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El Gobierno de El Salvador ha comunicado que los médicos están listos para practicar un "parto inducido" a Beatriz, nombre supuesto de la mujer de 22 años con graves problemas de salud y a la que se impide abortar, pese a que el feto es anencefálico (no tiene cerebro).

Así lo declaró este jueves la ministra de Salud , María Isabel Rodríguez. "Está bien claro que en este momento la interrupción del embarazo ya no es un aborto, es un parto inducido", porque ya la joven superó las 20 semanas de embarazo, explicó Rodríguez.

El fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que el martes denegó la solicitud de Beatriz para que le fuera practicado un aborto terapéutico, deja "en manos de los médicos" la decisión "para actuar, en caso que sea necesario", subrayó Rodríguez. "Lo decisivo es proteger la vida de Beatriz", ha añadido la ministra de Salud.

La justicia tunecina ha sentado hoy en el banquillo a Amina Tyler, la joven que mostró el pecho en internet hace unos meses. La acusan de vandalismo y podrían condenarla hasta a dos años de cárcel. Su causa se ha convertido en la de muchas feministas, sobre todo en el mundo árabe.

La mujer salvadoreña que había pedido abortar porque según los médicos su vida corría peligro y el feto sufría graves malformaciones que no le permitirían sobrevivir, ya ha tenido respuesta del Tribunal Supremo de El Salvador, donde está prohibido el aborto. Finalmente su petición ha sido rechazada.

Los trabajos que implican nomadismo, que exigen largas estancias fuera del hogar, que se realizan al aire libre y suponen fuerza física o el manejo de maquinaria compleja han sido considerados poco apropiados para las mujeres. Según el documental, no es así siempre.

Histórico de emisiones:

08/04/2011

Por primera vez tenían permiso del Tribunal del Distrito de Jerusalén para rezar como hombres. Y con esta intención -ataviadas con talit y kipás- han acudido un centenar de mujeres al Muro de las Lamentanciones, donde judíos ultra-ortodoxos las han recibido con piedras, botellas y aguas. Allí, en el lugar más sagrado de su fe, no son bievenidas.

Son las "Mujeres del Muro", judías que reivindican su derecho a rezar igual que los hombres, es decir, en voz alta, con cánticos, y con la indumentaria que describe la Torá. Y lo han conseguido aunque, eso sí, escoltadas por la Policía israelí.

El Tribunal del Distrito de Jerusalén dictaminara recientemente que no suponía una "vulneración de la costumbre local" hacerlo ataviadas con indumentaria característica de los varones judíos. Cada mes este grupo de féminas había acudido al Muro de las Lamentaciones ataviadas con filacterias y solideos para leer directamente de rollos del libro sagrado del judaísmo, lo que es considerado por los sectores ortodoxos como un desafío, una blasfemia y un acto de provocación.