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Ateridos, satisfechos y algunos indignados

  • Unos dos millones de personas han presenciado la investidura de Obama en Washington
  • Los controles de seguridad han impedido que la muchedumbre invadiera el recinto
  • No se han registrado incidentes graves: niños perdidos y atendidos por frío y borracheras

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La temperatura en Washington sólo ha rozado los cero grados después del mediodía. Por la mañana y al caer el sol, cinco bajo cero. Pero la sensación térmica era de menos doce. El viento te metía el frío en el tuétano.

"Estamos helados", dice Mónica. "Hemos pasado nueve horas a la intemperie. Hemos visto pasar a Obama y Biden. Ha sido estupendo pero es hora de volver a casa". "El sentimiento de unidad es tremendo" añade Philip, un ingeniero de Rhode Island. Ha estado en el Mall desde las seis de la mañana. "Es la única persona por la que haría eso"

Estados Unidos ha celebrado 55 investiduras pero ninguna como esta. Cerca de dos millones de personas han invadido la capital del imperio para ver jurar al primer presidente afroamericano. Hay buen rollo y un poso de alivio, después de ocho años. 

La excitación es palpable entre los negros. Alguien de su raza ha roto definitivamente las barreras. "Me ha dejado casi sin palabras", dice Samuel, que ha venido desde California. "Es tan emotivo que es casi una experiencia irreal", añade Cleveland, de 56 años. Ha viajado con su mujer desde Houston, en Tejas. Se les saltan las lágrimas de los ojos. 

¡Bush! El insulto oficial de la jornada 

A pesar de que el presidente saliente deja el país partido por la mitad, no se han visto apenas protestas durante el día. Todo un contraste con la toma de posesión de Bush 43, como le llaman aquí para distinguirlo de su padre. Que también las tuvo. Esta vez, una veintena de manifestantes han portado pancartas contra los homosexuales. Venían de una iglesia baptista de Kansas. 

En cambio, unos cuantos miles han abucheado a Bush cuando descendía por las escalinatas del Capitolio, poniendo la nota discordante en una ceremonia medida al milímetro. Los gritos se han repetido cada vez que las pantallas gigantes dispuestas en el Mall mostraban su imagen. "Na-na-na-na, hey, hey, goodbye" le cantaban a modo de despedida. 

El ambiente se caldea por la tarde. Pesan las horas como piojos en costura. Las ganas por volver a casa y meterse algo caliente en el cuerpo rompen la flema anglosajona. ¡Bush! gritan a los que tratan de saltarse las colas. ¡Bush! espetan los más exaltados a los policías que tratan de dirigir la marea. 

Aglomeraciones interminables en el Mall 

El peor cuello de botella se ha formado en las estaciones de metro de L¿Enfant Plaza y Farragut West. La compañía ha abierto la mano y ha dejado salir a los pasajeros sin exigirles el ticket. 

Una hora y media después de acabar la ceremonia de investidura, todavía había multitudes esperando abrirse camino en la calle 18. "He luchado por él durante los dos últimos años y he venido a Washington para disfrutar del final feliz. Pero ha sido una pesadilla". Gabrielle está embarazada, tenía una entrada para verlo en primera fila. No le ha servido de nada. No ha conseguido pasar los controles de seguridad

No es el único caso. Hay decenas que protestan por la misma razón. Un policía se defiende. "Hay entradas falsas. Hay puntos donde hemos tenido que echar atrás a la gente. Demasiada. Era peligroso". 

De hecho, se han formado tapones en las barreras de seguridad. Miles han esperado en vano; el acceso estaba cerrado o la entrada no valía para ese punto. Los bomberos han tenido que intervenir para rescatar a las personas atrapadas en un check point, cerca de Union Station. 

Unos cientos de avispados han descubierto otra posibilidad para escapar. Han aprovechado la estela vacía que dejaba una ambulancia. Otros protestaban: "Dejadnos entrar, llamad al 911", el teléfono de emergencia. 

A pesar de todo, miles cantan "Obama" y se lo toman con la misma paciencia que demuestra el presidente. "Quizás deberíamos acampar aquí hasta el 2013" comenta un joven alto como una torre. 

Hipotermia, niños perdidos y exceso de alcohol 

No ha habido incidentes serios en la jornada. La policía no ha realizado arrestos, al menos hasta bien entrada la tarde. Una mujer de 68 años se ha caído a las vías del metro en Gallery Place Station. Los pasajeros la han sacado antes de que llegara el tren. Una treintena de niños se han despistado de sus padres. Todos están de vuelta con sus familias. 

Los hospitales locales han tratado varias docenas de casos de hipotermia. "Hemos visto a unos 15 chavales, ateridos por el frío, nada que no se pueda curar con una buena manta", dice la portavoz del George Washington University Hospital. "Nada fuera de lo normal". 

Después de que haya terminado la ceremonia de investidura, han entrado más casos con síntomas claros de borrachera. Se les ha ido la mano curándose el frío. 

En el Suburban Hospital de Bethesda, a las afueras de la capital, la jornada ha sido incluso más tranquila. Sólo un paciente. Herido en un accidente de tráfico. En el centro estaba proscrito.