Enlaces accesibilidad

La esperanza menguante de Ingrid Betancourt

Los testimonios de los últimos liberados por las FARC dispararon las alarmasEl desánimo tras seis años de secuestro y la hepatitis pusieron su vida en peligroLas iniciativas por un acuerdo humanitario con la guerrilla no fructificaron

Por
Ingrid Betancourt, en la última prueba de vida difundida el 30 de noviembre de 2007.
Ingrid Betancourt, en la última prueba de vida difundida por las FARC el 30 de noviembre de 2007.

Tras más de seis años de cautiverio, el temor por la suerte de Ingrid Betancourt Pulecio (1961), secuestrada por las FARC, se ha acrecentó con los testimonios de los cuatro ex congresistas que la guerrilla colombiana liberó el pasado 27 de febrero en la región de Guaviare, en medio de la selva de aquel país. Corrían días difíciles para los familiares de la ex candidata a la presidencia de Colombia.

Uno de los ex congresistas, Luis Eladio Pérez, dio la voz de alarma al advertir tras ser liberado que el caso de Ingrid era una carrera "contra el tiempo, contra la muerte". Según su testimonio, la ex candidata padecía problemas físicos y permanecía encadenada en condiciones "infrahumanas". "Ingrid quedó muy mal, está física y moralmente agotada, tenemos que hacer una inmensa campaña para sacarla lo antes posible", agregó.

Aunque era uno de sus rehenes más valiosos, y los guerrilleros le suministraban calcio y vitaminas para que no desfalleciera, "la guerrilla se ha ensañado contra Ingrid Betancourt y está en unas condiciones infrahumanas, rodeada de personajes que no le han hecho para nada la vida agradable", comentó el ex congresista.

Enferma de hepatitis 

La enfermedad hizo presa de ella. Es algo que, tarde o temprano, les ocurre a todos los rehenes, que añaden al sufrimiento de la ausencia de libertad y la incertidumbre por el mañana la falta de atenciones médicas de cualquier tipo, que hace que vayan sucumbiendo a las enfermedades tropicales o a otros males. Los rehenes liberados afirmron que Betancourt sufría una hepatitis B reincidente y se dispararon todas las alarmas.

Su estado lo confirmó Luis Mendieta, militar secuestrado por las FARC, en una carta divulgada el pasado 15 de enero, en la que decía que Ingrid Betancourt había tenido que ser trasladada en hamaca durante largas caminatas por la selva.

"Nos íbamos enfermando. Así pasó conmigo, con Alan (Jara, político), con (el capitán de policía Enrique) Murillo, y con Ingrid. Nos transportaban en hamacas. En una ocasión pude conversar con Ingrid, iba así. Luego nos separaron", escribía.

Así es como se ha ido teniendo noticia de Betancourt, como de tantos otros rehenes. Por medio de retazos dispersos, conocidos con una tormentosa intermitencia, que han ido goteando mínimos testimonios, directos o indirectos, se adivina su largo padecimiento y se confirma la certeza de que la esperanza y la propia vida de Ingrid Betancourt se consumen sin remedio.

Una vida truncada

El infierno empezó el 23 de febrero de 2002, cuando se dirigía desde Florencia a San Vicente del Caguán para pronunciar un discurso, a unos 600 kilómetros al sur de Bogotá. Iba con ella su jefa de campaña y fiel amiga Clara Rojas. Viajaban por carretera, porque no se les había permitido viajar en un helicóptero militar.

Era una imprudencia, porque la región del Caquetá, por donde circulaban, había dejado de ser tres días antes zona neutral para las conversaciones entre el Gobierno y la guerrilla, y había vuelto a ser ocupada por ésta. Después de pasar dos retenes militares que les advirtieron de la presencia de la guerrilla, fueron detenidas y secuestradas por las FARC.

Se truncaba así la vida de una mujer enérgica que llevaba una carrera política prometedora y fulgurante que podía haberla aupado a la presidencia del país, por la que había dejado su cargo de senadora en mayo de 2001. Caracterizada por su empuje y crítica a la corrupción que podía haberla aupado a la presidencia del país, en Francia, donde publicó su libro La rabia del corazón, se le puso el sobrenombre de la 'Juana de Arco de los Andes'.

Pero fue finalmente Álvaro Uribe quien ganó las elecciones, quien asumió la presidencia de Colombia el 7 de agosto de 2002, y quien, con su propugnada y aplaudida política de mano dura contra la guerrilla, ha contribuido también a marcar también el curso de los acontecimientos en la gestión política de los secuestros.

Las FARC dieron a conocer mediante vídeos dos pruebas de vida, en julio de 2002 y en agosto de 2003, de una Ingrid Betancourt que hablaba acerca de su secuestro y opinaba sobre la posibilidad de un rescate militar. Desde entonces, se hizo el silencio. No se volvió a tener más noticias sobre Ingrid Betancourt y los rumores, algunos tan desconcertantes como improbables -como que tenía el síndrome de Estocolmo y se había unido a la guerrilla-, sustituyeron a la información.

Pasos para la liberación

A finales de 2005, Francia, Suiza y España propusieron crear una zona desmilitarizada en Florida y Pradera, dos municipios reclamados por las FARC, para negociar la liberación de los secuestrados, entre ellos Ingrid Betancourt. La oferta satisfacía las exigencias de la guerrilla, que había pedido mese atrás la desmilitarización de unos 800 kilómetros cuadrados de territorio que incluía a esas poblaciones.

