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Marthaler sitúa el perturbador 'Wozzeck' de Alban Berg en una 'cantina infantil'

  • El montaje fue estrenado en la Opéra Bastille en 2008
  • El Teatro Real ofrece 'Wozzeck' hasta el 20 de junio
  • El baritono Simon Keenlyside encarna al barbero esquizofrénico
  • Cambreling dirige a la orquesta titular del Teatro Real
  • Radio Clásica se lo ofrece en directo el 18 de junio a las 20.00 horas

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El Teatro Real presenta la ópera "Wozzeck"

"Salir del teatro con más preguntas que respuestas" es para el prestigioso barítono inglés Simon Keenlyside (Wozzeck) lo deseable para el espectador tras ver este montaje de Wozzeck de Alban Berg (con dirección escénica de Christoph Marthaler) que este lunes estrena el Teatro Real, procedente de la Opéra National de Paris, y que podemos "disfrutar" (aunque ésta no sería la palabra más adecuada) hasta el 20 de junio.

Podemos afirmar que la producción consigue con creces el deseo expresado por el protagonista de la obra. En primer lugar, gracias al propio Keenlyside (Londres, 1969) un cantante con una larga y sólida carrera a sus espaldas y que lleva años interpretando al atareado barbero militar humillado por sus jefes, humillado por la sociedad y burlado incluso por su propia mujer.

Este personaje está inspirado en un hombre real que fue ejecutado en 1824 después de haber asesinado a su mujer para castigar su adulterio.

"Un personaje tan complejo como lo es cualquier persona", para Keenlyside ya que "todos somos capaces de hacer mucho bien y mucho mal. Un personaje que ha sufrido y que sufre durante la función hasta el punto de que el barítono espera que el público sienta "cierta simpatía por él".

Keenlyside no ve a Wozzeck como representación de los oprimidos pero sí como metáfora "del individuo en la sociedad". Como se pregunta Keenlyside en una entrevista para la Revista del Teatro Real, ¿quién no se ha visto alguna vez en la situación de "trabajar duro, haciendo algo que no le gusta" y "a las órdenes de un jefe que lo respeta"?.

Por eso, para Keenlyside, el tema de Wozzeck es "cúanto puede resistir una persona antes de romperse y hacia dónde se romperá llegado el momento, ¿hacia dentro o hacia fuera?". "La mayoría de personas", nos recuerda Keenlyside, no se rompen. "simplemente sobreviven......"

Niños alegres, padres apáticos

En segundo lugar, contribuye a qué el espectador se interrogue sobre la vida y su propia vida, la mencionada puesta en escena que trae hasta nuestra época la historia original.

Como Christoph Marthaler ha contado, la idea le vino durante un paseo por Gante con una amiga. Durante el recorrido fueron a parar a una antigua nave industrial convertida en Speelkade (muelle de juegos). Lo que en España llamamos un "chiqui-park". En contraste con la alegría de los niños que saltaban en los castillos de plástico, los padres se mostraban extenuados, "apáticos".

Y el director escénico suizo decidió que un lugar como ese lo frecuentaría "un Wozzeck actual" junto a su esposa Marie y el hijo de ambos. De hecho, Marthaler ha situado la historia en una cantina (o comedor industrial) en el que Wozzeck no sólo afeita a su superior sino que sirve bebidas y limpia mesas a un ritmo frenético. Al fondo, los niños no dejan de jugar y saltar.

Un mecanismo perfecto

Y por último, no podemos olvidar , el propio texto desperdigado de Georg Büchner, que Berg convirtió como señala Luis Gago en las notas al programa en "un artilugio teatral que es un dechado de precisión, un mecanismo de relojería perfecto y certero", en el que el compositor vertió sus propia y traumática experiencia militar.

Un texto con escenas tan poderosas como la del propio crimen bajo una luna roja, que recuerda como dice el propio barbero, un minuto antes de rebanar el cuello de su esposa, en "metal ensangrentado".O la escena final en la que los niños gritan al hijo de Wozzeck que su madre está muerta, mientras éste canta una canciónn y sigue jugando.

No podemos olvidar para concluir, la partitura. "Ni una sola nota de esta tragedia expresionista se deja al azar y hasta el menor elemento de la partitura se conecta con los estratos más profundos del significado", como señala el crítico musical José Luis Téllez. Con Wozzeck -y todos sus elementos citados-, como señala Luis Gago "la batalla de la nueva ópera -moderna, perturbadora, original, creíble y orgullosamente 'atonal' se había ganado para siempre"