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Elecciones EE.UU.

El sueño demócrata, en manos de Trump

  • Los demócratas sueñan con ganar la Casa Blanca y recuperar el Congreso
  • Según los sondeos, hay empate en el Senado y mayoría republicana en la Cámara
  • El Congreso es fundamental para que el próximo presidente desarrolle su política
  • Sigue minuto a minuto la jornada electoral en EE.UU. | Especial Elecciones en EE.UU.

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Los estadounidenses elegirán en las urnas mucho más que a su presidente

Los demócratas tienen hoy un sueño: ganar no sólo la Casa Blanca, sino también recuperar el control del Congreso, en manos republicanas desde hace dos años.

Además del presidente de Estados Unidos, el 8 de noviembre se renueva la Cámara de Representantes y se elige a un tercio de los cien miembros del Senado. Ambas cámaras del Legislativo cuentan con mayoría republicana. El Senado desde 2015, con 54 legisladores conservadores y 46 demócratas, y la Cámara de Representantes desde 2011, con con 247 congresistas republicanos frente a 188.

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El Capitolio es el símbolo del poder legislativo en EE.UU., la institución que controla la acción del presidente. Más del 75% de los estadounidenses no tienen una buena opinión de sus representantes políticos, según las encuestas, en gran medida por la polarización de los últimos dos años.

"Si podemos cambiar el Congreso y los senadores, eso vale mucho más que la victoria de Trump o Clinton", afirma a TVE David Dillen, un profesor de inglés que sigue desde Madrid las elecciones en su país.

De la victoria histórica de Obama al "pato cojo"

Los resultados del Congreso marcarán la capacidad de gobierno del próximo presidente del país. Barack Obama obtuvo una victoria histórica en 2008, y además su partido logró hacerse con el poder en el Legislativo, lo que permitió al mandatario contar durante dos años con el favor del Capitolio para avanzar su agenda. Pero la pérdida de la Cámara baja disparó las tensiones y acabó en 2013 incluso con el cierre del Gobierno por primera vez en 17 años. Lo peor para los demócratas, sin embargo, estaba por llegar con la derrota en ambas cámaras en las elecciones de mitad de mandato en 2014. Obama, convertido en “pato cojo”, –como se denomina en EE.UU. al presidente que en su última etapa pierde capacidad de mando- no ha tenido apenas margen de maniobrar para culminar su programa político.

"En estos comicios, los republicanos son quienes a priori lo tienen más complicado, ya que ellos ostentan la mayoría de los asientos que están en liza en la Cámara Alta, teniendo que defender sus resultados no solo ante los demócratas, sino también frente a los posibles efectos negativos que ha podido tener la campaña de Trump sobre sus candidatos", señala la corresponsal de Efe en Washington, Raquel Godos.

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Según los sondeos de RealClear Politics, los republicanos mantendrían la mayoría en la Cámara de Representantes, pero en el Senado la batalla está más ajustada, prácticamente habría un empate técnico.

El diario The New York Times ha soñado en uno de sus editoriales con las reformas de un Congreso de mayoría demócrata: "Podría hacer más para atajar el cambio climático. Podría recortar los impuestos para la clase media y los más pobres y aumentarlos a los ricos. Podría reconstruir carreteras e invertir en el transporte público. Podría arreglar los problemas persistentes con el Obamacare (reforma sanitaria)".

Las elecciones legislativas, el punto débil de los demócratas

Sin embargo, las elecciones legislativas y locales son uno de los puntos débiles del partido de Hillary Clinton. "Los otros son mejores que nosotros a nivel local", reconoció un funcionario demócrata al periódico neoyorquino. No tienen una buena cantera de cadidatos, en algunos lugares ni siquiera han presentado representantes, y los republicanos les sacan años de ventaja en la estrategia de "puerta a puerta", en la persuasión del votante local.

La campaña de Clinton, consciente de que estas flaquezas y de que llegar a la Casa Blanca sin una victoria en el Capitolio pondría las cosas muy difíciles a la ex secretaria de Estado, fortaleció en las últimas semanas sus esfuerzos por no solo llamar al voto presidencial, sino también apoyar a los legisladores con posibilidades de cambiar la balanza en el Congreso.

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Así, el propio Obama ha hecho campaña con los aspirantes demócratas al Senado en Florida y Nevada, Patrick Murphy y Catherine Cortez-Masto, respectivamente, mientras la primera dama, metida más que nunca en política, se ha volcado en Arizona, un feudo republicano en el que las encuestas dan a Clinton motivos para pensar en arrebatar el escaño al histórico senador republicano y exaspirante presidencial John McCain.

Temor al "efecto Trump" en el Capitolio

La unidad en torno a Hillary Clinton, que ha contado también con el apoyo de su rival en las primarias, Bernie Sanders, contrasta con la soledad de Donald Trump. Los líderes republicanos se han desmarcado de su campaña, preocupados por perder sus asientos en el Capitolio a causa de sus salidas de tono.

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“Céntrense en ganar en sus distritos", recomendó el actual presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan tras la polémica por la difusión de los comentarios lascivos que hizo el magnate en 2005.

El legislador, que en 2012 fue aspirante a la vicepresidencia de la mano de Mitt Romney, se ha negado a hacer campaña a favor del Trump sabedor de las consecuencias terribles que podría tener para su reelección al Congreso.

"Los republicanos del aparato, y también los analistas, auguran que la irrupción del magnate en las elecciones puede tener un efecto devastador para los conservadores en el Congreso, y la mayoría augura que perderán al menos el control del Senado, y más de una veintena de asientos en la Cámara Baja", añade Raquel Godos.

Ya queda menos para salir de dudas.