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Johnny Rotten, lo duro de ser un Sex Pistol

  • Se publican en España las memorias de John Lydon, vocalista de la banda
  • Denuncia las manipulaciones de su mánager, Malcom McLaren
  • "Los Pistols son un hecho histórico, una hazaña increíble", escribe

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Johnny Rotten en el legendario concierto en el Ivanhoes de Huddersfield (Navidad de 1977).
Johnny Rotten en el legendario concierto en el Ivanhoes de Huddersfield (Navidad de 1977).

"Ser Johnny Rotten nunca ha sido fácil". Es la confesión de un icono del rock, John Lydon, el que fuera vocalista de los Sex Pistols, que en su autobiografía La ira es energía. Memorias sin censura (Malpaso, 2015, 24€), no deja títere con cabeza: desde sus compañeros de grupo y su mánager, Malcolm McLaren, pasando por las otras bandas punk de los 70 y, por supuesto, la reina de Inglaterra.

Las (segundas) memorias de Lydon, de 59 años, que llegan a España un año después de su publicación en Reino Unido, dejan claro a lo largo de sus 623 páginas que la diplomacia no ha sido una de sus virtudes en su carrera. Pero entonces no estaríamos ante uno de los principales protagonistas de un movimiento que revolucionó los cimientos de la música y de la sociedad británica de los 70. El mismo descaro de las letras de sus canciones lo traslada al libro. Sin censura, como dice su subtítulo.

El libro de Lydon ayuda a descubrir cómo una banda con tan solo un álbum publicado, Never mind the bollocks, Here's the Sex Pistols (1977), ha influido tanto en la historia del rock, y cómo McLaren, fallecido en 2010para hacer del punk un negocio. En esto nos centraremos, pese a que más de la mitad del libro detalle también su trayectoria después de los Pistols y su relación ininterrumpida con Nora Foster.

Una infancia difícil

A través de una estructura bastante desordenada, Lydon (1956) empieza narrando su infancia algo complicada en una casa con un padre borracho y en la que sonaban habitualmente los Beatles -"menudo coñazo", dice de ellos-, y su paso por el hospital durante casi un año aquejado de una meningitis que a los 7 años lo mantuvo seis meses en coma.

Tras ser expulsado de su instituto con 15 años, fue enviado al Hackney College, en el que conocería a Simon John Ritchie (1957-1979) -al que Rotten rebautizó como 'Sid Vicious' por su hámster-. Lydon culpa a la madre de Sid, una heroinómana, de haberle creado la adicción a su hijo, echándole heroína en las comidas y regalándole bolsitas en sus cumpleaños para que se chutase. También la culpa de su muerte por sobredosis a los 21 años.

En 1975, con 19 años, Rotten empezó a trabajar en la tienda SEX de Londres, donde la diseñadora Vivenne Westwood, junto a Malcolm McLaren -que había sido mánager de los New York Dolls-, vendía su estrambótica ropa con la que se acabaría 'uniformando' a los Pistols -aunque ellos mismos se tenían que pagar las prendas, eso sí, con descuento-. Por entonces, Steve Jones (guitarra) y Paul Cook (batería) ya tenían un grupo, al que habían sumado a Glen Matlock -que también trabajaba en la tienda y aprendía a tocar el bajo-, pero les hacía falta un cantante. Sería Bernie Rhodes -mánager de los Clash- el que propondría coger a Rotten.

Pese a que en la primera prueba que le hicieron, cantó "de pena", Johnny Rotten entró en la banda, que pasó de llamarse QT Jones and his Sex Pistols a quedarse en Sex Pistols. "Yo fui el que aporté las letras y la agresividad que rompieron la insulsez y los límites que se había trazado el grupo", afirma sin tapujos Lydon.

Darían su primer concierto en noviembre de 1975. Y fueron bastante abucheados por el público.

El ascenso meteórico

"Los Pistols fueron una unión alucinante de un grupo de personas que se detestaron nada más verse, que recelaban unos de otros y que, sin embargo, sacaron el mejor provecho de estar juntos", escribe Lydon, que reconoce que la rapidez y agresividad con la que la banda eclosionó en muy poco tiempo para convertirse en "la más potente del mundo" fue "bastante difícil de asimilar".

