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Científicas contra la COVID en situación precaria: "A mí me gusta la ciencia, pero a la política científica no le gusto yo"

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Mujeres consagradas a la ciencia en la lucha contra la COVID-19

En la Fundación para Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio) estudian las variantes del coronavirus con el fin de prevenir futuros brotes en la pandemia de la COVID-19.

Allí trabajan siete mujeres cuyas vidas están consagradas a la ciencia y que comparten, además de su pasión por la profesión, la precariedad laboral: están sobrecualificadas, llevan años encadenando contratos temporales y su sueldo, en muchos casos, no llegan a los 2.000 euros al mes.

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Alma Bracho, epidemióloga molecular de virus, tiene 25 años de experiencia encadenando contratos temporales en distintos centros de investigación. Su actual contrato finaliza en menos de un mes.

"El convenio colectivo es de oficinas y despachos, nada que ver con la investigación. No tenemos pagas extras, no podemos acumular antigüedad. Me siento bastante abandonada. A mí me gusta la ciencia, pero a la ciencia no le gusto yo", explica Alma a Las Cosas Claras, de TVE.

Una política científica que permite que el 80% los trabajadores de la fundación, pionera en obtener el genoma del virus, se encuentren trabajando con contratos excedidos. Es el caso de muchos trabajadores como Llúcia Martínez, responsable del servicio de secuenciación de 43 años. Aunque han denunciado y se les ha reconocido el fraude de ley, solo pueden mejorar su situación volviendo a superar un proceso de selección para optar al puesto que ya están desempeñando.

"La gente que trabaja aquí está secuenciando el 60% de las muestras de toda España. Que no haya prácticamente gente con las capacitaciones que tenemos nosotros me parece suficiente demostración de la valía de la gente que está trabajando aquí".