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Coronavirus

¿Cómo evitar una cuarta ola por sorpresa? Rastreo, aguas residuales y otras herramientas para seguir al virus

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El virus en aguas residuales o un repunte de ingresos hospitalarios deben hacer saltar las alarmas, según los expertos
El virus en aguas residuales o un repunte de ingresos hospitalarios deben hacer saltar las alarmas, según los expertos.

La cuarta ola de la pandemia de coronavirus en España es una amenaza inevitable, pero la capacidad de reacción será fundamental para poder modular la magnitud de su impacto, según los expertos consultados por DatosRTVE. La experiencia de las tres que ya hemos pasado demuestra que es imposible predecir con exactitud cuándo llegará. Por eso, los especialistas apuntan a seis herramientas -algunas desarrolladas durante la pandemia- capaces de evitar que el virus nos pille por sorpresa.

Un rastreo efectivo, los modelos matemáticos, el control de las variantes o la vigilancia de las aguas residuales pueden adelantarse al repunte de los casos. El objetivo es que los ingresos en los hospitales no sean los primeros en dar la voz de alarma y, en cualquier caso, las restricciones y la vacunación son dos herramientas básicas para frenar el impacto.

1. Rastrear el virus para tomar decisiones quirúrgicas

Estamos viviendo "un momento de optimismo" que, a la vez, exige actuar "con cautela y con precaución", reflexiona el portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) Manuel Franco, que advierte que "ya estamos viendo como suben los contagios en otros países europeos".

Una de esas precauciones es el sistema de rastreo. En marcha desde mayo, cuando España inició la desescalada del primer confinamiento, sirve para tomar decisiones sobre qué ámbitos de la actividad hay que controlar más o cerrar. La estrategia consiste en seguir la pista de todos los posibles contactos de un contagio confirmado para ponerlos en cuarentena y evitar que se generen nuevas cadenas de transmisión.

 

El trabajo recae muchas veces en los servicios de atención primaria, aunque actualmente hay 1.887 militares activos y formados para apoyar a las comunidades autónomas. De ellos, 137 están en Castilla-La Mancha, apoyando a otras 884 personas que se dedican a este trabajo. En La Rioja, por poner otro ejemplo, hay un rastreador por cada 1.885 personas.

A ojos del doctor en Salud Pública de Harvard, Elvis García, el rastreo en España se hace "a salto de mata" y de una manera poco coherente.

Desde junio lo normal ha sido detectar entre dos y tres contactos por cada caso diagnosticado. Y la tendencia se mantiene estable o decrece en todas las comunidades menos en Canarias, Castilla y León y el País Vasco, de acuerdo con los datos sobre la pandemia que publica semanalmente el Instituto de Salud Carlos III.

"Cada región implementa lo que quiere o lo que puede", señala el experto, que echa en falta una estrategia nacional que incluya el uso de aplicaciones móviles obligatorias. "Por desgracia, los gobiernos occidentales, por norma general, no han adoptado esta idea, quizás por miedo a la percepción de limitación de libertades", lamenta.

En España, la aplicación Radar COVID comenzó a funcionar en septiembre, su descarga es voluntaria y desde entonces solo se ha instalado en siete millones de dispositivos. El sistema funciona con códigos que las comunidades autónomas facilitan a las personas infectadas para que los introduzcan en la aplicación. En seis meses, el Ministerio de Sanidad ha notificado más de 2,7 millones de casos, pero solo se han introducido 53.250 códigos (un 2 % de todos los contagios).

2. Vigilar la presencia de SARS-CoV-2 en aguas residuales

Digital o analógico, el rastreo solo funciona cuando los síntomas de la COVID-19 ya han dado la cara. Sin embargo, los médicos saben que la enfermedad se incuba en el cuerpo unos días antes de que el paciente comience a sentirse mal. Por eso, territorios como la Comunidad de Madrid han puesto en marcha proyectos para adelantarse en la búsqueda del virus.

Nosotros le hacemos la PCR al agua residual

"Nosotros le hacemos la PCR al agua residual", explica a DatosRTVE el coordinador de Innovación en Red del Canal de Isabel II, Antonio Lastra. Es uno de los responsables del Sistema Vigía, un mecanismo de análisis a través de 289 pozos repartidos por la comunidad autónoma. Su estudio permite ver una evolución de la enfermedad del COVID-19 que se adelanta a otras curvas epidémicas.

