Enlaces accesibilidad
Mejor película

Los Goya: Guerra Civil, bosques gallegos y una crisis creativa

  • Las cinco nominadas al Goya a la mejor película son incontestables

Por
Antonio de la Torre y Belén Cuesta, en 'La trinchera infinita'.
Antonio de la Torre y Belén Cuesta, en 'La trinchera infinita'.

¡Cómo me gusta decir obviedades cuando las obviedades son incontestables! Dicha esta obviedad, diré que este año las películas nominadas en los Goyaaunque alguna más habría yo podido poner ahí en esa lista. Pienso, por ejemplo, en Madre de Rodrigo Sorogoyen, que a mi me gusta mucho, y a otras personas que conozco también (y a otras no tanto).

Pero vayamos por partes a cada una de las candidatas, y empiezo por La trinchera infinita, la película que ganó en las votaciones de Días de Cine y que por tanto ganó como mejor película española de 2019. Debo decir que soy fan de su trinidad de directores, Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, una especie de Tres padrinos a quienes espero tener pronto en el programa.

Me gusta mucho La trinchera infinita por lo que cuenta, una de esas historias ocultas, demasiado, de la historia reciente de España, pero sobre todo por cómo lo cuenta, con un tratamiento del sonido como he visto pocas veces en el cine, y no solo el cine español. Buena parte de la historia la percibimos por cosas que oímos, pero la plasmación en la película es eminentemente cinematográfica.

'La trinchera infinita'

También me gusta mucho el uso del espacio, de la dirección artística y detalles como esas voces en la radio, o esas revistas, que nos sitúan en el tiempo en el que las cosas están sucediendo. Además, sus dos protagonistas, Antonio de la Torre, y Belén Cuesta (ganadora como mejor actriz en Días de Cine) están inmensos como Higinio y Rosa, pero poco he leído de la importancia de ese tercer personaje sobre el que construyen los suyos, el interpretado por Vicente Vergara, nominado como actor revelación en esta edición de los Goya, que es quien da todo el sentido a los 33 años de ocultación de Higinio y de abnegación de Rosa.

Billy Wilder los crea y ellos se juntan

La trinchera infinita habla con sinceridad de lo que derivó de la Guerra Civil, y de La Guerra Civil nos habla, de una forma poco habitual en nuestro cine, la estupenda Mientras dura la guerra, de Alejandro Amenábar, que comenzó con controversias falsas y prejuicios sectarios desde las más rancias derechas e izquierdas para acusarla de sectaria y falta a la verdad. Que la gente más rancia de este país, supuestamente antitéticos ideológicamente, digan lo mismo desde posturas distintas de una película como es Mientras dure la guerra, debería de explicarnos muchas cosas.

Como diría Ferrnando Trueba: Billy Wilder los cría y ellos se juntan. Mientras dure la guerra comienza con una imagen reveladora en blanco y negro, que a cualquier espectador inteligente que no pretenda ir a reventar una proyección de la película profiriendo alaridos totalitarios, le da una pista certera de por donde va. En blanco y negro no distinguimos si la bandera que vemos es la republicana o la roja y gualda. Y esa imagen simbólica, es la que dice todo sobre una película que, licencias cinematográficas aparte, ha decidido contar todas esas cosas que mucha gente no sabe, y me temo que prefiere no saber, porque prefiere conocer la verdad mitificada que todos tendemos a crearnos en nuestro pensamiento.

'Mientras dure la guerra'

Mientras dure la guerra es una película valiente que habla del daño las verdades absolutas, de como un general melifluo hace su propia lectura de un levantamiento militar republicano para retorciendo la historia, cambiarla definitivamente. Ese Mientras dure la guerra hace referencia al cargo que Francisco Franco recogió de los sublevados y que se convirtió en “de aquí a la eternidad”.

En medio, la figura de Miguel de Unamuno interpretado ejemplarmente por Karra Elejalde en sus millones de contradicciones, pero con toda su honestidad. Y ojo a ese Millán Astray que interpreta Eduard Fernández. La película sorprende porque nos descubre lo que comentaba antes, que la historia muchas veces ha acabado siendo algo que nos han contado a modo de cuento para que todo cuadre con respecto a un discurso oficial. En este caso el de los vencedores de la guerra, el franquismo, y por otro lado el de quienes nunca quisieron ver la deriva caótica y siniestra que tomada la República. Lo dicho, Billy Wilder los crea y ellos se juntan.

Crisis creativa de un cineasta de La Mancha

Dolor y gloria, para casi todo el mundo la película más personal y autobiográfica de Pedro Almodóvar, ha tenido este año la desgracia de toparse allá por donde va con Parásitos. Ganadora en Días de cine del premio Vida en Sombras (así llamado por la película de Llobet Gracia) por su amor incondicional al cine y a la pasión por hacerlo, desde una apuesta formal poco ortodoxa, la película es eso, además de una de las mejores del director, y desde luego, la mejor de los últimos años, y por supuesto, es un poco la versión de Almodóvar del 8 ½, de Fellini o de las a su vez versiones que fueron Stardust Memories de Woody Allen o All that Jazz, de Bob Fosse.

'Dolor y Gloria'

Un director en crisis creativa y de salud, un estupendo Antonio Banderas como alter ego del director manchego, se enfrenta a sus fantasmas del presente y del pasado evocándolos e invocándolos. Los recuerdos del pasado se mezclan con los miedos del presente, con un sentido del humor que a veces sorprender por el hecho de reírse un poco de sí mismo el director. Penélope Cruz, Asier Etxeandia, Nora Navas o la gran Julieta Serrano acompañan a Banderas en este redescubrirse y quitarse el polvo y la naftalina, rodada con elegancia y que ha conseguido lo que hace tiempo no conseguían las películas de Pedro Almodóvar: que guste a casi todo el mundo.

Poesía y western

Quedan Lo que arde, la sorprendente, o quizás no, película de Oliver Laxe, que se ha colado con su pureza cinematográfica como de otro tiempo entre las finalistas, e Intemperie, una película también con los crueles ecos de La Guerra Civil, basada en la novela de Jesús Carrasco, y que su director, Benito Zambrano, ha querido que tenga aroma del western más clásico.

'O que arde'

Ambas destacan por su trazo fino en la realización, muy distintas ambas, sin embargo .Pues si Laxe evoca con su cine, ya con sus anteriores títulos, a poetas/ascetas/cineastas como Tarkovski, Dreyer o Bresson, Zambrano evoca las líneas del western más puro, y muy en particular por la horizontalidad de sus planos, a los grandes westerns de Anthony Mann o los Espagueti-western de Sergio Leone.

'Interperie'

En las dos la naturaleza, de forma muy distinta, está muy presente, y ambas cuentan con personajes muy fuertes que son lo que son en la película, precisamente, por su relación con ese paisaje retratado por cada uno de los directores. A destacar en Lo que arde, además de esa capacidad casi panteísta de Oliver Laxe para filmar la naturaleza, esa maravillosa actriz no actriz que es (o no es) Benedicta Sánchez, así como en Intemperie a esos tres personajes que son los interpretados por Luis Tosar, Luis Callejo y el niño (a quien vimos en Techo y comida) Jaime López.

Dicho todo lo anterior, yo apostaría por La trinchera infinita (por ser estupenda y ser la mejor película española para Días de Cine de 2019), y aunque espero no equivocarme, el resto de películas me gustan lo suficiente como para entender que podría equivocarme, aunque, parafraseando a Bartleby, “preferiría no hacerlo”.​