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Salud

Los datos tras una década de "cultura del medicamento" en España: el consumo de antidepresivos ha crecido un 40%

  • La mejora de varios fármacos se une a las estrategias de la industria y a su uso como recurso para acabar rápido una consulta

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Crecimiento del consumo de medicamentos en la última década
Los antidepresivos, las pastillas para el colesterol y los nuevos tratamientos para la hipertensión lideran el aumento del consumo de fármacos en la última década.

"Voy al médico a ver si me receta algo". Detrás de esta frase inocente que más de uno habrá pronunciado alguna vez, se encuentra lo que los especialistas definen como una "cultura del medicamento" en España. Un exceso de confianza en los fármacos por parte de pacientes y médicos que ha hecho que el consumo de medicinas con receta en nuestro país esté a punto de superar los 1.000 millones de envases dispensados, según ha publicado recientemente el Ministerio de Sanidad, con datos hasta noviembre de 2021.

Los antidepresivos -con un crecimiento de las dosis diarias por cada 1.000 habitantes cercano al 40% en una década- las pastillas para el colesterol (36%) y los nuevos tratamientos para la hipertensión (32%) lideran el incremento del consumo de medicamentos. Más de la mitad de las pastillas que recetan desde la atención primaria se utilizan para el tratamiento de patologías que afectan a los sistemas nervioso y cardiovascular.

Además de los avances científicos y de las estrategias de las empresas farmacéuticas para posicionar sus medicamentos, los profesionales médicos y farmacéuticos consultados por DatosRTVE consideran que este uso de las medicinas es un reflejo de nuestra sociedad: un país desarrollado, con una población cada vez más envejecida y sedentaria, en el que crece la tendencia a medicalizar el malestar psíquico.

El consumo de antidepresivos no para de crecer desde 2012

Utilizados para tratar la depresión, diversos trastornos psicológicos, ciertos desórdenes de la conducta alimentaria y alteraciones del control de los impulsos, la prescripción de antidepresivos no ha dejado de crecer desde 2012 y registró en 2021 su mayor incremento interanual. Su consumo hasta noviembre del año pasado fue un 7,5% más que el conjunto del año anterior, que es una consecuencia de la pandemia para los expertos.

Los españoles consumen cada día más de 92 antidepresivos por cada 1.000 habitantes. Si bien estas cantidades no alcanzan el consumo de medicamentos para el colesterol o el de los protectores de estómago, están por encima del de antitrombóticos o de los fármacos más consumidos para controlar la hipertensión.

"Es probable que haya un abuso de los antidepresivos", reconoce el médico de familia José Luis Quintana, que destaca que los tratamientos no farmacológicos requieren más tiempo y recursos de los servicios sanitarios. Pero este no es solo un problema de los médicos, ya que, "culturalmente, uno va al médico y espera que le den una receta", añade desde su puesto de coordinador del grupo de Farmacoterapia de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (Somamfyc).

El aumento de los antidepresivos contrasta con un consumo más sostenido de ansiolíticos, medicamentos que afectan a otra parte del sistema nervioso, pero cuyo mayor recorrido en el mercado los ha hecho menos fiables a la hora de tratar ciertas patologías psíquicas.

Entre los "inconvenientes" que se han encontrado para los ansiolíticos, Quintana destaca que favorecen las caídas y los olvidos en las personas más mayores, e incluso "hay quien dice que parte del deterioro cognitivo podría venir de ahí". Por eso ahora se recetan más antidepresivos, "aunque todo apunta a que podrían surgir alarmas similares en el futuro", añade el doctor, que explica que se trata de un efecto secundario común en todos los medicamentos que producen una cierta sedación.

El uso de antiinflamatorios cae un 25% en diez años

Algo parecido ha pasado con los antiinflamatorios no esteroideos como la aspirina. Aunque su uso ha aumentado en los últimos meses, se ha reducido un 25% durante ésta década. De nuevo, lo ha hecho por inconvenientes que se han descubierto con el paso del tiempo. "A los problemas digestivos que se conocían desde hace 20 años, se han ido añadiendo problemas sobre el control de la hipertensión o sobre la función del riñón, y eso ha limitado mucho su uso en algunos segmentos de la población", relata Quintana.

