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El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, han mantenido durante dos horas y media una conversación telefónica para abordar el fin de la guerra en Ucrania. Ambos mandatarios han acordado aplicar un alto el fuego provisional de 30 días, que incluye el cese inmediato de ataques contra infraestructuras energéticas. Además, se han comprometido a hablar sobre un posible cese de las hostilidades en el Mar Negro, cuyas negociaciones "comenzarán de inmediato en Oriente Medio", según ha declarado la Casa Blanca.

En la reunión, Trump ha presentado a Putin un acuerdo de mínimos que, hace una semana, Ucrania aceptó en Arabia Saudí. Tras más de ocho horas de negociaciones en la ciudad de Yeda, altos mandos ucranianos y estadounidenses redactaron una propuesta de alto el fuego. Rusia ha adelantado que las próximas conversaciones marcarán un punto de inicio para alcanzar una "paz duradera".

La tregua en Ucrania puede aliviar a la población civil, facilitar la entrega de ayuda humanitaria y dar un descanso a unas tropas agotadas después de tres años de combate sin pausa. La mayor dificultad es la desconfianza. Ni la población ucraniana ni las autoridades de Kiev se fían de Moscú, que a su vez también tiene reservas y exige que Ucrania no aproveche la pausa para rearmarse.

El reto operativo de la tregua es la supervisión: Ucrania y Rusia comparten más de 2000 kilómetros de frontera y unos mil de frente con combates activos. El Kremlin rechaza expresamente la presencia de tropas de países de la OTAN, mientras Kiev reclama garantías de seguridad por ahora no concretadas. Pero los acuerdos no son imposibles. En estos tres años de invasión, Rusia y Ucrania han pactado intercambios de prisioneros, la exportación de cereales por el mar Negro o evitar ataques cuando los inspectores de la ONU visitan la central nuclear de Zaporiyia.

En todos esos casos, Moscú y Kiev han pactado a través de mediadores. En la tregua, el intermediario es Estados Unidos, con un Donald Trump que ya va más allá del alto el fuego, y habla de que se negocie sobre instalaciones energéticas y tierras.

En medio de la incertidumbre sobre si se materializará y se consolidará un alto el fuego en Ucrania, el Ejército ucraniano sigue construyendo posiciones defensivas en los distintos frentes del Donbás. Fran Sevilla, enviado especial de RNE, se encuentra en la carretera entre Kostiantínivka y Kramatorsk: "Vemos cómo los ucranianos se repliegan cada vez más atrás de la línea del frente ante el avance de las fuerzas rusas", cuenta.

El martes 18 de marzo se producirá la esperada conversación telefónicase producirá la esperada conversación telefónica entre los presidentes estadounidense, Donald Trump, y ruso, Vladímir Putin. Trump ve más cerca el fin de la guerra que la propia Kiev, y pone el foco sobre un tema tan espinoso como es la posible cesión de tierras. La Administración estadounidense ha dado a entender que "no es realista" pretender que Rusia se vaya a retirar de todos los territorios, pese a que Ucrania tilda de "línea roja" este escenario. Ante la prensa, el ministro de Exteriores, Andrii Sibiha, ha hablado claro de lo que no es negociable para ellos, y que va desde renunciar a los territorios ocupados, pasando por desmilitarizar el país, hasta renunciar a sus aspiraciones de entrar en la OTAN.

Ante un hipotético fin del conflicto, Rusia podría quedarse con los territorios ucranianos que actualmente ocupa, tal y como exige de cara a una negociación de paz. Esto implicaría mantener el control de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa y punto estratégico para la independencia energética de Ucrania. Sin embargo, Kiev no está dispuesto a aceptar este escenario. Ante la prensa ucraniana, el ministro de Exteriores, Andrii Sibiha, ha hablado de lo que no es negociable para ellos, y que va desde no ceder los territorios ocupados a desmilitarizar el país o renunciar a sus aspiraciones de entrar en la OTAN.

En resumen, Ucrania se ancla a sus posiciones iniciales, mientras que el frente continúa moviéndose. Las tropas rusas avanzan precisamente en la región de Zaporiyia y aseguran que han tomado el pequeño enclave de Stepove.

En una de las líneas del Frente del Donbás, en la provincia de Donetsk, vamos al interior de una de las casas de los soldados donde descansan y regresan tras estar en primera línea. Viven en condiciones muy precarias, con lo mínimo para sobrevivir y con mucho frío. Se encuentran lejos de sus familias y de sus lugares de origen, pero con la moral alta y la determinación de continuar defendiendo unos territorios que los rusos quieren arrebatarles. Informa el enviado especial Fran Sevilla.

En la ciudad de Kramatorsk, las autoridades han instalado varios refugios antiaéreos. Pero, aunque las alarmas suenan continuamente, son pocas las personas que los usan, entre otras cosas porque el centro está prácticamente vacío. Nuestro enviado especial a Ucrania, Fran Sevilla, nos enseña cómo son estos refugios. Esta ciudad tenía 150.000 habitantes antes del comienzo de la invasión rusa, ahora solo quedan unos 10.000.