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'Dear Werner': una peregrinación de Múnich a París en honor al dios del cine

  • Pablo Maqueda dirige un documental en el que recorre el camino realizado a pie por Werner Herzog en 1974
  • Se estrena en salas de cine el 20 de noviembre

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Siguiendo los pasos de Werner Herzog

"Quien habla solo –escribió Machado- espera hablar a dios un día". Y a un dios, el del arte cinematográfico, se dirige Dear Wener, el documental de Pablo Maqueda en el que, a solas con una cámara, un trípode y sus reflexiones, registra su viaje caminando un mes desde Múnich a París emulando el mismo trayecto que Wener Herzog emprendió, también a pie, en 1974.

En el caso de Herzog (que convirtió su aventura en un libro, Del caminar sobre hielo), el impulso era que su caminata ‘salvaría’ a la crítica y amiga Lotte Eisner, gravemente enferma en París. En el caso de Maqueda es una introspección filmada en busca de argumentos que justificasen su vocación herida de cineasta. Ambos asumen, de algún modo, que la épica del absurdo puede ser un modo de buscar sentido al mundo.

“Arranqué esta película totalmente hundido emocionalmente. Con mis ganas de hacer cine sepultadas bajo tierra después de tantos años de negativas. Y me parecía que el libro de Herzog era la herramienta necesaria para inspirarme y levantarme”, recuerda Maqueda.

Dear Werner arranca como una adaptación literalmente extrema: Maqueda busca senderos, edificaciones o cualquier indicio que case con las descripciones sueltas del libro Herzog. Y sobre las nuevas descripciones se escuchan en off las ideas y pensamientos de Maqueda y alguno del propio Herzog: “El mundo se revela a quienes caminan a pie”.

Maqueda, obviamente, admira a Herzog. Aunque su primer aprendizaje fue el de directores formales como Hitchcock o Kubrick, encontró en el cineasta alemán “un espíritu de locura, rabia y búsqueda de lo desconocido”. Herzog, además, prestó su voz para ilustrar pasajes de su libro, pudo ver la película y definió a Maqueda como “cineasta serio”.

El director de Fitzcarraldo o Grizzly Man es el motor y el inicio, pero la historia que Maqueda encontró fue la del desahogo de “uno de tantos y directores que siguen luchando por sacar sus proyectos” y la aventura “le ha servido para renovar su fe antes de rodar, en 2021, una película de producción convencional: La desconocida (basada en la obra teatral Grooming), con Manolo Solo, y Eva Llorach en el reparto.

La revolución de andar, filmar y pensar

Día y noche, ya sea en la espesura de la Selva Negra, internándose en una cueva, topándose con una cascada, ascendiendo una montaña, o pateando, al fin, las aceras de París, el plano subjetivo domina la película. En la era de la exhibición, el director opta por mostrarse confesionalmente, pero hurtando casi siempre su presencia física. Si andar es casi un acto revolucionario en un mundo acelerado; contemplar y forzar al espectador a mirar también es un acto de resistencia para un cineasta.

“El cine de contemplación es una herramienta muy en desuso por tendencias estéticas y por la voracidad con la que se consumen los contenidos”, opina. “Y es algo contra los que los cineastas tenemos que revelarnos cuando el proyecto, como este caso, lo exija. Aquí es una sensación muy cercana a los videojuegos de walking simulator, que han inspirado muchas tendencias que están funcionando”.

Dear Werner cumple así un arco transformador para Maqueda, que confirma en París cuando acude a la Cinemateca Francesa (“guardaba una muda limpia para ese día”) y accede al archivo de Lotte Eisner y al cinematógrafo primigenio: su película no dista mucho de lo que filmaban con asombro aquellos operadores que los Lumiére enviaron a todos los rincones del mundo.

En 1957, François Truffaut soñaba con la película del futuro como el diario íntimo de un joven cineasta, una cinta autobiográfica, verdadera y nueva: un acto de amor. Maqueda define Dear Werner como una película de tres (su productora Haizea G. Viana y el artista sonoro José Venditti), un ejercicio de libertad al que no quiere renunciar: “Me gustaría seguir alternando un cine más íntimo, personal, en el que lo único que me conecte con la película sea mi experiencia y nada más”.