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"Si se pone de moda no besar, no besaremos"

  • El miedo al contagio de Gripe A hace que los argentinos evite el contacto físico afectivo
  • Este miedo podría fomentar las relaciones interpersonales endogámicas
  • Internet: paradigma de las relaciones sociales tecnificadas en tiempos de pandemia
  • Todo y más en nuestro especial sobre la Gripe A

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Una pareja se besa en la ciudad de México
Una pareja se besa en la ciudad de México

Es un hecho que la Gripe A ha cambiado ciertas prácticas socioculturales en Argentina -segundo país del mundo por número de muertos- tales como dar un abrazo, dar la mano o un simple beso. 

Ante el temor a ser contagiados, los argentinos restringen cada vez más los contactos físicos afectivos, reduciéndolos en la medida de lo posible al ámbito familiar.

Se cree que con la llegada del invierno las condiciones medioambientales serán más propicias para la propagación del virus de la Gripe A, pudiendo aumentar el número de casos de contagio y de muertes en el hemisferio norte.

Valentín Martínez-Otero, psicólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, cree que estas precauciones pueden estar bien para luchar contra la pandemia pero que acrecientan la desconfianza respecto a las personas desconocidas y pueden favorecer el aislamiento social.

"Paso atrás en las relaciones interpersonales"

Sostiene además, que se podría optar por "vías alternativas para conocer a las personas", y que podría darse una mayor "tendencia a acreditar la buena salud" cuando aumenta el temor a ser contagiado.

Aconseja que se tengan en cuenta las medidas preventivas de los órganos sanitarios pero que no se malinterpreten, que se mantengan unas "normas básicas de educación" en la vida cotidiana ya que ayudan a fomentar las relaciones interpersonales. 

Si se advierten riesgos en el entorno "se pueden tomar medidas excesivas con el fin de protegerse". Como consecuencia, los vínculos y relaciones sociales podrían ser cada vez "más endogámicos".

Repercusión negativa en la educación

"La ansiedad, la sospecha, el temor a lo desconocido nos puede transformar en personas hostiles -que no responden a un saludo, por ejemplo-, suspicaces e injustas".Desde la perspectiva educativa podría tener una "repercusión negativa".

Martínez-Otero cree que una característica común de las grandes ciudades es la "endeblez en las normas elementales de cortesía".Por tanto, la Nueva Gripe podría introducir un "factor regresivo a nivel convivencial". 

El espacio físico y social estaría cada vez más reducido, pudiendo "compensarse con formas de relación tecnificadas como Internet".

El miedo pesa más que la enfermedad

Por otra parte, Antonio Cano, catedrático de la UCM y Presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) cree que "el miedo es más importante que los efectos de la enfermedad" y que muchas veces pesa más el miedo que el peligro real. 

Este psicólogo afirma que hay "temas que nos producen más miedo que otros aunque generen menos muertos", como por ejemplo el avión, que es más seguro que el coche pero mucho más temido. Para este autor lo mismo pasaría con la Gripe A y la gripe común. 

De momento no hay mucha diferencia entre los muertos que produce una y otra influenza. "Las personas que desarrollan pensamientos de contagio experimentan estadios de angustia", afirma, pero discrepa de Martínez-Otero y piensa que en ningún caso se llegará a la "tecnificación de las relaciones interpersonales".

El colectivo influencia al individuo

"Los miedos colectivos tienen mucha influencia en el individuo, si se pone de moda no besar, no besaremos. En Reino Unido mueren 12.000 personas al año por gripe común pero lo asociamos a la vejez, a que estas personas ya estaban enfermas(...)". 

Según el Dr. Cano, sabemos que mueren muchas personas en accidentes de tráfico, pero esta cifra es relativamente pequeña en proporción a la población total, y por tanto, no nos afecta tanto como para dejar de conducir.

Esto mismo pasaría con la Nueva Gripe,  los casos de muertes por Gripe A en nuestro entorno serían mínimos en relación a la población total. Por tanto, no tendríamos un peligro tan real y tan cercano como afirmamos los medios de comunicación, o al menos no tan grave como para dejar de saludarnos y besarnos como solemos hacer. Una cosa es la realidad y otra muy distinta el miedo colectivo y la influencia de éste en el individuo...