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Coronavirus

Obesidad: un riesgo colateral del confinamiento y peligroso aliado del coronavirus

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La obesidad, un riesgo añadido a los pacientes con coronavirus

La obesidad siempre es un mal compañero de camino. Más todavía, en alianza con otras enfermedades. La experiencia médica con el Covid-19 ha permitido comprobar que el virus se vuelve mucho más agresivo en el caso de un paciente con obesidad.

Coral Montalbán, jefa de servicio de endocrinología, diabetes y nutrición del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander, asegura que individuos con sobrepeso y obesos son los que alcanzan los grados más graves de coronavirus, como aquellos que requieren ventilación asistida.

De esta peligrosa relación entre obesidad y Covid-19 vienen alertando los Centros para el Control y Prevención de enfermedades. Según la Federación Mundial de la Obesidad, se espera que de aquellos que contraigan el coronavirus un alto porcentaje tenga también un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 25.

El tratamiento médico de los enfermos de Covid-19 con obesidad es también mucho más complicado para el personal de enfermería, tanto para su colocación y manejo como para el transporte. La Federación Mundial de la Obesidad recuerda, además, que son pacientes más difíciles de intubar y que la obesidad dificulta la obtención de imágenes de diagnóstico debido a que los equipos para realizarlas tienen limitaciones de peso.

Engordando en tiempos de pandemia

Son varios los factores que nos llevan a engordar en estos tiempos de pandemia. El confinamiento es uno de ellos. Estar encerrado, con poco ejercicio físico y en estado de ansiedad hace que se coma más, que se coma a deshoras y que se coma peor.

Encierro, ansiedadson ingredientes que generan un cóctel que, si no se pone remedio, termina en aumento de peso y la obesidad. Esto es así porque la ansiedad y el malestar emocional activan hormonas y neurotransmisores que nos llevan a almacenar más cantidad de energía.

Una forma de "tener reservas" que, en realidad, es un viejo mecanismo de supervivencia del hombre a lo largo de su evolución y que, al detectar amenazas, lo lleva a comer no sólo más cantidad sino comida más calórica en previsión de necesidades futuras. El problema es que esto se hace comiendo justamente aquellos alimentos menos recomendables para no engordar: azúcar, chocolates, grasas, embutidos...

La ansiedad hace la compra

Entre las cosas que el Covid-19 está cambiando en nuestras vidas están nuestras prácticas de consumo... ¡Y para mal! Los superventas durante el confinamiento son precisamente aquellos alimentos menos indicados para mantenernos sanos. Las patatas fritas han aumentado un 87%, seguidas por el chocolate con un 79% y por la cerveza, con un 78%.

"La ansiedad, los problemas emocionales, el cómo afrontas -precisa la doctora Montalbán- esa ansiedad en cuanto a lo que es limitar la capacidad de actividad física, el elegir determinados alimentos, el utilizar la alimentación como una vía de escape a esa ansiedad", todo esto sube enteros al ponerse encima de la báscula.

Por este motivo, los profesionales de la salud recomiendan que, en vez de mirar hacia otro lado, se consulte a la báscula nuestro peso y quedarse con el dato para tomar conciencia y volver a meter los kilos de más en cintura.

¿Cómo? Estableciendo rutinas más saludables como cocinar en casa, eliminar los alimentos procesados. En casos de ansiedad y si no se consigue evitar comer, hacer un picoteo más saludable, como los encurtidos: pepinillos, cebollitas, frutas y verduras que, además de hidratar, aportan vitaminas y minerales.

"Muévete en casa"

El ejercicio físico es otro de los remedios seguros, la mejor forma de quemar las calorías que de otro modo, por innecesarias, se convierten en sobrepeso. Como medida, se aconseja realizar treinta minutos al día de ejercicio físico moderado pero rompiendo a sudar.

Para vencer la pereza, se puede recurrir a apps de diversas organizaciones relacionadas con la salud e incluso a vídeos que, en tiempos de pandemia, numerosos profesionales de todas las disciplinas suben a internet. Es el caso del espacio "Muévete en casa" con el que La2 de TVE anima a mantenerse en forma en tiempos de coronavirus.

Ritmo biológico: el orden de la actividad y el descanso

El ritmo biológico también es fundamental. Hacer cada actividad a su hora es otra de las cosas a tener en cuenta. Según la Dra. Montalbán, "activarse por las mañanas y a partir de media tarde y por la noche, descansar y dormir". "El dormir poco y descansar poco -insiste- repercute negativamente en la activación del sobrepeso y la obesidad".

Una de las razones es que los desórdenes horarios contribuyen a acentuar los problemas de insomnio, así como la ansiedad y la depresión que nos hacen más irritables y nos empujan a ingestas altamente calóricas.

Se dice que el Covid-19 no produce insomnio directamente pero sí las situaciones a las que nos obliga. La sociedad ha pasado de una actividad en ocasiones frenética a parar de golpe. A esto se suma encerrarse en casa, menos luz natural, menos actividad y más nervios que se derivan de la incertidumbre, la inseguridad y el propio encierro.

Según el Dr. Darío Fernández Delgado, médico de familia y psicólogo clínico, se trata de un insomnio transitorio. Tener conciencia de esto, es decir, "normalizarlo", es el primer paso para solucionarlo. Ayuda también "estar atentos esas trampas que nos hace nuestro cerebro cuando está muy angustiado, que es pensar de una manera tremendista, exagerando síntomas, desechar esos pensamientos anticipatorios".

Un retrato social: entre el sobrepeso y la obesidad

Según datos del ministerio de Sanidad, en España el 54,5% de la población adulta (mayores de 18 años) tiene exceso de peso y casi el 17,43%, obesidad. La obesidad, es también más frecuente entre los hombres, con un 18,2% frente al 16,7% en las mujeres. Las tasas son todavía más altas en mediciones de observatorios como la OMS (Organización Mundial de la Salud) y se prevé que ahora con el confinamiento estén empeorando.

Se estima que todos salgamos de esta etapa más gordos. Según los cálculos de los expertos, con entre cuatro y cinco kilos de más. Pero también, si no le ponemos remedio, con pérdida de capacidades aeróbicas, fatiga y atrofia muscular debidas a la inactividad física. Además, con pérdidas de hasta un 13% de la fuerza en los brazos y un 40% en las piernas.