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'La señorita Julia', la ira que no cesa

  • Liv Ullmann regresa a la dirección adaptando a August Strindberg
  • Jessica Chastain y Colin Farrell se lucen interpretando el clásico

Por

FICHA TÉCNICA

Título originalMiss Julie

Año: 2014

Duración: 129 min.

País: Reino Unido

Directora: Liv Ullmann

Guion: Liv Ullmann, adaptación de la obra de August Strindberg Fröken Julie

Reparto: Jessica Chastain, Colin Farrell, Samantha Morton

En una catártica noche de San Juan, la señorita Julia y su criado, aislados en una mansión en el campo, desafían todas las convenciones familiares y de clases de un mundo antiguo que se asoma a lo desconocido. Es un posible resumen de la obra teatral de August Strindberg que, 125 años después de ser escrita, continúa fascinando a directores y actores. Liv Ullmann, la directora y actriz noruega, ha sido la última en caer. En su condición de mito cinematográfico, Ullman no ha tenido dificultades para que a su llamada acudan estrellas como Jessica Chastain y Colin Farrell.

La línea directa obvia entre Strindberg y Ullman pasa por Ingmar Bergman. El director sueco amaba a Strindberg desde que, con 14 años, se compró 55 volúmenes de sus obras. Amaba “la furia y la agresividad” de unos textos que todavía no entendía, pero que le acompañaron en su biblioteca a lo largo de su vida. Bergman adaptó más de 30 veces a Strindberg en televisión, teatro y radio. Nunca en cine.

Ese acervo de Strindberg, de alguna manera se filtraría entre Bergman y Ullman, actriz, musa y mujer del cineasta sueco. Pero, según Ullmann, es una pista falsa. La pasión teatral de Ullmann es Ibsen y no Strindberg. En realidad, accedió al autor sueco cuando en 2009 dirigía un montaje de Un tranvía llamado deseo con Cate Blanchett en Sydney. Tennesse Williams estaba obsesionado con La señorita Julia. Porque aunque Ullmann no dirige una película desde 2000 (Infiel), no se ha detenido como directora teatral. Y cuando un productor le ofreció elegir tema para una película ella pidió adaptar La señorita Julia.

Lucimiento interpretativo

La necesidad de rodar en inglés ha trasladado la obra a Irlanda. Y, en algunos aspectos, su señorita Julia es más teatral que la propia obra, prescindiendo incluso del paisaje de los campesinos celebrando el solsticio, que en la película permanecen en off. Samantha Morton, como la criada que pone el contrapunto a la desquiciada pareja protagonista, completa el reparto. Ullman demuestra su mano para la dirección de actores. Los tres sobresalen, especialmente Chastain con su frágil y seductor primer plano.

La señorita Julia es la tensión de dos ejes: masculino-femenino y ricos-pobres. Julia y su criado intercambian constantemente sus papeles de sumisión y dominación. La confusión de los personajes es tan extrema que su muestran los polos opuestos de sus personalidades dentro de un mismo diálogo.

Esa fue la revolución de Strindberg. Ambicionaba examinar la sociedad y abolir toda la tradición teatral. Pero le bastaba examinar su personalidad esquizofrénica. El escritor, que era vanidoso y vulnerable a partes iguales, lo expresó en el prólogo de La señorita Julia: “He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. Para ello he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo”.

La película de Ullmann queda, lucimiento interpretativo aparte, como un registro más de la ira interna de Strindberg, su pelea suicida e incapacidad para comprenderse de la que nació buena parte del teatro moderno y también nos recuerda que los personajes ambiguos no nacieron ayer.