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Claves de la semana

Seis de cada diez municipios españoles pierden habitantes: el fenómeno imparable -pero no inabordable- de la despoblación

  • Aunque en los últimos 20 años España ha crecido en 6,2 millones de personas, la población se concentra en las ciudades
  • Castilla y León, una de las comunidades más afectadas, pone el problema sobre la mesa de cara a las elecciones

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Datos de la despoblación en España
La España interior lleva años sufriendo la despoblación de sus municipios.

Los problemas de la despoblación vuelven a estar de actualidad con las elecciones en Castilla y León el próximo 13 de febrero y la concurrencia por primera vez de una candidatura autonómica que defiende los intereses de la llamada España vaciada.

Una cuestión que afecta de manera singular a esta comunidad: pese a ser la más extensa de España tiene menos población (2,38 millones) que la ciudad de Madrid. Pero lo cierto es que la despoblación afecta a gran parte del país y desde hace mucho tiempo.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó esta semana los datos definitivos del padrón municipal en España a 1 de enero de 2021, que han certificado que España ha perdido población residente por primera vez desde 2016. Y aunque en los últimos 20 años España ha crecido en 6,2 millones de personas, la población se concentra en las ciudades.

1. Seis de cada diez municipios pierden habitantes

Seis de cada diez municipios españoles (5.039, el 62 % del total) han perdido habitantes en las últimas dos décadas. Son los que se ven en color rojo en el mapa a continuación. En esas localidades, que se distribuyen por casi todas las provincias, viven ahora 1.131.149 personas menos que a comienzos de siglo.

El despoblamiento de amplias zonas de España viene de mediados del siglo pasado. Es producto de planes y decisiones políticas, pero también de la modernización social y económica. En palabras de Javier Esparcia, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Valencia, resultado de un sistema de poblamiento de la Edad Media, forjado en la Reconquista, y moldeado en el siglo XX.

Y las perspectivas, explica este geógrafo a DatosRTVE, no siempre son esperanzadoras. Dentro de otros 20 años, núcleos de población de en torno a 500 habitantes "tienen su viabilidad muy comprometida, salvo excepciones, porque no tienen capacidad suficiente para mantener sus servicios mínimos", por su propia dinámica, y aunque los gobiernos hagan "sobreesfuerzos" para dotarlos de recursos que por volumen de demanda no tendrían.

2. El debilitado sistema de núcleos rurales

El proceso de despoblación también ha debilitado el sistema de núcleos rurales, es decir, las redes que forman las agrupaciones de localidades cercanas que se proporcionan servicios mutuamente: cuando en tu pueblo no hay peluquería, centro de salud o una oficina bancaria, pero sí a diez kilómetros. La reducción de tamaño de localidades de referencia hace que pierdan músculo para mantener a los municipios menores a su alrededor.

El siguiente mapa muestra cómo la merma de poblaciones que en 2001 tenían más de 2.000 habitantes y ahora no los tienen afecta a las menores, las que tienen actualmente menos de 1.000 habitantes, que pierden no solo ese soporte, sino atractivo para seguir viviendo en ellas. "Cuando uno de esos bastiones para el mantenimiento del sistema rural se debilita, es determinante para el futuro de los municipios pequeños", explica Esparcia.

Si el problema es la falta de servicios en los pueblos pequeños, parecería que crearlos o poner dinero para que no se pierdan sería la solución. Pero para Javier Esparcia, las inversiones materiales no son la "varita mágica". Los equipamientos y las infraestructuras son necesarios para garantizar los derechos de los ciudadanos de municipios despoblados, pero no son decisivos. La experiencia prueba que ni polideportivos, ni polígonos industriales, instalaciones fotovoltaicas o eólicas han servido para retener población tanto en zonas rurales como urbanas, señala.

Hay un cierto grado de inevitabilidad en el despoblamiento de estas zonas hoy más vacías. "Estamos ante una reconfiguración del sistema de poblamiento a marchas forzadas, imparable", asegura, del que la despoblación solo es una de las patas. Las otras son el envejecimiento, la falta de natalidad y de fecundidad, la insuficiente inmigración. Si estas variables siguen a la baja, la España de las próximas décadas perderá población prácticamente sin remedio. El problema no es la gente que se va, sino la que no se reemplaza.

Para Esparcia, lo vivido en la pandemia con el retorno al campo es un suceso "anecdótico" y confiar en que la despoblación del ámbito rural se arregla con medidas puntuales tales como poner internet de banda ancha es directamente una "falacia".

3. Hasta 13 capitales de provincia perdieron habitantes

El descenso de población no afecta únicamente a pequeños pueblos que carecen de servicios, comercios o infraestructuras. Desde 2001, 13 de las 50 capitales de provincia españolas han perdido residentes, entre ellas Sevilla, Bilbao y Valladolid. La que más, Cádiz, que tiene ahora 23.727 habitantes menos que en 2001, el 17,27 % de su población de entonces. En Andalucía, también ha perdido población Granada (-4,8 %).

Más de dos tercios de la pérdida de población de toda la provincia de Sevilla corresponden a la capital andaluza, que en los últimos 20 años ha disminuido su censo en 18.286 personas. Sin embargo, el resto de municipios a su alrededor han aumentado su población, en algunos casos duplicándola o incluso triplicándola, como es el caso de Bormujos y Espartinas.

