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El cabezal de ducha puede ser un foco de bacterias

  • Lo afirma un estudio de la Universidad de Colorado tras analizar 45 duchas de EE.UU.
  • Los microbios podrían afectar a los sistemas inmunológicos más débiles
  • Sin embargo, el autor de la investigación asegura que no hay peligro para los sanos
  • Recomendaciones: cabezales de metal, cambiar el filtro o dejar correr el agua un minuto

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Los cabezales de ducha son un nido de bacterias potencialmente dañinas para los sistemas inmunológicos más débiles. Al menos eso es lo que afirma un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para llegar a esta conclusión se analizaron un total de 45 cabezales de ducha en edificios públicos y viviendas de cinco ciudades y cuatro pueblos pertenecientes a siete estados del país norteamericano, y después buscaron rastros genéticos de patógenos, tanto en las muestras de los cabezales como en otras recogidas del agua.

Un 30% de ellos contenía niveles significativos de 'Mycobacterium avium', un familiar del patógeno de la tuberculosis ligado a las enfermedades pulmonares que suele infectar a las personas con problemas en su sistema inmunológico.

Las personas más amenazadas por este microbio son las embarazadas, los ancianos, los afectados con sida o fibrosis pancreática, quienes se encuentran bajo tratamiento de cáncer o aquellos que se han sometido recientemente a una operación de trasplante de órganos.

No hay peligro para personas sanas

A pesar de todo, no hay que alarmarse, pues Norman Pace, el principal autor del estudio, asegura que la ducha no tiene por qué ser peligrosa, y no lo es "si no hay defectos en el sistema inmunológico", aunque sí reconoce que "existe un riesgo asociado".

Asimismo, Pace se ha referido a un reciente estudio del Hospital Nacional Judío de Denver, que sugiere que el aumento de las infecciones pulmonares generadas por esa bacteria en las últimas décadas podría estar relacionado con la costumbre de ducharse más y bañarse menos.

Estos patógenos recubren con una película muy fina los agujeros de los cabezales de la ducha, en una proporción de patógenos que supera en 100 veces a la que puede estar presente en las aguas municipales corrientes, ha asegurado Pace.

El norteamericano afirma que, debido a la presión de la ducha y a la forma en la que el agua se dispersa, los microbios quedan suspendidos en el aire y, además, "pueden ser fácilmente inhalados hasta lo más hondo de los pulmones".

Pace ha advertido que, al abrir el grifo de la ducha, "la cara se te empapa de agua", por lo que es probable estar bañándose "en una dosis particularmente alta de Mycobacterium avium".

Cabezales de metal y cambio de los filtros

Si la detección del riesgo es fácil, no lo es tanto la búsqueda de soluciones. Pace declara que el 99'9% de las bacterias presentes en cualquier entorno son indetectables mediante las técnicas científicas actuales.

El estudio ofrece también algunas recomendaciones. La primera de ellas, utilizar cabezales de metal en lugar de plástico, pues los primeros son menos susceptibles de concentrar este tipo de bacterias.

En segundo lugar, según reconoce Laura Baumgartner, coautora del estudio, podemos dejar correr el agua un minuto antes de ducharnos y también cambiar semanalmente el filtro del cabezal, ya que incluso aunque éste se limpie profundamente, los patógenos pueden volver a hospedarse en él.

Por último, y aunque Baumgartner confiesa que es una opción poco apta para ahorradores y ecologistas, aún queda la opción de darse un baño en lugar de la típica ducha.