Álvaro Uribe aceptó, pero de nuevo un atentado atribuido a las FARC en octubre de 2006 contra una universidad militar en Bogotá canceló los acercamientos y le llevó a apostar por el rescate militar de los secuestrados, una vía a la que se oponen en general las familias de los rehenes.

Con esta estrategia, Uribe declaró a la prensa francesa en febrero de 2007 que existía la posibilidad "de que la ex candidata presidencial podría encontrarse fuera del país", noticia desmentida desde el propio secretariado de las FARC y que confirmaron tres más tarde con el testimonio de uno de los compañeros de Betancourt que logró fugarse.

El 17 de mayo de 2007, John Frank Pinchao, un policía que logró escapar de las FARC, aseguró que Ingrid estaba con vida, pero en unas condiciones muy duras, y que había intentado fugarse hasta en cinco ocasiones. Una vez casi lo consiguió, y desde entonces la mantenían encadenada las veinticuatro horas del día.

Sarkozy y Chávez, nuevo impulso

La elección de Nicolas Sarkozy como presidente de Francia en mayo de 2007 da un nuevo aliento a las gestiones por la liberación de Ingrid Betancourt. Preocupado por la suerte de su medio compatriota, media ante Uribe para que el Gobierno realice una liberación unilateral de 120 guerrilleros presos, entre ellos el llamado "canciller" de las FARC, Rodrigo Granda.

En el mes de agosto, el presidente venezolano Hugo Chávez acepta mediar ante las FARC para lograr un acuerdo humanitario que condujera a la liberación de los rehenes, y llega a reunirse el 7 de noviembre en Caracas con delegados de las FARC. De hecho, Chávez escandaliza a los gobiernos de Colombia y Estados Unidos al pedir para los guerrilleros de las FARC el estatuto de interlocutores políticos, una organización que aparece en los listados estadounidenses y de la Unión Europea de grupos terroristas.

Viendo que la política de negociación de Hugo Chávez emergía con fuerza por contraste a la suya de mano dura y sin concesiones, Uribe interrumpe la mediación de Chávez acusándole de excederse en sus actuaciones.

"No tengo ganas de nada"

A los pocos días, el 30 de noviembre, el gobierno colombiano intercepta y divulga fotos y vídeos que muestran las difíciles condiciones en que vivían varios rehenes, entre ellos Ingrid Betancourt. Las imágenes, del 24 de octubre, según el Gobierno, muestran a una Ingrid abatida, demacrada y cabizbaja.

Entre las pruebas también había una carta dirigida a su madre, cuyo contenido se filtró a los medios, y en las que Betancourt descubría en sus propias palabras su agotamiento. "No tengo ganas de nada y creo que esto último es lo único que está bien: no tener ganas de nada", escribe, y concluye pensando en el dolor de su familia y señalando que ha perdido las ganas de seguir viviendo: "Siento que la vida de mis niños está en stand-by, esperando a que yo salga y su sufrimiento diario hace que la muerte me parezca una opción dulce".

Ése ha sido el último testimonio conocido de la situación de Betancourt, hasta que el pasado 10 de enero fueron liberadas unilateralmente por las FARC las ex parlamentarias Clara Rojas, la compañera de Ingrid, y Consuelo González. Dos semanas más tarde, el 27 de febrero, fueron liberados otros cuatro rehenes, los cuatro también ex congresistas colombianos, gracias en ambos casos a la intervención de una misión humanitaria promovida de nuevo por Venezuela y encabezada por la senadora Piedad Córdoba y por miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Crisis dimplomática

Dos liberaciones unilaterales en tan poco tiempo arrojaban una nueva esperanza sobre el destino de los secuestrados reservados para el canje, cuya puesta en libertad siguen supeditando las FARC a la desmilitarización de Florida y Pradera.

Chávez, por su parte, seguía abogando por la negociación para alcanzar un acuerdo humanitario que implicara a varios gobiernos latinoamericanos en cooperación con el Ejecutivo de Colombia, iniciativa que contaba con el respaldo de países europeos como Francia o Italia.

Sin embargo, una acción militar del ejército colombiano dio un nuevo giro dramático a los acontecimientos. Tras un ataque aéreo a posiciones de la guerrilla en la selva en territorio de Ecuador, murieron 17 guerrilleros, entre ellos el portavoz y segundo al mando de las FARC,  Raúl Reyes.

El bombardeo fue la chispa que hizo estallar una efímera crisis política y diplomática entre Colombia y Venezuela. Tras amenazar al gobierno de Colombia de que una acción de ese tipo en territorio venezolano se consideraría como un "casus belli", Hugo Chávez ordenó el cierre de la embajada y el movimiento de diez batallones a la frontera con Colombia. Por fortuna, la sangre no llegó al río y la crisis se saldó con sendos abrazos entre los presidentes de Colombia, Ecuador y Venezuela en la cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Río de Janeiro.

Liberada por el Ejército

El 2 de julio, Betancourt recobró la libertad al ser rescatada por el Ejército colombiano. La ex candidata presidencial estaba en buen estado de salud y fue liberada junto a tres estadounidenses y once militares secuestrados por las FARC.

El ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, hizo pública la liberación que puso fin a una pesadilla de seis años.