Para Eduardo Satué, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), lo alarmante de este descenso se encuentra en la otra familia que forma parte de este grupo: los antirreumáticos. "Son medicamentos que el paciente tiene que tomar sí o sí, y [la bajada en el consumo] puede significar una falta de adherencia al tratamiento".

En este sentido, destaca Satué, la pandemia ha generado muchos problemas en pacientes crónicos que no se han contagiado de COVID-19, pero que se han relajado en el seguimiento de sus pautas. "Me preocupa sobre todo la bajada del consumo de medicamentos contra la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), tratamientos con una adherencia difícil para los pacientes que se ha visto agravada por los efectos de la pandemia".

Protector de estómago: un caso de ‘fama’ más allá de la solvencia

Los agentes contra la úlcera péptica y el reflujo gastroesofágico, también conocidos como inhibidores de la bomba de protones, son el medicamento más consumido año tras año desde 2010. Se trata, explica Quintana, de un fármaco "de acreditada solvencia" en determinadas patologías, que además llevó a cabo "una conversión muy inteligente" hace unos años.

Rebautizados como protectores de estómago, el portavoz de Somamfyc explica que el uso de estas pastillas se ha extendido más allá de aquello para lo que fueron concebidas: "Convertir a un medicamento en el protector de estómago cuando la mayor parte de las medicinas son de administración oral está muy bien, porque quien tomaba ocho pastillas, ahora toma nueve".

Por qué los protectores de estómago en realidad no protegen

En el caso de los agentes modificadores de los lípidos que se utilizan para controlar el colesterol, continúa Quintana, la industria no es el principal agente implicado. Su prescripción ha crecido un 4,7% en el último año. "Ese consumo desbocado responde a muchas cosas: primero, al envejecimiento poblacional normal y, al mismo tiempo, a que se fijan objetivos [de tasas] de colesterol más bajos y cada vez se necesiten más fármacos para alcanzarlos", explica Quintana.

¿Cuánto gastamos en medicamentos?

Por lo que respecta al bolsillo, gastamos más en tratamientos para la diabetes y antitrombóticos que hace una década porque, según explican los expertos, estamos ante una nueva generación de estos preparados que mejoran sus resultados. El precio medio por envase de los medicamentos para la diabetes ha pasado de 16 euros en 2011 a 36 euros en 2021, mientras que el de los antitrombóticos ha crecido de 10 a 23 euros.

Por el contrario, los antidepresivos se han abaratado casi un 30%, desde los 17,5 euros que costaba cada envase de media en 2011, hasta los 12,3 que vale hoy. También han bajado de precio algunos medicamentos para la hipertensión, como las angiotensinas, y los antiinflamatorios. Esto equilibra el gasto medio en medicamentos, que se ha mantenido en torno a los 13 euros por envase durante la última década.

No es tanto el aumento de los precios, como el incremento de unidades dispensadas, explica Satué. Según el análisis que hace el portavoz de SEFAC, mientras el consumo crece de forma normal por el envejecimiento de la población, "el gasto en medicamentos dispensados por las farmacias comunitarias de la atención primaria ha sido más o menos parejo a la subida del IPC". Un desembolso que, a su juicio, es "bastante comedido" y que se ha controlado en virtud de recortes periódicos impulsados desde las administraciones.

SIGRE, la organización sin ánimo de lucro de la industria, la distribución y las farmacias para la gestión de residuos farmacológicos cuantifica el desperdicio de medicinas en 91,92 gramos de envases y restos de medicamentos recogidos por habitante y año en 2020. Sin embargo, para los expertos el problema va más allá de la fecha de caducidad y se focaliza en que el paciente siga las indicaciones del prospecto y utilice bien la medicación.

"La cuestión para mí no es que se consuman tantos o cuántos medicamentos; es si se hace un uso adecuado de ellos", reflexiona Satué, que denuncia el "retraso" de España en la implantación de programas de seguimiento de consumo y efectos secundarios que integren a médicos, sanitarios y farmacéuticos.