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Políticos demócratas y republicanos, organizaciones de derechos humanos, importantes empresas y hasta la propia esposa del presidente Donald Trump, Melania, critican la política de la administración estadounidense de separar a los niños inmigrantes de sus padres en la frontera con México.

Las críticas se han endurecido después de difundirse imágenes de los menores encerrados en jaulas con suelo de cemento, y audios en los que supuestamente se les oye llorar y llamar a sus padres.

La administración estadounidense defiende que las separaciones familiares cumplen estrictamente la ley. Bajo la política de Trump de "tolerancia cero" con la inmigración, quienes entran ilegalmente en los EE.UU. son acusados de un delito.

Como consecuencia, los adultos son enviados a una carcel federal, mientras los niños son enviados a centros de detención aparte, en ocasiones en localidades lejanas.

En España hay un sistema de acogida que cuenta con 8.500 plazas para refugiados. Todas las plazas están ocupadas en este momento. TVE ha visitado un centro de Accem en Sigüenza (Guadalajara), donde residen refugiados de Siria, Irak o Venezuela. Allí son atendidos por psicólogos, abogados y trabajadores sociales, que los preparan para su nueva vida. Es el caso de Fadi, un dentista de 31 años que huyó de Gaza y ahora está aprendiendo español. De los 5.000 habitantes que tiene la localidad, 800 son migrantes, "todo un ejemplo de integración", destaca el centro.

La travesía nocturna del Aquarius y los dos barcos italianos que trasladan a los 629 migrantes rescatados hacia Valencia ha sido complicada. El fuerte viento y oleaje han dificultado la navegación, los migrantes han tenido que ser atendidos por fuertes mareos y la tripulación ha trabajado durante toda la noche para protegerlos y llevarlos a cubierto. Todo ello ha obligado a cambiar la trayectoria de la navegación y bordear Cerdeña, lo que podría retrasar la llegada, prevista para el sábado, hasta el domingo.

El primer día de viaje del Aquarius rumbo a Valencia ha transcurrido con normalidad, que se ha ido contagiando entre los migrantes, expectantes por la llegada a España. Muchos han pasado el día tumbados por el mareo provocado por el oleaje del mar, aunque la música ha estado muy presente en la jornada. Por la tarde, el barco ha parado frente a la isla siciliana de Mazalla de Vallo, donde han recibido víveres de las autoridades italianas, insuficientes para un viaje que durará al menos tres días, según denuncia Médicos Sin Fronteras.

Tras varias jornadas de tensión a la espera de un puerto seguro como destino, la situación a bordo del Aquarius. Este miércoles, la tripulación y los voluntarios están realizando trabajos rutinarios de limpieza, mientras que los migrantes, visiblemente alegres, van asentándose en el que será su hogar durante los próximos días. Está previsto que lleguen a Valencia en los próximos tres días aunque depende de la meteorología adversa.