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Coronavirus

El pasaporte COVID, una controvertida medida que divide a las comunidades: "Ahora tiene menos sentido"

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Un camarero trabaja en una terraza de Valencia.
Un camarero trabaja en una terraza de Valencia.

El certificado COVID se ha convertido en una de las principales herramientas en la gestión de la pandemia, sobre todo como incentivo para la vacunación de aquellas personas más reticentes, aunque su eficacia a la hora de contener la transmisión del virus ha sido cuestionada repetidas veces, especialmente tras el surgimiento de la variante ómicron y su capacidad para evadir la protección inmunitaria. Este documento, que acredita que su portador se ha vacunado contra la COVID-19, se ha recuperado de la enfermedad o dispone de una prueba negativa; es también esencial para garantizar la movilidad internacional, tanto dentro como fuera de la Unión Europea.

En los últimos días, diferentes comunidades autónomas españolas han aparcado esta medida, y ya no pedirán el certificado sanitario para acceder a lugares de ocio y otros establecimientos públicos. Es el caso de Cataluña, Asturias y Cantabria. Aunque otras han ratificado su uso recientemente, como Andalucía, Galicia, Comunidad Valenciana, Navarra, País Vasco o La Rioja. Un tercer grupo integrado por otras como Extremadura, Castilla y León, Madrid y Castilla-La Mancha prescindieron de esta herramienta y no la están utilizando.

Desde el primer momento, el pasaporte COVID ha suscitado polémica, ya que las personas vacunadas, y también las que han superado la infección previamente, siguen siendo susceptibles de contagiarse y transmitir la enfermedad. Además, se ha criticado que en espacios tan delicados desde el punto de vista epidemiológico como bares y restaurantes, el certificado podría ser incluso contraproducente, ya que aportaría una falsa sensación de seguridad que conduciría a que se relajasen las medidas de protección. La aparición de la ómicron, y su contagiosidad explosiva, no ha hecho más que reforzar las posturas contrarias. Sin embargo, también hay expertos que siguen defendiendo su uso.

"Cinco veces menos riesgo de infección"

"Lo que no acabo de ver es por qué específicamente con ómicron el certificado COVID deja de ser útil. Una medida tiene o no sentido independientemente de la variante", expresa a RTVE.es Jaime Jesús Pérez, miembro de la Asociación Española de Vacunología (AEV). "Si a lo que nos estamos refiriendo es que ómicron escapa a la inmunidad y por lo tanto no tiene sentido exigir la vacuna, la semana pasada los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaron un artículo que concluía que las personas con la dosis de recuerdo tienen cinco veces menos riesgo de infección que las no vacunadas", recalca, por lo que apunta a la conveniencia de que estos certificados también "incluyan las dosis de recuerdo".

"En un momento de ola pandémica tan alta como tenemos ahora mismo, sinceramente no creo que quitar medidas de ese tipo tenga justificación. Cuando ya pase la ola, igual que a lo mejor se quita la mascarilla en exteriores, que tiene muchísimo menos sentido desde un punto de vista epidemiológico, pues a lo mejor también el certificado", asegura este médico especialista en medicina preventiva, quien recalca que "es verdad que con ómicron hay más escape inmunitario, pero también es verdad que con una dosis de recuerdo este escape es menos importante, y en una ola de tan alta incidencia no es conveniente quitar medidas que en realidad no perjudican a nadie".

Aunque otras voces desde el ámbito de la ciencia cuestionan esta medida. Es el caso de Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), quien en un primer momento defendió su uso, pero cree que ahora el certificado COVID "empieza a tener menos sentido". "Con sus ventajas e inconvenientes, antes lo postulábamos por el impulso que se le daba a la vacunación, y luego hemos visto también que es una forma de proteger a los no vacunados, ya que no se les deja entrar a los lugares de riesgo, por lo que este grupo se ve beneficiado; además de otras consideraciones, como que se pueda seguir pidiendo en otras partes de Europa ", justifica, pero cree que" ya no existe ese equilibrio".

"Estamos ya en una fase en la que quien no se ha vacunado, difícilmente lo va a hacer. Además, las terceras y las cuartas dosis van a generar más polémica y a lo mejor va a ser una fuente de conflictos el exigirlas como pauta a seguir", añade, para concluir que "es buen momento para ir retirándo" el pasaporte sanitario, porque "ya ha hecho su trabajo".

Sí, pero en situaciones concretas

Pero Ortí sí que contempla que el uso de esta herramienta pueda permanecer para situaciones muy concretas. "Otra cosa es que quede un certificado de vacunación, como lo hay para la fiebre amarilla, y que a lo mejor no tiene que ser obligatorio pero sí recomendado para determinadas actividades de la vida social, como trabajar en un hospital, o en una residencia sanitaria, o para desplazarse a alguna zona con un riesgo especial por el motivo que fuese", valora.

En esta misma línea, Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), opina que la obligatoriedad del certificado COVID para acceder a lugares de ocio y otros espacios públicos "ahora mismo no tiene ningún sentido". "Incluso cuando se puso en marcha la última vez, desde nuestra sociedad ya dijimos que nos parecía que era una medida que podía ayudar a fomentar la vacunación, pero evidentemente no asegura en ningún momento que esa persona no sea contagiosa o no transmita la infección, por lo que desde el punto de vista de la transmisión del virus no tiene ninguna utilidad", apunta este médico.

Para Tranche, su mayor ventaja sería la de estimular a que las personas más reacias, aunque también apunta a que "en España tenemos una tasa de vacunación tan alta que ya es casi marginal quien no se haya vacunado". "A estas alturas, la gente que no se ha vacunado es porque no quiere", manifiesta.