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Andrés Sardá, las dos caras del deseo

  • Sardá viste de encaje la historia de la sensualidad y Montesinos viaja a los 80
  • Teresa Helbig sorprende con una colección de texturas diversas
  • Hannibal Laguna mezcla el barroco con el rock y Miguel Palacio reinterpreta su "coctel"
  • Ana Locking conjuga la modernidad urbana sin complejos

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Andrés Sardá, las dos caras del deseo

Teresa Helbig viene con los deberes hechos, muy bien hechos. Su colección arrastra horas de taller y costura que se materializan vestidos puzle y otros casi joya. La catalana se inspira en el op-art pero se olvida de la lucha entre el blanco y negro para centrarse en la batalla de las texturas en brillo y mate.

Cuero, punto roma, tul y georgette de seda, juntos o por separado, marcan una colección invernal, atrevida, moderna y muy sexy. Negro, garbanzo y toda la gama de frutos del bosque (fresa, frambuesa, mora…) tiñen prendas muy estructuradas, muy elaboradas.

Helbig presenta ahora una nueva forma de bordar, dejando atrás las cascadas de cristales. Destaca un vestido con mangas transparentes que llevan hasta 800 piezas geométricas de metacrilato cortado al láser y pantalones con más de 15.00 remaches.

El patrón es rompedor, nocturno, y nace de horas y horas de laboratorio. Algunas chaquetas llevan mangas de estructura orgánica, casi viva, y otros vestidos están construidos con paciencia con más de 170 piezas de cuero rosa chicle.

Vemos sudaderas urbanas, fundas para ipad y, sobre todo, una colección fantástica, real. Lo dicho, nada mejor que llegar a Cibeles con los deberes hechos. Es la mejor forma de obtener buena nota.

Ana Locking quiere vender

Ella y todos, pero su propuesta es real. La diseñadora mezcla con acierto y un cierto riesgo (para deleite de sus fans) una propuesta de contrastes, una comedia en tres actos.

PRESENTACIÓN. Las primeras salidas, en negro, van muy estructuradas. Destacan las prendas que parecen superposiciones, los volúmenes inventados y las líneas que que juegan a desencontrarse.

NUDO. Deportiva y chic, la colección combina lanas (a veces con motivos geométricos) y neoprenos satinados con estampado milflores. El estilo zingaro crea faldas amplias, que bailan, tejidos a medio estampar, prendas patchwork. La bisutería, divertidamente exagerada, remata el look.

DESENLACE. Negro para ellos y azul noche para ellas. Sastres y vestidos se pasean por la alfombra roja eleborados en crêpe de lana con lúrex, proyectando un efecto de noche estrellada.

Hannibal Laguna y su Lady Rock

El barroco español a ritmo de rock. Para Hannibal Laguna no hay obstáculos y con osadía mezcla códigos palaciegos y eclesiásticos con el poderío de una diva de la música. Vamos por partes. Cada vestido lleva detrás una historia, una canción. Cada tejido se trabaja con esmero, siempre buscando que ofrezca un aspecto diferente, inventado.

Vemos un tejido de abeja en  XXL y un brocado en oro sobre verde mitra papal que se ha elaborado en telares valencianos del siglo XVIII. Pasado y presente, recuerdos actualizados y renovados con las nuevas tecnologías.  Vemos cuerpos muy trabajados con pliegues y plisados, otros, en Chantilly, que van bordados en hilo de plata.  Laguna oxida los encajes para que den un apetecible efecto vintage y borda en ellos cristales con formas de la iconografía de la corona española.

Los vestidos llevan el cuerpo muy ligero, en transparencias y encaje, y las faldas se inflan con elegancia. Muy construidas pero sin peso. Con el plata vemos rojo rubí, verde esmeralda y negro azabache que se inclinan ante un majestuoso morado cardenal.

De coctel a Palacio

Miguel Palacio no quiere espantar a sus clientas y reinterpreta sus vestidos coctel con cinturas muy trabajadas. En esta ocasión vemos que el patrón se despega del cuerpo o se aferra a la cintura, casi siempre con hombreras que llaman la atención. Los cinturones, de textura brillante, se exageran hasta parecer corpiños, y la paleta de colores se llena de negro, oro, verde botella y un simpático geranio.