De entre las capitales con menor población hoy que en 2001, seis están Castilla y León: León, Salamanca, Zamora, Valladolid, Segovia y Palencia. Entre todas han perdido 62.968 habitantes, dos terceras partes de los 96.286 que ha bajado toda la región. Y en ellas se repite el mismo fenómeno. Las capitales pierden población, pero la ganan los municipios que forman su cinturón. Un fenómeno bien conocido por los demógrafos, y con una causa sobre todo económica, por el encarecimiento del precio de la vivienda en las zonas urbanas.

De esta forma, Valladolid capital ha perdido más de 20.000 habitantes en estas dos décadas, pero municipios como Arroyo de la Encomienda han ganado 16.000, multiplicando por cinco su población. Igualmente, si Salamanca tiene ahora 15.000 habitantes menos (-9,6 %) que en 2001, a unos diez kilómetros al norte Castellanos de Moriscos ha pasado de ser un pueblo de 400 habitantes a más de 2.800.

También han perdido población las ciudades de Santander, Granada, Ourense, Santa Cruz de Tenerife y Bilbao. En Cantabria, aunque 50 municipios han perdido 30.397 habitantes en lo que va de siglo, casi el 43 % los ha cedido la capital, Santander, al tiempo que todas las localidades a su alrededor han ganado población.

4. Una distribución "anómala"

Los mapas anteriores, y también el siguiente, muestran la "anomalía" demográfica de España. Un país en el que existen muchos municipios con muy poca población y, a la vez, una alta densidad de población en las áreas que sí están ocupadas

La densidad de población media en España es de 93,6 habitantes por kilómetro cuadrado, pero mientras hay ciudades con más de 5.000 habitantes por km², como Valencia y Madrid, o más de 16.000, en Barcelona capital, ocho de cada diez municipios (6.636, el 81,6 % del total) tienen una densidad menor a la media, y en ellos viven 8.232.454 personas, el 17,3 % de la población española.

Según los criterios de la Unión Europea, un municipio se encuentra en riesgo alto de despoblación cuando su densidad es inferior a 12,5 habitantes por km². En España hay 3.948 municipios con una densidad menor, albergando en conjunto 1.295.587 habitantes.

5. Muchos municipios pequeños ocupan mucha superficie

España es un país con muchos municipios, pero en la mayoría de ellos vive muy poca gente. En las 5.002 localidades de menos de 1.000 habitantes salpicadas por el país, solo vive el 3,1 % de la población. Por el contrario, cuatro de cada diez habitantes (39,9 %) reside en una ciudad de más de 100.000 habitantes y el 16,1 % de los españoles vive en una ciudad de más de 500.000 habitantes.

Desde el punto de vista de la estructura administrativa, es una gran descompensación: casi dos terceras partes de la administración local cubren solo a un 3 % de la población y acapara un 41 % de la superficie del país. Cuando se consideran los municipios hasta 2.000 habitantes, no cambia mucho. Son el 6 % de la población, el 73 % de los municipios y el 55 % del territorio, "un sistema muy desequilibrado que va a seguir causando disfuncionalidades", señala el geógrafo Javier Esparcia.

Probablemente, la despoblación no tenga solución, al menos en algunas partes, y las políticas para frenarla no deberían buscar la fijación de población a toda costa. "No podemos impedir que haya poblaciones que cambien sus funciones", apunta Javier Esparcia, es decir, que pasen de ser lugar de vivienda y trabajo para todo el año a, por ejemplo, espacios de uso estacional para las segundas residencias o el turismo rural.

Hoy en día, además, la gente tiene más movilidad para permitirse vivir en municipios alejados de su trabajo y encuentran más comodidades en localidades más grandes, zonas rurales intermedias más atractivas para trabajadores y familias que los pueblos pequeños.

"Por eso son importantes las cabeceras comarcales. No podemos impedir que algunos pueblos desaparezcan, pero sí podemos conseguir que la gente no se vaya a las ciudades y se quede en el municipio que es cabeza de comarca", concluye el catedrático. Un cambio de mentalidad para los gestores políticos del reto demográfico.

Posdata: lo que se encarecen los alimentos del campo a la mesa

La subida de los precios de los últimos meses se ha hecho notar especialmente en la cesta de la compra y, en particular, en los alimentos. En el camino del campo a la mesa, naranjas, mandarinas y limones son los productos que más han visto crecer su precio final, según el índice de precios en origen y destino de los alimentos (IPOD) que publica mensualmente la organización agraria COAG.

En general, los productos agrícolas multiplicaron al cierre de 2021 su precio por 5,39 desde la cotización en el campo hasta el precio de venta al público en las tiendas, mientras que los derivados de la ganadería (pollo, cerdo, conejo o huevos) lo hicieron por 3,13. Por productos, el cerdo es el que más se ha encarecido, al pasar el kilo de carne de 1,04 euros en origen a 5,99 euros en los puntos de venta, es decir, un 476% más. Y el mayor encarecimiento relativo es de los cítricos: las naranjas han multiplicado su precio por 16,5.

La subida de los precios en la última parte del año, motivada por el alza de las materias primas y la subida de los costes de producción, ha hecho saltar las alarmas en el sector primario, que teme por la viabilidad económica de sus explotaciones