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Miguel Ángel Ballesteros, General Director del Instituto de Estudios Estratégicos

"Una intervención en Siria desestabilizaría toda la región y causaría más muertos que en Libia"

  • Ballesteros analiza asuntos internacionales en matería de defensa y seguridad
  • "Ahora los libios tienen una oportunidad de oro: el futuro que esperan"
  • "Confío en que los pueblos son sabios y caminan hacia delante"

Por
Miguel Ángel Ballesteros
Miguel Ángel Ballesteros, General Director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEE).

Son muchos los retos y desafíos a los que se tiene que enfrentar Libia, un país víctima de un conflicto civil con miles de muertos y decenas de miles de desplazados que tiene que ponerse en pie.

Tras más de siete meses de guerra, la OTAN hace un balance positivo de su misión, que concluyó el 31 de octubre. El primer ministro del país, Abderrahim al Kib, anunció el pasado miércoles el nuevo gobierno que está formado por 24 ministros.

Miguel Ángel Ballesteros es el General Director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), dependiente del Ministerio de Defensa, cuya labor es llevar a cabo análisis relacionados con la seguridad y la defensa en el ámbito internacional.

Ballesteros conoce y sigue de cerca las realidades que viven los países de 'la primavera árabe'. Ofrece su visión sobre la participación española en la guerra libia y las relaciones geoestratégicas que se mantienen en Oriente Medio, y asegura que "la intervención de la OTAN evitó una masacre".

PREGUNTA: ¿Qué valoración hace de la misión de la OTAN en Libia?

RESPUESTA: La valoración es positiva, ya que se ha cumplido el objetivo propuesto: el cumplimiento de la resolución 1973, que activó por primera vez el principio de responsabilidad de proteger a la población civil. Este concepto significa que la comunidad internacional puede intervenir si los dirigentes de una nación, en lugar de proteger a sus ciudadanos, amenazan con cometer contra ellos un genocidio.

En el caso de Libia, Naciones Unidas, a petición de la Liga Árabe, decidió saltar por encima del principio de soberanía nacional y encargarse de la protección civil porque había una amenaza del coronel Muamar al Gadafi de atacar en masa a los habitantes de Bengasi, uno de los principales bastiones rebeldes.

La misión terminó recayendo en la OTAN, que realizó su labor con un éxito total. Lo que se pretendía era evitar una masacre, y se ha conseguido. Ahora los libios tienen una oportunidad de oro: elegir el futuro que quieran. Ahí la OTAN no tiene nada que decir, la misión ha concluido.

Ahora los libios tienen una oportunidad de oro: elegir el futuro que quieran

P: Muchos expertos hablan de que el objetivo inicial que tenía la OTAN, el de proteger a la población civil, se convirtió en otro: acabar con el régimen de Muamar al Gadafi, ¿lo cree así?

R: El problema en este caso es que uno de los bandos de la guerra, el de Gadafi, persistía en su interés por acabar físicamente con la otra parte. Sin embargo, la posición del Gobierno de Transición libio no fue la de “que se quite él, que me pongo yo”, sino que defendió la celebración de unas elecciones democráticas para que la población libia pueda expresar libremente su voluntad.

Entre los dos postulados, la comunidad internacional decidió apoyar al que defendía que la población eligiera su futuro. Desde ese punto de vista, se ha acabado atacando a aquellos que disparaban contra la población civil. Ha habido, por tanto, una contribución no buscada por parte de la OTAN al bando que quiere someter a la libre decisión del pueblo libio su futuro.

P: ¿Qué ha supuesto para España, a nivel diplomático y económico, su implicación en esta misión?

R: Desde que España se incorporó a las organizaciones internacionales, como la OTAN y la UE, ha venido defendiendo una mayor atención a los asuntos del Mediterráneo, donde están los mayores focos de inestabilidad de nuestra región.

Si fruto de esa inestabilidad se desarrolla un conflicto, como fue el caso de Libia, que obligó a los estados árabes a pedir a la comunidad internacional una intervención para proteger a la población civil y evitar una masacre, países como España o Francia no pueden decir “esto no va conmigo”, porque son países ribereños, países vecinos. Los mares unen, más que separan, en un mundo globalizado. Son grandes autopistas.

Cuando hay un problema en estos países, no podemos dar la espalda. Desde ese punto de vista España estaba obligada, además de que vive como propios los problemas que están dentro de su vecindad.

