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Copa del Rey | Opinión

Unionistas de Salamanca: Los valores no se venden

  • El humilde rival del Real Madrid en Copa nació tras la desaparición de la mítica U.D.S.
  • De organización asamblearia, los socios de Unionistas son el centro del club de Salamanca

Por
Unionistas, desbordado por el partido contra el Real Madrid

Seguramente mucha gente no haya entendido todo el revuelo montado desde que el azar emparejase a Unionistas de Salamanca contra el Real Madrid en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. ¿Por qué Unionistas ha renunciado a tanto dinero? ¿Por qué querían jugar en su casa a toda costa? ¿Por qué han dado más valor a sus socios que a cualquier otra premisa? Porque Unionistas es un sentimiento por encima de todo lo demás. Y los valores no se venden, ni por medio millón de euros, ni por todo el oro del mundo.

[Unionistas-Real Madrid en vivo

Hace más de 6 años ese sentimiento, esa pasión futbolera, se desmoronó en Salamanca tras la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca.

Ese 18 de junio de 2013 muchos corazones se rompieron y miles unionistas lloramos mientras asistíamos –entre incrédulos y perplejos- al funeral del equipo con el que habíamos crecido.

En ese momento, un grupo de aficionados de la ‘Unión’ –los únicos que se dejaron el alma para intentar que su equipo no desapareciera- plantearon la alternativa de poner en marcha un club que homenajeara a la difunta U.D.S. Y así es como surgió Unionistas, tras el empuje y el ahínco de quienes intentaron salvar a su antiguo equipo.

En solo seis años Unionistas ha pasado de jugar en el barro, de disputar partidos en campos de arena en la última división del fútbol español a enfrentarse al Mejor Club del Siglo XX. Y a pesar de las diferencias, ha habido una cosa que no ha cambiado: el apoyo incondicional de su afición.

Javi Luaces, entrenador del Unionistas: "Aquí por encima de todo está el equipo, el club y animar"

Desde el primer partido, desde el primer al último minuto, animando desde una barrera a pie de campo o de pie en el hormigón de Las Pistas. Sin asientos, ni calefacción, donde no hay ninguna comodidad, el fútbol humilde y popular renace... la grada de Unionistas se deja la voz y la piel animando a su equipo. Lloviendo, nevando, tronando, bajo un Sol de justicia... jueguen donde jueguen y sea a la hora que sea el partido.

Hubo un punto de inflexión por encima de todo en esa unión entre equipo y afición: el partido de Xàtiva. Era la vuelta de la segunda eliminatoria de la fase de ascenso a ‘Segunda B’. Tras el 1-0 de la ida, Unionistas confiaba en poder mantener el resultado. En el minuto 12 ya perdían 2-0. Al final del partido fueron 5. 5-0. Eliminados. Esa noche, bajo la luna valenciana, los aplausos y vítores de los derrotados resonaron por encima –y con holgura- de los que proferían los ganadores.

Técnico y jugadores, los únicos que cobran

Unionistas es juntarse en cada partido como si fuera el primero de la historia. O como si fuera el último. Es celebrar un gol con una alegría desbordada. Es soñar con meter un gol de penalti en el 97 y subir de categoría. Es gritar y abrazarte con quien tengas a tu lado para disfrutar ese momento. Es una pasión que no se puede comprender si no se vive desde dentro. Es vivir ilusionado sabiendo que cada domingo tienes la oportunidad de animar al equipo que te ha hecho renacer el amor por el fútbol. Y si no se gana, ya habrá ocasión de hacerlo en el próximo partido. Es ser de Unionistas, y si no lo eres, no lo puedes entender.

Y más allá de sentimiento, Unionistas es generosidad. Altruismo. Dedicación. Los únicos que cobran por su trabajo son el cuerpo técnico y los jugadores. Ni la directiva –que no sérá la primera vez que pongan dinero de su bolsillo-, ni el Grupo de Trabajo, ni los voluntarios ven un céntimo por las miles de horas que han dedicado de su tiempo libre por y para Unionistas.

Tal vez sea poco tiempo, pero estos años han demostrado que este equipo creado tras la desaparición de la U.D.S se ha ido forjando poco a poco, a fuego lento... con muchísimas alegrías y algún que otro sinsabor, que sus mimbres son fuertes, tanto como su amor por los colores blanquinegros. Los que le vieron nacer. Los del equipo al que homenajea desde su nacimiento. Porque Unión sólo hubo una. Todo lo demás, mentiras.