Coronavirus en aguas residuales e ingresos hospitalarios
Coronavirus en aguas residuales e ingresos hospitalarios

Coronavirus en aguas residuales e ingresos hospitalarios Sistema Vigía / Canal de Isabel II / The Lancet

El sistema se comenzó a usar para seguir al coronavirus en los Países Bajos y en España se está aplicando en lugares como A Coruña, Valencia o Cataluña. La diferencia en Madrid es la metodología, explica el representante de la empresa pública de aguas, que ya ha divulgado los avances en la revista científica The Lancet.

"Buscamos restos del SARS-CoV-2 desactivados en pozos concretos y en horas concretas para adaptarnos a los hábitos de la gente", afirma Lastra. Toda esta información sirve para elaborar una curva que es prácticamente idéntica a la de Sanidad, pero que se anticipa a los datos oficiales. "La única diferencia es que "nosotros nos adelantamos entre tres y 11 días a la curva de ingresos hospitalarios, aunque seis días es lo normal", apostilla Lastra, que cuenta que los datos se comparten con el Gobierno autonómico para que la tenga en cuenta en sus decisiones.

"Cuando alguien está infectado, ya está excretando el virus antes de detectar los síntomas y, cuando estos aparecen y los médicos le hacen el test, han pasado entre siete y ocho días", ilustra el experto, que insiste en que, a pesar de que el sistema no permite saber quién está contagiado, sirve para ir por delante del virus.

3. Mantener las variantes bajo control

Asociado al rastreo del coronavirus, los expertos ven esencial el trabajo en los laboratorios. "Los resultados de las pruebas diagnósticas son indicadores valiosos para conocer las tasas de infección locales y nacionales, proporcionando datos objetivos que son determinantes para que las autoridades tomen decisiones y realicen intervenciones adecuadas", defienden la profesora de Investigación del Instituto de Química Avanzada de Cataluña Pilar Marco y el científico titular del Instituto de Microelectrónica de Barcelona del CSIC, César Fernández. Ambos firman un capítulo dedicado al papel del diagnóstico en la pandemia en el último informe sobre las investigaciones en torno a la COVID-19 en marcha en el organismo.

Tanto es así que, desde principios de año y a instancias de la Unión Europea, España ha implementado una estrategia nacional de secuenciación e identificación de las variantes a través de test víricos, aquellos que como la PCR detectan el material genético del virus.

"A través del rastreo y el estudio de los brotes se está intentando poder identificar a las personas y a las variantes", explica el portavoz de SESPAS Manuel Franco, que reconoce que "cada vez hay más esfuerzos de las comunidades autónomas y a nivel nacional y europeo para saber qué está ocurriendo con las mutaciones".

Sanidad ha avanzado que la secuenciación alcanza por ahora al 5 % de las muestras que dan positivo en una PCR, aunque los datos todavía no son públicos. Esto se debe a que las secuencias de algunas comunidades autónomas son parciales, por lo que aún no se ha cumplido el objetivo de extraer el ADN completo en este porcentaje, según han reconocido fuentes de este Ministerio a DatosRTVE.

Por otro lado, también está pendiente que toda la secuenciación se haga por muestreo aleatorio y que las muestras que se secuencien se elijan por motivos como la gravedad de los casos, escapes inmunitarios o casos importados de países de riesgo.

La detección de variantes como la británica -que suponía el 96,4 % de los casos de Asturias o el 84,6 % de los de Cataluña en la primera semana de marzo, de acuerdo con el último informe de Sanidad- permite tener más información sobre la capacidad de propagación de la enfermedad.

Este indicador sirve para adaptar los parámetros que utilizamos para medir el impacto a medio plazo de una incidencia determinada, comenta el doctor de Harvard Elvis García. Además, añade Franco, ayuda a decidir las vacunas que se compran.

4. Hospitales: la alerta evidente si falla todo lo anterior

Cuando los hospitales empiezan a saturarse, ya vamos tarde

Los sanitarios de primera línea han sido hasta ahora los primeros que han alzado la voz en cada una de las olas que ha atravesado España. Y las medidas han llegado días más tarde. Los ingresos en hospitales y UCI "son un indicio de repunte", señala García, pero advierte: no se trata de un marcador "temprano". "Cuando los hospitales empiezan a saturarse, ya vamos tarde", sentencia.