A nivel económico, un conflicto siempre supone gastos en recursos humanos y materiales, a pesar de que en este momento ningún país está sobrado, sobre todo los de la zona euro, pero hay situaciones en las que se tiene que estar. Hay ahorros que no se pueden hacer. Formar parte de las organizaciones internacionales conlleva obligaciones en ese aspecto.

P: En términos cuantitativos, ¿qué ha supuesto esta participación para nuestro país?

R: La participación ha ido variando con el tiempo. En el bloque marítimo hubo una fragata, un submarino y un avión de patrulla  marítima. En la exclusión  aérea, cuatro cazas en una base italiana y dos aviones de  reabastecimiento en vuelo. En total, cerca de 400 personas implicadas.

P: ¿Se agotaron las vías diplomáticas antes de aprobar las dos resoluciones de Naciones Unidas?

R: Sí, totalmente. Si la comunidad internacional hubiera esperado a que se produjera la matanza (Gadafi iba a entrar en Bengasi a sangre y fuego), las acciones posteriores no habrían sido efectivas.

Lo primero que se intentó fue la presión internacional con la resolución 1970, pero como Gadafi la ignoró solo había dos opciones: actuar o dar la espalda al problema. Entonces se dio luz verde a la 1973, que establecía la zona de exclusión aérea y el embargo de armas. El elemento militar entró para ayudar a la acción diplomática, que siempre ha estado ahí, principalmente a través de la Unión Africana y la Liga Árabe.

En Libia se agotaron las vías diplomáticas

Siria: "No es equiparable con el caso libio"

P: ¿Por qué no se actúa para proteger a civiles en otros países donde persiste la represión, como en Siria o Bahréin?¿por qué no se aplican los mismos criterios?

R: Porque nadie puede actuar sin la legalidad internacional, que es la que da la legitimidad. No hay una resolución para esos países. En el caso sirio, por ejemplo, hay que medir las intervenciones, porque creyendo poder estabilizar un país, se puede desestabilizar a una región entera. Es un tema muy complicado.

A fecha de hoy no creo que sea posible ni siquiera someter a la consideración del Consejo de Seguridad la posibilidad de llegar a un acuerdo que permita en Siria una resolución parecida a la 1973.

P: ¿La ONU consentirá entonces que sigan las muertes de civiles?

R: Voy a dar un dato. A Siria se le están imponiendo sanciones, entre ellas la no importación de armas. Rusia, sin embargo, ha dicho que seguirá exportándole armamento. ¿Vale la pena llevar este asunto al Consejo de Seguridad de la ONU cuando hay uno o dos países (Rusia y China) que no están de acuerdo? Para qué ponernos a pelear por algo que no va a salir. El goteo de muertos en Siria no es de la entidad de lo que se preveía en Libia, y eso también hay que tenerlo en cuenta. Son situaciones que no son equiparables. No es un conflicto de la misma entidad.

Libia y Siria no son equiparables

P: Si el objetivo real es la protección de la población civil, ¿por qué se diferencian entonces a unos pueblos de otros cuando son masacrados?

R: La comunidad internacional no puede intervenir por una ruptura puntual de los derechos humanos. Una acción internacional de ese tipo en Siria causaría muchos más muertos y desestabilizaríamos una región que es tremendamente inestable y que puede generar un problema de una envergadura importante.

Por ejemplo que Siria, ante la presión internacional, ataque Israel o que Irán crea que la comunidad internacional quiera asentarse en Siria y, antes de que eso se produzca, impulse a algún grupo armado a atacar a Israel. La desestabilización sería de tal naturaleza que no se podría asegurar que el conflicto quedara dentro de las fronteras de Siria.

De todas formas, lo que le gustaría a los países occidentales es que las naciones árabes vivieran en una libertad que les permitiera elegir a sus gobiernos, pero lo que no pueden es ir imponiendólo. Ni tenemos la legalidad para hacerlo, ni sería la solución.

Un dato muy importante es la actitud de la Liga Árabe, que en el caso de Libia pidió a la comunidad internacional que interviniera y en Siria aún no lo ha hecho, está tomando la vía de la presión diplomática con sanciones. Las medidas tienen que ser proporcionales al problema para contribuir a su resolución y no a su agravamiento.

P: ¿Cómo ve el futuro de Siria?

