La ciudad de Donetsk, en el Donbás ucraniano ocupado por Rusia, lleva más de una década bajo control directo o indirecto de Moscú, y sus residentes están cansados de todos estos como frente de guerra. El Kremlin ha dejado claro que no piensa renunciar a este territorio ni al resto del Donbás, que consideran parte de la Federación Rusa, ante un eventual acuerdo de paz.
Después de tres años de guerra, los residentes que quedan en la zona se definen mayormente como prorrusos, o al menos no se manifiestan de forma abierta como ucranianos identitariamente. Pero sí desean, como el resto de ucranianos, que las conversaciones de paz que han abierto Donald Trump y Putin puedan conducir al fin de la guerra.
Diario de Ucrania
Con las gafas de Anna Bosch