"Las epidemias no se controlan en los hospitales; se controlan en atención primaria, en la comunidad, con vigilancia epidemiológica, etc.", puntualiza en declaraciones a RTVE el experto en Salud Pública y exdirectivo de la OMS Rafael Bengoa, que llama a reforzar todas estas herramientas más allá de la cuarta ola: "Este no es el primer virus ni va a ser el último".

 

5. Pronosticar la pandemia: la epidemiología mira a la meteorología

¿Pueden las matemáticas ayudarnos a predecir un repunte de los casos? Para el investigador principal del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC Saúl Ares, todavía es demasiado pronto: "La ventana predictiva es muy pequeña, porque son procesos de naturaleza exponencial; los datos crecen muy rápido, pero también crecen los errores".

Ares lidera junto a la doctora Susanna Manrubia un proyecto que trata de predecir la dinámica epidémica de la COVID-19: "Estamos intentando entender por qué las epidemias vienen en olas. Tienen un factor que es climatológico, pero hay también un componente humano".

Crítico con el sistema de recogida de datos, algo que a su juicio "claramente ha fallado" en España por estar anclado en un modelo creado en 1927, su propuesta no intenta hacer predicciones precisas. Toma como ejemplo la predicción del tiempo, que permite hacer pronósticos a pesar de que lo que mide son fenómenos caóticos.

Hacen falta protocolos de recogida de datos rápidos, públicos y fiables

Hasta ahora, "vamos viendo con grano grueso y con retraso lo que va ocurriendo", por eso "hacen falta protocolos bien definidos y afinados de recogida de datos, con todo tipo de detalle, que funcionen rápido, que sean públicos, completos y fiables para dar de comer a los modelos", explica.

"Nuestro sistema de vigilancia epidemiológica tiene que ser reforzado", coincide el epidemiólogo del Instituto de Salud Global Alberto García-Basteiro, en el análisis de RTVE sobre la gestión de la pandemia. A la meteorología le ha llevado años ser capaz de desarrollar mecanismos lo suficientemente sofisticados, robustos y viables para hacer las simulaciones. En las pandemias aún queda "un camino largo por recorrer", afirma.

Por eso, trabajos como el de Ares y Manrubia no están enfocados en obtener resultados inmediatos, sino en hacerlo para posibles epidemias futuras. También podría ser útil "si vienen las cosas mal dadas y la protección de la vacuna dura poco", argumenta el investigador del CSIC, de modo que insiste en la importancia de aprender a diseñar estrategias para minimizar el impacto del virus.

6. Prevenir y vacunar: dos armas fundamentales

Sin una posibilidad efectiva de hacer predicciones, el crecimiento de los casos es el indicador que disparará todas las alarmas según los expertos consultados. Sin embargo, todos apuntan a que hay dos herramientas imprescindibles para modular de antemano el impacto de una hipotética cuarta ola: la prevención y la vacunación.

Para Manuel Franco, "la cuarta ola es probablemente inevitable" si se observa el comportamiento cíclico de la pandemia, pero "ya hemos aprendido qué herramientas tenemos para mantener la incidencia acumulada lo más baja posible".

Cada ola que hemos pasado es un testimonio de nuestra falta de reacción

"Una vez que estamos en tendencia ascendente, cada día que pasa sin tomar medidas drásticas ayuda al crecimiento exponencial de los contagios que lleva a miles de fallecidos; cada ola que hemos pasado es un testimonio de nuestra falta de reacción", añade Elvis García.

Tras la experiencia de las Navidades y en pleno periodo festivo por el puente de San José y la Semana Santa, las comunidades autónomas han frenado en seco la desescalada de restricciones que comenzó cuando el conjunto de España salió del riesgo extremo a finales de febrero.

El Consejo Interterritorial de Salud sabe que la flexibilización de medidas y la relajación ciudadana normalmente van seguidas de un repunte en los contagios, por eso ha acordado un marco común de restricciones. La decisión no se aprobó por unanimidad, pero ha sido acatada a regañadientes por comunidades como Madrid, que ha denunciado el acuerdo.

En este contexto, los epidemiólogos apuntan a otra herramienta clave: el plan de vacunación. "Es imperioso y necesario vacunar a los mayores de 70 años; no es de recibo que todavía no hayamos terminado de vacunarlos cuando suponen el 76 % de nuestros fallecidos", señala Franco, que insiste en mantener la incidencia baja para reducir la presión sanitaria y llegar a una cuarta ola con la mayor cantidad posible de población vacunada.