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Luca Guadagnino: "Mi órgano sexual son mis ojos"

  • El cineasta italiano estrena Cegados por el sol, con Tilda Swinton y Ralph Fiennes
  • Una brillante tragicomedia sobre deseo, posesión y nostalgia

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Tráiler de 'Cegados por el sol'

Con Yo soy el amor (2009), Luca Guadagnino logró una de las películas más importantes del siglo XXI reventando el melodrama a base de belleza. Por eso duele tanto que haya tardado seis años en volver a armar un proyecto. El cineasta regresa con Cegados por el sol, tragicomedia sobre el deseo, posesión y nostalgia que se estrena el 22 de abril en España.

El punto de partida es aquí es el retiro mediterráneo de una estrella de rock que se recupera de una operación de garganta (Tilda Swinton) y su pareja (Matthias Schoenaerts), un director de documentales algo atormentado. El equilibro se rompe cuando aparecen en su idílica finca la expareja de la estrella, un arollador y lujurioso productor musical (Ralph Fiennes), y su hija (Dakota Johnson), una ninfa perturbadora.

Cegados por el sol adapta y transforma la historia, situaciones y personajes de La piscina (1969), la cinta de Jacques Deray con Alain Delon y Romy Schneider. El remake no es un homenaje, sino un encargo. Guadagnino (Palermo, 1971) confiesa que ni siquiera es su tipo de película, sino un pretexto para sacar a bailar sus obsesiones.

Si Yo soy el amor hablaba de liberación, transgresión y abrir la mente; Cegados por el sol versa sobre el exceso, límites y necesidad de contención, formando un díptico sobre extremos de la misma cuestión. Aunque menos lírica y más dialogada que la anterior, Cegados por el sol sí da continuidad al estilo sensorial de Guadagnino, un cineasta que consigue activar todos los sentidos del espectador.

“En tu carrera no piensas en tus películas como parte de un plan mayor, pero ahora que las veo juntas presentas similitudes: la construcción social, las expectativas de la gente sobre la vida de los otros, y gente rica, prácticamente élite. ¿Por qué razón? No lo sé, pero lo personajes se muestran en su esencia más cruda. Me interesa investigar las relaciones de poder”, explica en una entrevista para RTVE.es.

Pese a que sus películas son más apasionadas que cerebrales, Guadagnino se expresa con lenguaje de psicólogo social. “Yo soy el amor trataba de cómo excluirte a ti mismo de la inclusión y Cegados por el sol es sobre posesión: los personajes luchan los unos con los otros para poseer o huir de la posesión".

Tilda Swinton, auténtica colaboradora creativa de la carrera de Guadagnino, brilla con el inteligente toque de guión de convertirla en personaje casi mudo. Pero es Ralph Fiennes el que roba cada escena con un personaje expansivo que amplía los registros conocidos del actor y regala una secuencia antológica: su bailoteo de "Emotional Rescue" de los Rolling Stones.

Luca Guadagnino no se corta y no es tipo fácil. No le gusta el cine de Sorrentino y Garrone, compañeros de generación a los que, por talento, puede mirar cara a cara e incluso por encima del hombro.

“Mi órgano sexual son mis ojos, no el real. Abrazo la idea de potenciar la mirada, le doy una gran importancia. Y, cuando tienes esa actitud, acabas teniendo una gran empatía por el cuerpo humano, que es frágil e imperfecto, pero también tiene una extrema sensualidad. Cada película que realmente amo de la historia del cine, incluso las más castas, son todas muy sensuales”, dice.

En el último lustro ha rodado cortometrajes para firmas de lujo, lo que no deja de ser una rebaja para su genio. El tiempo ha pasado y eso se filtra en la película. “La película habla de la nostalgia, sobre gente que quiere superar la gloria de los tiempos pasados o no puede superarla. Y tuve la intención de que el mundo de la música rock podía ser maravilloso para un porque creo que el rock es al mismo tiempo nostálgico y actual. Es una contradicción”.

Consciente del punto frívolo del grupo, la realidad de la isla de Pantalleria, situada pocos kilómetros de Túnez, permite a Guadagnino mostrar de soslayo la llegada de inmigrantes y su internamiento en centros. Fogonazos a los que el grupo asiste entre indiferencia y miedo: un reflejo de la actitud general de la sociedad europea.

Guadagnino se prepara otro remake, el del clásico de terror de Dario Argento Suspiria (1977). Y avisa que será muy personal. “No me interesan especialmente las historias originales. Un director es alguien que puede entender la vida desde un punto de vista. Del uso de ese punto de vista depende la originalidad”.