. “Hay matices, diferencias entre los países y sus políticas exteriores, pero la percepción que domina en África es que existe una doble vara de medir en Occidente: conflictos que consideran justos y otros que no. Se tiende a desconfiar cuanto los países occidentales intentan imponer su voluntad al resto del mundo”, analiza Yabi.

La operación de la OTAN en Yugoslavia en 1999, la invasión de Irak en 2003, la guerra de Libia en 2011… No hace falta remontarse a tiempos inmemoriales para encontrar operaciones militares emprendidas por Estados Unidos y sus aliados sin contar con la legalidad internacional. "Occidente, y especialmente Estados Unidos, ha multiplicado las acciones unilaterales en los últimos años”, recuerda Thomas Daniel.

El antiamericanismo marca la percepción de la guerra en América Latina

“En Malasia y en todo el suroeste asiático, muchos critican la intervención rusa en Ucrania, pero acaba dominando siempre el escepticismo frente a las acciones occidentales”. Para la investigadora Érika Rodríguez, el antiamericanismo marca también la percepción de la guerra en América Latina. “El sentimiento es muy profundo, está muy instalado en la región y no le falta razón de ser”, reconoce la coordinadora de la Fundación Alternativas, que lamenta, sin embargo, que “se tolere el imperialismo ruso en Ucrania en nombre del antiimperialismo estadounidense”.

El peso creciente de China y Rusia como alternativa a Europa y Estados Unidos

Además de la distancia geográfica y de la desconfianza hacia Occidente existe otro factor que sirve para explicar la posición de los países del sur frente a la guerra en Ucrania. El conflicto ha actuado como revelador de unas tendencias que se vienen observando en el ámbito geopolítico en los últimos años: el peso creciente de China y la influencia de otros países, como la propia Rusia, alejados de la visión occidental del orden mundial. “En América Latina, los países, da igual el color político de su gobierno, se están replanteando su posición en el sistema global a través de su relación con China, que tiene cada vez más influencia en la región, mientras que Estados Unidos la ha perdido”, explica Érika Rodríguez.

Los países africanos también han diversificado sus relaciones. “En la última década, han creado importantes lazos comerciales con China y otros actores no occidentales”, apunta Gilles Yabi. La guerra en Ucrania demuestra, para el analista senegalés, que los equilibrios diplomáticos y económicos han evolucionado. “La voluntad de emanciparse no es nueva, pero el mundo ha cambiado, la dominación occidental en el establecimiento de las reglas y en las organizaciones internacionales, está cambiando".

En este nuevo escenario, puede que Rusia no tenga tantos argumentos económicos como China, Estados Unidos o la Unión Europea, pero los analistas coinciden en que Moscú ha sabido jugar sus cartas. En el continente africano, recuerda Gilles Yabi, su influencia militar y diplomática ha ido creciendo en los últimos años. "En el sureste asiático, algunos países tienen alianzas con Estados Unidos, otros con China”, dice Lina Alexandra, del Centro de Estudios internacionales y estratégicos de Yakarta, en Indonesia. "Son los actores principales, pero Rusia es lo suficientemente importante como para no romper relaciones con ella”. En América Latina, los rusos “tienen una implantación a nivel político y diplomático, han abierto muchas embajadas, y son muy presentes en el ámbito mediático, con RT”, analiza Érika Rodríguez.

¿El resurgir del Movimiento de los Países No Alineados?

Para los países del Sur, la voluntad de no elegir un bando en la guerra en Ucrania no equivale a respaldar la invasión rusa. “La inmensa mayoría, en nuestra región, ha condenado la agresión y el ataque a la soberanía y la integridad territorial ucranianas, pero frente a las tensiones entre grandes potencias, los estados apuestan por la neutralidad”, subraya Thomas Daniel. En América Latina también, la condena al ataque de Moscú ha sido casi unánime, pero eso no quiere decir que los gobiernos de la región abracen los planteamientos occidentales. Al contrario, “aspiran a tener más autonomía y no quieren alinearse con los marcos que plantean Estados Unidos y Occidente”, explica Érika Rodríguez.

