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¿Qué es el dióxido de nitrógeno?

  • Es un gas contaminante emitido en su mayoría por los vehículos a motor
  • Se usa como indicador del nivel de polución de las ciudades

La exposición continuada a este gas estropea las vías respiratorias

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Imagen de la "boina" de contaminación de Madrid
Imagen de la "boina" de contaminación de Madrid en enero de 2015.

En Madrid estas dos últimas semanas se ha superado el límite máximo permitido de dióxido de nitrógeno (NO2) por un anticiclón que dificultaba la dispersión de los contaminantes generados por el tráfico.

La lluvia de hace escasos días arrastró por fin la polución y los niveles se normalizaron. Esta es la más reciente de una larga lista de incumplimientos de la normativa de la UE. Tampoco en ninguna de las ocasiones se ha activado el protocolo de actuación aprobado en julio por el ayuntamiento.

Desde 2010, la UE prohíbe superar los 200 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico de aire durante más de 18 horas a lo largo del año.

Este límite en Madrid se ha rebasado más de cien ocasiones desde el reciente inicio de año, denuncia Ecologistas en Acción. Es más, “se incumple sistemáticamente la legislación desde su entrada en vigor en 2010”, aseguran.

Qué es el dióxido de nitrógeno

El dióxido de nitrógeno es un gas más denso que el aire color marrón rojizo de olor acre. Se toma como referencia para medir los niveles de contaminación entre las muchas sustancias que emiten los vehículos a motor, como el dióxido y monóxido de carbono, los óxidos de azufre o partículas en suspensión.

A su vez, el dióxido de nitrógeno interviene en diversas reacciones químicas que producen otras moléculas dañinas como el ozono troposférico, ácido nítrico o peroxiacetil-nitrato (PAN). Es decir, es un contaminante en sí mismo y un precursor de otros cuantos.

Cómo afecta a la salud

La exposición continuada a espacios abiertos que contienen niveles de dióxido de nitrógeno como los registrados en Europa afecta a las vías respiratorias y puede agravar enfermedades cardiovasculares.

Los síntomas de los niños con bronquitis o asma se agravan. En general, en infantes se ha observado un menor desarrollo de la capacidad pulmonar.

La Agencia Europea de Medio Ambiente eleva a el número anual de muertes prematuras por contaminación del aire a 450.000 en la Unión Europea, 27.000 en España. La OMS estima que en 2012 se produjeron 3,7 millones de muertes a causa de fuentes urbanas y rurales en todo el mundo.

“Los riesgos debidos a la contaminación atmosférica son superiores a lo que previamente se pensaba, en especial para las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares”, decía la doctora María Neira, Directora del Departamento de la OMS de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud, tras conocer los últimos datos mundiales de contaminación atmosférica.

“En la actualidad hay pocos riesgos que afecten tanto a la salud en el mundo como la contaminación atmosférica; las pruebas apuntan a la necesidad de medidas concertadas para limpiar el aire que todos respiramos”.

El gas de la risa, la primera anestesia

El primer gas que se descubrió con poder anestésico es el óxido nitroso (N2O), una molécula igual que la contaminante pero con un oxígeno menos y un nitrógeno más en su fórmula.

En 1798, Humphry Davy, trabajador del Instituto Neumático en Bristol, comprobó que este gas no era tóxico y que su inhalación prolongada producía una inconsciencia temporal.

Sugirió su utilización en intervenciones quirúrgicas, pero su iniciativa no fue secundada por los expertos hasta mucho más adelante. Así, su uso quedó ceñido al ámbito del entretenimiento.

Aquellos que inhalaban una dosis pequeña se ponían a reír, cantar y jugar a peleas. Fue precisamente una demostración pública de los efectos lúdicos de este gas en 1844 lo que desencadenó su uso clínico como anestésico.

El organizador del evento pidió voluntarios para inhalar el gas de la risa. Casualmente entre el público se encontraba Horacio Wells, un dentista, que había venido con un amigo.

Su amigo se ofreció voluntario y el gas no le sentó nada bien. Se puso violento y comenzó a pelearse con los demás participantes, hasta que se tropezó y cayó bruscamente al suelo. Eso le tranquilizó y se sentó en una silla a reposar.

Poco después, Horacio Wells se dio cuenta de que bajo la silla había un charco enorme de sangre. Su amigo presentaba un profundo corte en la pierna y ni siquiera se había dado cuenta. No sentía dolor. A raíz de este episodio, Wells comenzó a utilizar el óxido nitroso como anestésico en sus intervenciones como dentista y la práctica se extendió entre sus colegas.