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Premios Goya

¿Está en peligro el cine de autor? Los nominados a los Goya responden

  • Pedro Almodóvar, Fernando León de Aranoa, Iciar Bollain y otros nominados opinan sobre la evolución del cine como arte
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Cineastas con películas nominadas a los Goya 2022 analizan la evolución del cine como arte.
Cineastas con películas nominadas a los Goya 2022 analizan la evolución del cine como arte.

A los hermanos Lumière se les atribuye no solo la invención del cine sino también la recurrente profecía de que era un invento sin futuro. La historia del arte cinematográfico es la continua historia de pérdida de espectadores en salas, pero más allá del debate sin fin sobre el futuro del cine como espectáculo colectivo, en paralelo se debate sobre la evolución del lenguaje cinematográfico.

¿Está estancada la evolución del lenguaje audiovisual? ¿Se ha impregnado de cierto estancamiento cultural general de nuestro tiempo? ¿Cómo afecta los distintos modos de distribución a las convenciones narrativas? ¿Se está perdiendo el cine más poético y experimental en comparación con otras décadas? Cineastas españoles responden a esa pregunta desde distintos ángulos. Nadie duda de que siempre se demandarán series y películas, independientemente de su modo distribución. Se trata de valorar qué pierde o qué gana lo audiovisual como arte durante el cambio de paradigma industrial.

El punto de partida es cierta esperanza que expresa Pedro Almodóvar: “Llevaba mucho tiempo viendo malas películas y ver Annette y Titane en Cannes me ha hizo recuperar la esperanza de que es posible encontrar gente que haga algo completamente original y pensando en sus propias tripas”.

Aunque, tras el destello, el escenario es más sombrío: “Todas las circunstancias, sobre todo por cómo se concibe la producción de cine y las plataformas, están en contra de la película de autor. La película absolutamente independiente es la que tiene menos facilidades. Estamos condenados a que las películas se vean a través de las plataformas y solo quedarán algunos autores como en plan museístico”, vaticina el director de Madres paralelas.

[TODOS LOS NOMINADOS A LOS PREMIOS GOYA 2022]

¿Son las narraciones audiovisuales cada vez más homogéneas?

En uno de sus aforismos, Robert Bresson dejó escrito: “llamarás bella a la película que te dé una idea elevada del cinematógrafo”. La menguante búsqueda de aquello que es una cualidad única del arte audiovisual es la idea en la que lleva unos años insistiendo Martin Scorsese (cuyas palabras a veces se han malinterpretado como una oposición a las películas de Marvel que triunfan en las salas).

La película absolutamente independiente es la que tiene menos facilidades (Pedro Almodóvar)

“Está pasando: Hay un desinterés por el lenguaje cada vez mayor”, sostiene Rodrigo Cortés, director de El amor en su lugar. “Hay una progresiva dejadez del lenguaje en pos de la ‘teórica’ trama. Las series, evidentemente con excepciones maravillosas, se han convertido en algo así como el libro del que no lee y se valoran en términos casi literarios, en virtud de si apruebas las decisiones que toman los protagonistas, si engancha o no. Scorsese es un ejemplo de que el qué es el cómo y el cómo es el qué, y de que el lenguaje es fundamental a la hora de abordar las historias. La posición de la cámara nunca es neutral”.

Algunos cineastas apuntan a que la progresiva implantación de las plataformas como estándar audiovisual lima la diversidad, ampliándose el espacio del gusto medio. “Las plataformas exigen, por un lado, una homogeneización de la imagen, en parámetros técnicos y estéticos; y, por otro, una homegeneización en cómo se cuenta”, sostiene Jonás Trueba, nominado a mejor documental por Quién lo impide. “Ni en la época de los grandes estudios en los años 30, ni en la guerra entra la Metro y la Paramount, había esas exigencias. Y ese cine de poesía, que va más allá de la trama, del argumento y de lo adictivo, queda fuera”.

Almodóvar relaciona las intenciones del autor con el modo de consumo. “Lo decía ya Susan Sontag cuando hablaba de los cines domésticos. Me da la impresión de que al pensar en tu película para la televisión adoptas, sin darse cuenta, otra forma de narración. Y, al contrario, el autor que sabe que su película se va a ver en el cine, la hace de otro modo”.

