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El largo recorrido hacia la presidencia de EE.UU.

  • El complejo sistema electoral dura once meses
  • Las elecciones son por votación indirecta

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Once meses. Es el tiempo que dura el largo recorrido desde que se inicia la carrera hacia la Casa Blanca hasta que se conoce el nombre del que será el presidente de Estados Unidos.

Durante ese periodo de tiempo, quedan muchos pasos por dar dentro de un sistema electoral cargado de peculiaridades que comienzan ya con cómo se elige el día en el que se celebran las elecciones: no es el Gobierno el que lo decide, sino la Consitución. Siguiendo este criterio son  siempre el primer martes del mes de noviembre cada cuatro años, con la  excepción de que el primero de este mes sea martes, caso en el que la  cita electoral será la siguiente semana

Será el próximo seis de noviembre de 2012 cuando los ojos de todo el mundo miren hacia el candidato que logre ser presidente. Pero, hasta ese día, ¿cuáles son los pasos que se deben seguir? ¿Todo el mundo puede ejercer o aspirar a ejercer este cargo?

Esta es una guía con todos los puntos de esta larga carrera hacia la presidencia de EE.UU.

Los primeros pasos: requisitos y primarias

No todo el mundo puede ser candidato a la presidencia estadounidense. Tal y como especifica la Constitución de este país, todo aspirante deber tener al menos 35 años, haber residido en Estados Unidos como mínimo 14 y, muy importante, ser ciudadano natural.

En el caso de que se cumplan estos requisitos básicos, aún hay más condiciones. Dentro de cada partido, los potenciales candidatos deberán demostrar que cuentan con el apoyo de los denominados correligionarios, personas y empresas que estén dispuestas a financiar sus campañas. Si se ven capaces de conseguir el respaldo necesario, hacen oficiales sus intenciones y se centran en la tarea de recolectar fondos y de recorrer el país con el fin de sumar el máximo número de delegados.

Otra peculiaridad es que no es cada partido el que elige a sus candidatos, como ocurre en la mayoría de los países, sino que su nombre se elige a través de unas elecciones primarias -votaciones directas y secretas en las que pueden votar electores independientes- o a través de los denominados caucus, las reuniones en las que solo participan los militantes. En cualquiera de los dos casos, el objetivo es el mismo: sumar el máximo número de delegados que respalden su candidatura.

Usar uno u otro método depende de cada estado y es una primera fase que dura hasta el mes de junio, fecha clave en la que uno de los candidatos ha sumado suficientes delegados como para hacerse con su nominación o han conseguido ir forzando la retirada de sus colegas y contrincantes de partido.

El número de delegados que están en juego y que otorgan la victoria depende de cada partido. Así, los demócratas ponen como requisito hacerse con un 70% de los 2.900 delegados mientras que en el caso de los republicanos este porcentaje se reduce hasta el 51% de sus 2.300 delegados.

Todos están repartidos por estados en función de los criterios de cada partido, en los que influye la población o la existencia de los llamados “superdelegados”, que son miembros del partido que cuentan con la posibilidad de votar.

Las convenciones

Llegados a este punto es el momento del “supermartes”, un martes que suele ser nueve meses antes de las elecciones, en febrero o en marzo, en el que la mayoría de los estados celebran elecciones primarias o “caucus” y en el que se elige al mayor número de delegados. Es, por tanto, una fecha clave ya que se conocerá el candidato del partido.

Pero no será hasta que se celebren las convenciones cuando el aspirante reciba su nombramiento de candidato. Ya a finales de verano, y aunque se conoce de sobra el vencedor, tendrá lugar la que es sin duda la parte más espectacular del proceso electoral de EE.UU.

Los delegados de cada estado eligen con pancartas a su elegido para la candidatura a la presidencia y gana el que sume el mayor número de delegados. Es una fecha también de reconciliación de los que hasta la fecha han sido enemigos y por ello normalmente suma los apoyos de los partidarios de los que han sido sus rivales.

El ya oficialmente candidato en la carrera por la Casa Blanca elige también al que será su mano derecha durante la campaña y que, además, será el que ejerza la vicepresidencia en el caso de resultar ganador. Esta pareja de candidatos se conoce como “ticket”.

Según lo programado, los republicanos proclamarán a su candidato a finales de agosto y los demócratas a principios de septiembre. Hay que tener en cuenta que en el caso de Obama, puesto que estamos ante una reelección, normalmente no se presentará ningún miembro de su partido para tratar de ser candidato, por lo que los demócratas entrarán más tarde en campaña.

La campaña

En este punto hay menos peculiaridades respecto a otros sistemas electorales. Ya tenemos a los dos candidatos que deberán enfrentarse por la presidencia.

Es el momento para retocar los programas electorales con los que captar el mayor número de votantes y, para conseguir la máxima difusión, es el punto clave en el que gastan la mayor parte del dinero que lograron recaudar al principio para los anuncios a través de pancartas, panfletos, carteles o televisión. Además, llega el tan esperado momento de los tres debates televisados entre los dos oponentes.

Normalmente en las últimas semanas de campaña los candidatos suelen centrar sus esfuerzos en aquellos estados en los que tienen menos opciones de ganar. El motivo es sencillo: interesa la victoria por estados ya que el que gane en cada circunscripción se lleva todos los votos emitidos en ese estado, esencial de cara al Colegio Electoral.

Las elecciones

El día de las elecciones, este año el 6 de noviembre, cerca de 100 millones personas votarán -antes deberán registrarse como votantes- y lo harán también de forma indirecta. Es decir, que no votarán a un candidato u otro, sino a sus compromisarios.

Cada estado tiene un número de miembros del Colegio Electoral que vota por el presidente en nombre de los votantes. El número de miembros refleja la representación del estado en el Congreso –un total de 538 de los que para ganar se requieren la mitad más uno, 270- y de ahí que haya estados clave como Ohio, Florida o Pensilvania ya que el que gane en cada circunscripción electoral se lleva todos los votos emitidos en ese estado.

Pero no será hasta una sesión conjunta del Congreso en el mes de enero, días antes de la toma de posesión del nuevo presidente, que tradicionalmente según establece la Constitución, tiene lugar el 20 de enero, hasta cuando se recuenten los votos.