R: En la medida que el régimen siga sofocando las revueltas a tiros, el régimen se irá muriendo, está acortando su propia existencia, y serán los sirios los que acaben con él. No puede mantenerse un régimen matando a su propia población poco a poco, eso no es sostenible. Al final acabará floreciendo una oposición organizada.

Hay países, como Turquía, que ya está recibiendo a esa oposición de tal manera que el régimen va quedándose aislado internacionalmente y comienza a quedarse aislado también internamente.

Siria acabará decidiendo su nuevo rumbo. La propia 'primavera árabe' plantea en estos momentos muchas incertidumbres, pero hay que confiar en que los pueblos sean sabios y que desde la óptica del progreso no vayan hacia atrás y caminen hacia delante.

Un régimen no puede mantenerse matando a su población

Yemen y Bahréin: "Los países árabes han tomado buena nota"

P: Hay otras revoluciones de las que se habla menos, entre ellas Yemen o Bahréin , ¿por qué?

R: Son dos casos distintos. En Bahréin la mayoría de la población es chií, mientras su cúpula es suní. Arabia Saudí ayudó al gobierno de Bahréin porque es el líder del mundo sunita y se sentía en la obligación de hacerlo.

Eso ha servido para calmar todos los problemas y parece que las cosas se han estabilizado, aunque nada queda como está. Todos los países árabes han tomado buena nota de lo que está sucediendo en sus vecinos.

En el caso de Yemen, su presidente, Abdalá Saleh, ya ha firmado la transferencia del poder, sabía que no forma parte del futuro de Yemen. Supongo que habrá una transición desde dentro, pero hay que saber que existen unos tiempos y no se pueden demorar mucho, porque si no la población se lo tomará como un engaño.

P: ¿Por qué ahora se aísla a regímenes con los que antes manteníamos buenas relaciones?

R: En el caso de Libia, por ejemplo, con Gadafi se reanudaron las relaciones porque se prefería a un Gadafi abierto a la comunidad internacional que a un Gadafi promotor de ataques terroristas y de programas de armas de destrucción masiva.

El tema del petróleo es independiente, porque siempre ha habido compañías que han estado dispuestas a operar en Libia. Incluso antes estaban mejor situadas que después del conflicto, cuando se paró la producción. Si hubiéramos tenido que pensar en los recursos del petróleo, lo mejor hubiera sido mirar para otro lado y dejar las manos libres a Gadafi.

P: ¿Cómo los rebeldes, sin experiencia y armas obsoletas, consiguieron ganar a los leales a Gadafi, que disponían de artillería pesada?, ¿se ha respetado el embargo de armas que dictaba la resolución 1970?

R: Sí. En la parte de responsabilidad que tenía la comunidad internacional, se ha respetado al 100%. Lo que no sabemos es si han podido entrar por el desierto, ya que nosotros no hemos puesto un pie en suelo libio.

Quizá hayan introducido armamento por el sur del país. De todas formas, Gadafi disponía de depósitos de armas por todo el territorio, por si un día tenía lugar una guerra de guerrillas. Pues bien, esos arsenales que había son los que han cogido los rebeldes para armarse. Todas son armas de Gadafi.

P: ¿Se han atacado objetivos civiles por parte de la OTAN?

R: La OTAN ha sido tremendamente cuidadosa en que no hubiera bajas de la población. Ante la duda de que pudiera producirse alguna muerte civil, la instrucción era no atacar ese objetivo. Si eso no se hubiera tenido en cuenta, en vez de siete meses la guerra durado dos.

La máxima prioridad era la protección de los civiles, así que los objetivos a atacar eran muy pocos. Por alguna mala información, pudo haber habido algún fallo concreto y puntual, pero no contra objetivos civiles ni militares que pudieran causar víctimas. Nosotros no tomamos parte directa en el conflicto, no hemos protegido a unos civiles sí y a otros no.

No hemos tomado parte directa en el conflicto

P: ¿Qué opinión le merece la muerte de Gadafi?

R: Lamentable. Gadafi debería haber sido juzgado, la forma en la que se ha producido su muerte no es justificable. La OTAN desconocía que en el convoy militar que atacó iba Gadafi. Luego lo capturaron los rebeldes y ya sabemos lo que pasó. De hecho la OTAN ha pedido al Gobierno de Transición que juzguen a los responsables de su muerte. Los libios deberían haberlo juzgado con todas las garantías legales.