Manuel Martín Cuenca, nominado a mejor dirección por La hija, anima a destruir las barreras mentales. “El lenguaje audiovisual no existe. El estancamiento proviene de pensar que existe un lenguaje audiovisual, que no deja de ser una convención. Un primer plano no significa lo mismo nunca. Y un travelling no significa lo mismo en Wes Anderson que en Tarkovsky. El problema es cuando la industria establece un lenguaje audiovisual y trata que las películas se hagan con ese lenguaje. Las plataformas y televisiones han creado un molde. Llegan a más gente pero me parece un horror porque es un corsé para la creatividad. Hay una domesticación de los recursos cinematográficos”.

¿Se está acelerando el lenguaje audiovisual?

Clara Roquet, directora de Libertad, señala a una evolución (o involución) en el ritmo narrativo. “Nos hemos vuelto demasiado impacientes. El otro día volví a ver Tiburón (Steven Spielberg, 1976) y ahora sería una película lenta. Nos hemos acostumbrado a otro ritmo y, en parte, tiene que ver con la necesidad de las plataformas de enganchar rápido a los espectadores ante tanta oferta. Incluso tienen todo un sistema de algoritmos de cuánto tiene que durar un plano. Y la duración del plano es un ingrediente indispensable de la narrativa”.

Nos hemos vuelto demasiado impacientes. Tiburón sería una película lenta (Clara Roquet)

“¿Qué película gana el premio a mejor montaje en los Goya siempre? La que más planos tiene”, se pregunta y contesta Manuel Martín Cuenca. “Es la idea de que el mejor montaje es la que más cortes tiene. Es ridículo. El montaje a veces es acortar y a veces es alargar. Eso es el ritmo”.

Y señala que es un proceso reversible con una anécdota: “Cuando proyectábamos La mitad de Óscar a estudiantes de 20 años la rechazaron inmediatamente por su lentitud. Luego hicimos un pase para alumnos de 13 años. Pensaba que me iban a matar, pero les gustó más porque no estaban domesticados todavía: no la veían todavía como si fueran a ver cualquier película de televisión”.

Marcel Barrena, director de Mediterráneo, apunta que es solo una técnica de vocación comercial: “Criticar un lenguaje más rápido es absurdo. Vivimos en la época del tweet, del frenesí, del next. Spider-Man: No Way Home narrativamente es una maravilla, pero es un discurso completamente meta, con saltos de pantalla, el lenguaje de las nuevas generaciones. El cine mainstream cambia porque quiere interesar, pero está claro que no es la película que va a ganar el Oscar. Pero soy optimista: el cine artístico encuentra su camino. El público adulto ya no va al cine, pero una de las películas del año es Drive my car. Y en los festivales de cine sí que se pone en valor películas de ese corte. La última Palma de Oro es una película radical como Titante".

¿Existe público que demande esos contenidos?

La pregunta más difícil de cuantificar, la más tramposa y quizá la más importante: Jean Renoir decía que la condición esencial ligada a la calidad de una obra de arte “es la calidad del público que hace vivir a los artistas”.

Daniel Monzón, director de Las leyes de la frontera: “Estoy desgraciadamente de acuerdo en que se ha estandarizando una manera de narrar y se está perdiendo esa capacidad de experimentación, pero pienso que tiene que ver con que cada vez hay menos público que demande eso” sostiene. “Se está perdiendo capacidad de experimentación y es una pena, porque ves una película de Orson Welles y no puede ser más moderna. Las propuestas que se basan en describir una atmósfera, o plantear algo poético como hacía Tarkovsky, ya no existen tanto”.

Llegamos a la pescadilla que se muerde la cola. ¿Es el mercado el que satisface al público o el público se moldea por el mercado? Oscar Wilde señalaba el arte “jamás debía intentar hacerse más popular” sino que debe ser “el público el que debería hacerse más artístico”. ¿Es posible?

“Me pregunto mucho sobre la gente joven que crece viendo series, que me encantan, pero que tienen otras normas. Todo son preguntas”, se cuestiona Iciar Bollain, directora de Maixabel. “Creo que el cine de ideas, que habla de la vida, tiene menos espacio y gana terreno el cine de espectáculo, de entretenimiento, de género. No sé si volverá a recuperarlo”.

Monzón trata de dar respuesta: “Se está estandarizando un lenguaje, una nueva forma de narrar. Las nuevas generaciones se educan viendo muchísimo material audiovisual de plataformas cortadas por un mismo patrón. Como están orientados a la televisión prescinden de planos generales y de todo lo que signifique riesgo, salvo contadas excepciones”.