Con letras como las de "Anarchy in the UK" o "God save the queen" denunciaron las penurias que se vivían entonces en Inglaterra desde posiciones revolucionarias: "Teníamos la oportunidad de decir cómo eran las cosas y había que aprovecharla". Estaban dando el carburante a lo que se convertiría en el movimiento punk. Sus primeros seguidores fueron el denominado 'Contingente de Bromley', pilar del desarrollo del movimiento.

Los conciertos de los Sex Pistols se hicieron famosos por las broncas que se montaban en ellos. Pero Lydon rechaza cualquier tipo de responsabilidad al respecto: "Nunca, nunca, jamás he predicado la violencia", dice, y señala que algunos de sus enfrentamientos con el público solo eran "pura verborrea".

Llegaría un momento en que casi nadie los quería contratar. Y su paso por programas televisivos como Today, de Bill Grundy, tampoco les ayudaría. Según Lydon, fue el propio Grundy el que les animó a beber "copas gratis" antes de la entrevista. Aparecieron borrachos, se enfrentaron al entrevistador y acabaron huyendo ante la posible llegada de la policía.

Según Rotten, a partir de entonces se vieron "envueltos en el caos total" y la prensa escribía de ellos "lo que le daba la gana".

Desmitificando a Malcolm McLaren

La relación con el mánager tampoco era mejor: "Malcolm jamás decidió ningún aspecto de nuestra trayectoria, tono o contenido". "No creo que a Malcolm le gustara la música. Solo era ruido para acompañar el futuro de ropas exóticas que imaginaba. No comprendía su importancia o trascendencia social en absoluto". "No era sinvergüenza ni ladrón, pero no se gastaba el dinero en lo que yo consideraba importante. (...). Solo nos daba 50 libras a la semana y el resto se lo guardaba para hacer una película de los Sex Pistols". "Malcolm intentaba manufacturarnos como si fuéramos una puta camiseta. Era un tipo muy controlador".

Estas son solo algunas pinceladas de las abundantes críticas de Johnny Rotten hacia el mánager de los Sex Pistols, al que acusa también de haber manipulado a los otros miembros de la banda: "Provocó muchos conflictos entre nosotros".

La entrada de Sid y su autodestrucción

En febrero de 1977, tras múltiples desavenencias sobre la dirección que tomaba la banda, Glen Matlock decide abandonar el grupo. Johnny Rotten mete entonces en los Sex Pistols a su amigo Sid Vicious, hasta entonces un gran fan. Aunque era consciente de que "no tenía oído para la música", necesitaba "un aliado dentro" -escribe-.

"Pobre Sid, amigo mío. Entrar en la banda acabó con él. Lo arrastró al abismo y, al mismo tiempo, hizo que banda fuera mejor", escribe sobre el bajista, al que culpa de haber introducido las drogas dentro de la banda. "Sid era adicto a cómo vivían los adictos. Su madre era una yonqui oficial y él pensaba que ése era el camino a la felicidad". Y su unión con Nancy Spungen fue su sentencia final: "Se metieron de todo hasta matarse".

Sid Vicious fue acusado de la muerte de Nancy Spungen el 12 de octubre de 1978 -con los Sex Pistols ya separados- apuñalada en la habitación del hotel Chelsea de Nueva York que compartían. Rotten achaca el crimen a las mafias de las drogas. Tras pasar unos meses en la cárcel, Sid Vicious salió bajo fianza y, el 2 de febrero de 1979, en una fiesta organizada para celebrar su puesta en libertad, muere de sobredosis: "Supuestamente se suicidó de una sobredosis preparada por su propia madre. La hostia de guay, ¿no?", ironiza Lydon.

Primer y único disco y la inevitable separación

Antes de la muerte de Sid, los Sex Pistols al fin sacaron su primer y único LP, Never mind the bollocks, Here's the Sex Pistols, en octubre de 1977, finalmente con Virgin tras graves conflictos con otras discográficas (EMI y A&MRecords).

Los Sex Pistols apenas aguantaron juntos tres meses más. Tras una breve gira por Estados Unidos, durante la que Steve y Paul viajaban en otros aviones y se hospedaban en hoteles diferentes, el 14 de enero de 1978 daban su último concierto en San Francisco: "(...) yo ya había perdido el interés. Me sentía incapaz de escribir canciones para el grupo y, además, ya no me importaba. Para mí era el punto y final: hasta ahí habíamos llegado. Se había sacado todo lo que se podía sacar. (...) Habíamos traicionado aquello por lo que habíamos empezado".