¿Puede, en el contexto de la guerra que enfrenta Rusia y Occidente, reactivarse el Movimiento de los Países No Alineados que nació en los años 50, en los primeros años de la Guerra Fría? Entonces, países asiáticos y africanos rechazaron tomar partido entre los dos grandes bloques. “Varios líderes africanos y la Unión Africana lo han mencionado de forma explícita”, asegura Gilles Yabi, que matiza: “el Movimiento de los No Alineados es ahora ante todo un símbolo que evocan países que quieren tener el derecho de no posicionarse por uno u otro".

Si se alarga el conflicto será cada vez más difícil para los gobiernos de mantener su neutralidad y de no posicionarse

En Indonesia, dónde la Conferencia de Bandung, en 1955, puso los cementos del Movimiento de los No-alineados, Lina Alexandra también se muestra cauta. “El mundo actual es multipolar, hay nuevos actores, hay intereses regionales, no es la misma configuración que durante la Guerra Fría”, puntualiza la investigadora que cree que simplemente, los países del Sur no quieren tener que elegir un bando”. Thomas Daniel, del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales de Malasia, cree sin embargo que esta posición pragmática no será fácil de mantener en el tiempo: “Si se alarga el conflicto, con lo que puede suponer de atrocidades y de impactos sobre la economía, será cada vez más difícil para los gobiernos de mantener su neutralidad y de no posicionarse”.

El difícil equilibro de los países del Golfo

Actor central de la política en Oriente Próximo, Estados Unidos cuenta con aliados históricos y sólidos. Israel es el más evidente, pero Washington también tiene estrechos lazos diplomáticos y económicos con los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Bahréin, con bases militares en estos tres países, y con Arabia Saudí. Sin embargo, los estados del Golfo no han querido respaldar las sanciones occidentales a Rusia por la invasión de Ucrania. “Al principio del conflicto, hubo un consenso entre los países del Golfo para decir que la guerra en Ucrania tenía que ser un asunto estrictamente europeo. Algunos llegaron a hablar del conflicto como de un agujero negro en el que había que evitar caer a toda costa” explica Anne Gadel, investigadora del Observatorio África del Norte-Oriente Medio de la Fundación Jean-Jaurés en París. El argumento principal de esos países, según la analista, es que “Ucrania no es ni miembro de la Unión Europa ni miembro de la OTAN, por lo que no tiene nada que ver con ellos.”

No es el único motivo. “Hay intercambios importantes entre estos países y Rusia. En los ámbitos energéticos y tecnológicos, por ejemplo, en materia de seguridad, también hay muchas inversiones de ambos lados”, asegura Gadel. “Moscú es un interlocutor esencial sobre varios dosieres regionales, como la situación en Siria", añade la analista. Rusia es también un actor relevante en el mercado mundial de los hidrocarburos. Desde 2016, forma parte del OPEP +, un grupo que reúne los estados miembros de la Organización de Países productores de petróleo y otros diez productores. En este foro, ha estrechado lazos con Arabia Saudí: el año pasado, Riad y Moscú firmaron un acuerdo de cooperación militar. Una buena sintonía que contrasta con las tensiones en la relación entre Arabia Saudí y Estados Unidos después del asesinato en 2018 del periodista y columnista del Washington Post Jamal Khashoggi por agentes saudíes.

Gadel considera que Rusia no tiene las capacidades de reemplazar los aliados tradicionales que son Estados Unidos o algunos países europeos para los países del Golfo, pero que son conscientes de que el equilibrio de fuerzas está cambiando. "Frente a un mundo multipolar, necesitan diversificar sus alianzas, tanto estratégicas como comerciales. En este sentido, la guerra en Ucrania es una prueba para esa nueva estrategia de los países de la región”, explica la investigadora. “Han desarrollado una narrativa de equilibrio, no quieren tomar parte por ninguno de los dos bandos”, pero, como para los países del sur, esta posición “será difícil de mantener si la guerra se instala de forma larga”, vaticina Gadel.