¿Es más difícil para un autor buscar un hueco en la industria?

Paolo Sorrentino señalaba en San Sebastián que el arte del autor siempre ha sido llevar a la industria a su terreno: "Es la historia del cine: tanto dinero de por medio impide la experimentación por que actuar a escondidas de los productores. Es un truco viejo, un juego de policías y ladrones entre productores y directores: experimentar vendiendo a los productores que es un producto para el gran público”.

Fernando León de Aranoa, nominado por El buen patrón, razona que siempre hay espacio para la evolución: “Hay muchas formas de innovar en el lenguaje. No todo pasa por lo experimental. La teoría de la fábula universal dice que llevamos contando la misma historia más de 2.000 años. Lo novedoso está en la mirada, en cómo se aborda un tema. Cuando aparece algún guion nuevo tiene que ver con los personajes, las emociones, más que con el lenguaje en sí mismo. Y siempre hay sitio para que aparezcan nuevas voces”.

Un cineasta tan bien asentado en la industria española como Paco Plaza (La abuela) apunta a que el acceso se estrecha: “El cine es un arte tan comunicado con la industria que es complicado encontrar un equilibrio. Autores rentables son Tarantino, Almodóvar y pocos más en el mundo. Fenómenos como Parásitos son muy puntuales”.

Marcel Barrena duda: "Los grandes autores no desaparecerán porque ya existen, pero el problema puede ser el acceso para los nuevos. Pero creo que las plataformas buscarán espacio para lo comercial y para lo que no lo es tanto. También querrán hacer La mano de Dios y Roma".

¿Es el cine menos relevante para la cultura?

Quizá entonces el cambio sea que el cine se está desplazando del corazón de la cultura y la sociedad. El nacimiento de la cinefilia estaba vinculado a un producto, la película, que era un bien escaso. En el nuevo mundo, lo audiovusual es un bien abundante y ubicuo, lo que obligatoriamente tiene un impacto psicológico en el valor que el espectador le otorga. “Siempre he escuchado que cuando se estrenaban las películas de Bergman en España eran taquillazos”, expone Roquet, como quién recuerda un mito.

Es el momento de que el cine suba su apuesta estética (Paco Plaza)

La época en la que cineastas como Fellini, Coppola o Bertolucci podían hacer mastodónticas superproducciones de autor que generaban dinero queda lejos. “Hay que aceptar y asumir que el mundo ha cambiado y el cine se ha desplazado del lugar central que tenía en la cultura del entretenimiento”, apunta Jonás Trueba.

¿Hay motivos para el optimismo?

“Toda generación habla bien de la década anterior y cree que el mundo se acaba en la propia”, propone como axioma Cortés. “Y la historia nos demuestra que siempre hay grietas en el muro y siempre hay una forma de expresar cosas de forma interesante: incluso en el mundo de la multicámara y el montaje de apaño sigue existiendo Paul Thomas Anderson”.

Julia Ducournau, una de las aludidas de Almodóvar, de hecho, reivindica a su generación: “Puedes encontrar ese cine poético en el cine independiente. Para ser honesta, he visto muchas películas que encuentro muy poéticas, especialmente de género donde creo que hay una nueva ola. No puedo estar de acuerdo en que ahora el cine sea menos poético porque hablamos de mi generación y no quiero decir que mi generación es así: sería horrible”, afirmaba en una entrevista con RTVE.es.

Incluso en el mundo de la multicámara y el montaje de apaño sigue existiendo Paul Thomas Anderson

Clara Roquet abunda en esa idea: “Hay rincones de cine experimental que quizás son menos reconocidos por el público. Lo veo mucho en un tipo de documental que es más híbrido y donde hay películas que escapan a cualquier norma, encuentran esos espacios poéticos y lo reivindican".

Paco Plaza cree que, saciada la demanda narrativa del espectador con las series, las salas pueden renovarse como templo de lo poético. “Creo que hay un espectador que demanda eso y hay un lugar para que el cine se convierta en un espacio más arriesgado y de propuestas más exigentes. Annette es una película que me ha hecho vibrar en el cine y en mi casa la hubiera quitado a la media hora porque prefiero ver La casa de papel. Es el momento de que el cine suba su apuesta estética”.