Después Rotten demandó a Malcom McLaren por apropiación de los derechos de autor. En el juicio en 1986, Malcom pactó un acuerdo en virtud del cual los cuatro miembros supervivientes del grupo tenían el control exclusivo sobre el legado de la banda, incluido el nombre de Sex Pistols.

Las posteriores reuniones

Aunque tras la separación Lydon fundó su otra banda, Public Image Ltd (PiL) -que ha mantenido en activo en dos etapas distintas 1978-1992 y desde 2009 hasta la actualidad, y de la que habla largo y tendido en sus memorias-, los Sex Pistols volvieron a juntarse años después.

En 1996 empezó a bullir la idea de organizar una gira de regreso y Rotten pensó que era un modo de demostrar que el único responsable de la "dificultosa evolución" y la separación de los Sex Pistols fue de su mánager y que "valía la pena intentarlo". Hicieron unos 70 conciertos por todos los continentes y con un público entregado: "Por fin nos habíamos ganado el respeto", narra el cantante, aunque reconoce que nada más empezar la gira "afloraron los rencores" y las discusiones. También se dio cuenta, dice, de que no podía escribir canciones nuevas para ellos.

En 2002, volvieron a dar un concierto en Londres con motivo del jubileo de oro de la reina de Inglaterra. En 2007, después de haber rechazado el ingreso de el Salón de la Fama, dieron una serie de conciertos en la Brixton Academy en los que reinó un buen rollo que ya se había dispersado para cuando iniciaron otra gira en el verano de 2008.

"La gira fue tan larga que acabamos hartándonos los unos de los otros, no podíamos ni vernos. Lo mejor es que llegué a una conclusión: '¡Nunca más!", confiesa Lydon, que insiste en que le había quedado claro que no quería volver a salir de gira con ellos -"cada vez que nos juntamos nos convertimos, por alguna extraña razón, en enemigos mortales"- ni a escribir canciones nuevas.

"Los Pistols son un hecho histórico y eso no se puede negar. Fue una hazaña increíble. Y quiero que se recuerde así. No quiero grabar Never mind the bollocks 2 porque eso arruinaría todo", concluye Lydon sobre la banda punk.

Después de ese momento no han vuelto a tocar juntos. Rechazaron hacerlo en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a la que fueron invitados, pero sí aceptaron estar presentes a través de un vídeoclip en el que exigieron que se escuchase el estribillo de "God Save the Queen". La propia Isabel II lo pudo escuchar en el Estadio Olímpico de Londres. Era el reconocimiento oficial, al fin, de la contribución de los Sex Pistols a la cultura británica.

Sex Pixtols: "God Save the Queen"

Las perlas de Johnny Rotten

De los Clash: "Gracias a ellos, el punk se convirtió en un modelo estandarizado y dirigido por los medios de comunicación". Y de su líder, Joe Strummer: "Su arrogancia me resultaba repulsiva".

De Sham 69: "Unos imbéciles. Bobos, estúpidos, se daban cabezazos contra la pared solo para demostrar lo duros que eran".

De los Ramones y Television: "No podíamos creer lo viejos y forrados que estaban. "(...) no tenían gusto y tenían una pinta horrible".

De la letra de de "Seventeen", compuesta por Steve Jones: "(...) quizás deberías haberte avergonzado, la letra era alucinantemente mala".

De su país: "Inglaterra se dedica a humillarte hasta que te mueres. Mata y reprime la creatividad".

También cabe un poco de autocrítica respecto a su relación con los otros miembros de la banda: "Soy consciente de que es bastante difícil trabajar conmigo. Ha debido ser una pesadilla para Steve, para Paul y para Glen tener que enfrentarse a una persona como yo, pues no soy un 'producto en venta"'. "Me gustaría que fuéramos amigos, lo digo de corazón. Me gustaría que nos respetáramos, pero no he conseguido que rompan esa barrera, ese muro que siempre se ha interpuesto entre nosotros, individualmente y en conjunto. Nunca han sido sinceros conmigo y creo que eso es injusto. (...) he hecho todo lo que podía con estos tíos y siempre los querré y los respetaré. Y punto. Fin".