La novedad son tres vestidos en guipur de lana que llevan entramadas unas delicadas piezas metalizadas de colores que parecen paillettes. Vestidos de coctel, de fiesta e incluso de alfombra roja. Y es que Palacio dice que prefiere vestir a actrices que a modelos, “tienen un interés que va más allá del aspecto estético”.

Edelweiss by Hansen

Palacios de Viena inspiran a Maya Hansen para estampar cúpulas con efecto caleidoscopio en sus vestidos. Los alpes le inspiran prendas de punto grueso hecho a mano, prendas en polipiel con distinto acabado y brocados de oro sobre fondos nacar o negro.

El corsé, estrella de la casa, se crea ahora en madera o cristal. Así vemos uno que pesa diez kilos, frío, gélido, en contraste con la fuerza de un carnero que decora el escote de un jersey.

Mientras Juana Martín mezcla prendas de corte masculino y vestidos saco con diseños que se aferran a la cintura marcando la silueta. El día, cómodo y de colores lisos, choca con la propuesta hipersofisticada de la noche. El rojo coral destaca en una paleta de neutros, negros y blancos al servicio de las prendas.

Andrés Sardá

Es la primera vez que la casa Andrés Sardá inaugura el calendario de Cibeles. “Es una responsabilidad pero estamos contentos”, asegura Nuria Sardá. Llegan con una colección de lencería bastante completa, 38 looks en los que se han cuidado los detalles y se han mimado las texturas.

Destaca el contraste de estilos, la dualidad entre tonos opuestos que marcan las dos caras del deseo. El negro y el blanco marcan la propuesta pero dejan espacio a otros como amatista, rosa inglés, óxidos, púrpura y musgo. Vemos conjuntos de braguita y sujetador en patchwork de hasta tres tejidos y todos en distintos tonos. Las partes de arriba se llevan el protagonismo y vemos sujetadores en diferentes versiones, con escotes variados y distintos patrones.

El encaje vintage, en blanco talco, decora bodys de línea romántica, y el estampado de leopardo se estampa sobre bodys de cuerpo entero. Otros motivos, como el efecto caleidoscopio, crean dinamismo y rebajan la tensión del combate entre blanco y negro.

Muselinas de seda, encajes y voile se mezclan con cristal, napa e incluso metal, siempre proyectando una imagen sofisticada y elegantemente perversa. Un look que se remata con las arriesgadas creaciones de Assad Awad. Las joyas de Rabat, los complementos vintage de L´Arc del´Avia y los zapatos de Jeffreys  Campbell completan este tocador de fantasía y sensualidad en el que todo es posible.

Montesinos revive los 80

También ha mirado al pasado Francis Montesinos. El valenciano hace un guiño a los 80, como la serie Cuéntame y retrata los estilos dispares y locos de la movida madrileña que vivió en primera persona.

Montesinos recupera la falda pantalón de Miguel Bosé o la cazadora bomber de Jorge Berlanga. No faltan las camisas y pantalones con patchwork de estampados cargados de recuerdos, prendas en punto de factura artesanal que se llenan de toques ochenteros como los flecos o los hilos de lúrex.

Las prendas en falso cuero de colores intensos se mezclan con otras muy femeninas que llevan detalles del punk, como cremalleras, que recuerdan a Ana Curra. No faltan los forros de falda con la bandera de España y las transparencias que muestran una piel curtida por muchos años de oficio, la tranquilidad de saberse un superviviente a los tsunamis de la crisis o la tendencia de rabiosa actualidad; también de la juventud.

Antes del carrusel final, hemos visto un trozo del musical “A quién le importa” con vestuario de Montesinos y después, con música de Golpes Bajos (Fiesta de los Maniquíes, ¡cómo no!) han llenado la pasarela con prendas icónicas de la casa, auténtico vintage de los 80, la mayoría en rojo y gualda. Otro guiño, esta vez a aquella corriente de ilusión y ganas de comerse el mundo que se llamó Moda de España.