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López Aguilar, el comodín de Zapatero

  • El ex ministro de Justicia debe revertir los pronósticos que auguran una derrota socialista
  • Ganó las elecciones canarias, pero la coalición entre PP y CC le dejó fuera del Gobierno
  • Ahora, el resultado que coseche el 7 de junio se revela esencial para el futuro de su partido
  • Más información en nuestro especial sobre las Elecciones Europeas

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El candidato del PSOE a las elecciones europeas, Juan Fernando López Aguilar, en un mitín celebrado en Las Palmas.
El candidato del PSOE a las elecciones europeas, Juan Fernando López Aguilar, en un mitín celebrado en Las Palmas.

Es probable que, cuando Juan Fernando López Aguilar aceptó encabezar la lista europea del PSOE, no imaginara que se vería obligado, una vez más, a partir en desventaja, a tener que remontar: ya lo hizo en las elecciones generales de 2004, las que llevaron a José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa, y también en Canarias en 2007. Ahora, el comodín de Zapatero debe revertir los pronósticos que auguran una derrota socialista el próximo 7 de junio.

De hecho, el propio López Aguilar ha dicho ser consciente de que muchos consideran la campaña europea "una ocasión de libro para otorgar un voto de castigo al Gobierno nacional". Un voto de castigo que, a su juicio, el Ejecutivo no merece, aunque de su buen hacer en las próximas semanas dependerá, en gran parte, que lo reciba o no; por el momento, los sondeos otorgan una victoria, aunque ajustada, al PP.

Jurista de prestigio y especialista en derecho comunitario -es catedrático de Derecho Constitucional y catedrático Jean Monnet de Derecho Europeo- López Aguilar forma parte del núcleo de jóvenes socialistas que apoyaron la llegada de Zapatero a la secretaria general del partido en 2000, junto a Jesús Caldera, Jordi Sevilla, o Trinidad Jiménez, entre otros.

Ministro de Justicia

Como diputado y portavoz de Justicia del PSOE, durante los cuatro años siguientes se curtió en la oposición al Gobierno de José María Aznar y participó, desde el Comité Electoral del PSOE, en la victoria socialista de marzo de 2004. Ya entonces era uno de los hombres de mayor confianza de Zapatero, que le premió nombrándole Ministro de Justicia.

Desde ese cargo impulsó algunas de las reformas legislativas emblemáticas del primer Gobierno socialista, como la nueva ley del divorcio o la legalización de los matrimonios homosexuales, así como la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que le enfrentó a la oposición popular y al propio organismo judicial.

Es posible que las aspiraciones políticas de López Aguilar estuvieran colmadas dirigiendo el ministerio de la materia que es su especialidad, pero Zapatero le reservaba otro destino: mediada la legislatura, le requirió para que fuera el candidato socialista a dirigir el Gobierno canario. Pese a ciertas reticencias, López Aguilar no pudo negarse.

Ganador sin premio

En Canarias, López Aguilar afrontaba en considerable reto: el PSC- PSOE había sido la tercera fuerza política en las elecciones de 2003, por detrás de Coalición Canaria y del Partido Popular, y su objetivo era lograr la presidencia de la región.

Tras una extenuante campaña en la que repitió por todos los rincones de las islas la consigna del cambio, en mayo de 2007 logró darle la vuelta al mapa electoral: el PSOE había logrado 26 escaños, por 17 de CC y 15 del PP, una victoria inapelable.

Si bien fue capaz de ganar la batalla en las urnas, no lo consiguió en la de las alianzas, y tras un mes de negociaciones, Coalición Canaria prefirió pactar con el PP antes que con los socialistas, que habían descalificado recurrentemente -incluso después de las elecciones- su labor al frente del Gobierno canario.

Líder europeo

Arrinconado en la oposición, López Aguilar apenas permaneció otro año en la política canaria y en marzo de 2008 concurrió como cabeza de lista al Congreso de los Diputados por Las Palmas, volviendo así a la política nacional.

El siguiente salto lo propició la renuncia de Josep Borrell a volver a encabezar al lista europea del PSOE. De nuevo,  Zapatero recurrió a su comodín, encargando a López Aguilar una tarea que entonces no parecía tan incómoda y que se revela esencial para el devenir del partido durante el resto de la legislatura.