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DAK'ART 2018: La hora Roja (I)

Emisión 23 de mayo de 2018 · La 2

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Metrópolis - DAK'ART 1: La hora Roja (I)

Metrópolis presenta, en el primer programa dedicado a Dak’art 2018, un recorrido por la exposición central Una nueva humanidad en el Antiguo Palacio de Justicia y el proyecto paralelo Mi Superkilómetro en el mercado del barrio de Médina.

Después de recordar, en 2016, a Léopold Sédar Senghor con el lema La ciudad en un día azul, el director artístico de la Bienal de Dakar Simon Njami recupera, para Dak’art 2018, un término acuñado por otro de los padres de “la negritud”, Aimé Cesaire, en cuya obra de teatro Y los perros callaban un esclavo rebelde dice: “Soy la hora roja, la hora desatada roja”.

La hora roja es entonces el momento en el que el individuo toma posición, se emancipa y asume responsabilidades. Es por tanto el momento de tomar decisiones y de pasar a la acción, frente al momento de ensueño y esperanza expresado por Senghor. Es también el momento en el que nace el sujeto postcolonial, el “hombre nuevo” de Frantz Fanon, que ha inspirado el título de la exposición central, Una nueva humanidad, que reúne 75 artistas de 33 países. Algunas de las obras como Mano Labour (2017) de Ndidi Dike (Nigeria) o las delicadas piezas hechas con saris de su madre de Amita Makan (Sudáfrica) hacen referencia directa a la época colonial; Malaïka Dotou Sankofa (2016) de Laeila Adjovi (Benín) refleja el paso hacia la emancipación; con Triumph of Seagulls (2016) Nathalie Mba Bikoro (Gabón) rinde homenaje a las mujeres que participaron activamente en la lucha por la libaración; y en Only Dreamers Leave (2016-2017)Ibrahim Ahmed (Egipto) traza una línea del pasado colonial al presente globalizado y sus respectivos movimientos migratorios.

DAK'ART 2018: La hora Roja (I)

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Hay otros rojos en el punto de partida de la concepción de la exposición, sobre todo la rubedo, que en alquímia es el tercer estado que conduce al conocimiento total. Esa acepción que otorga a los artistas la capacidad transformadora necesaría para producir cambios importantes, se materializa en trabajos de gran impacto visual como la serie de cuadros tridemensionales Sédiments (2015-2017) de Yasmina Alaoui (Marruecos); la instalación realizada con objetos encontrados en la basura Oldies and Goodies (2016) de Olanrewaju Tejuosa (Nigeria); el cuadro compuesto por uñas postizas Roiling Red  (2018) de Frances Goodman (Sudáfrica); el mural poblado con figuras de cuentos indios Crazy Cloud (2016-21017) de Yassine Balbzioui (Marruecos); o los cuadros pintados con fuego y humo de la serie Ma Renaissance (2017) de Geraldine Tobe (Congo).

El concepto del hombre descolonizado está presente en varias de las obras, habiéndose ampliado a cualquier otra experiencia transformadora y poniendo en evidencia que estas transformaciones requieren de una decisión determinante y de procesos psicológicos sumamente complejos. I’m not a slave, but I’m...  (2016) de Yvon Ngassam (Camerún) celebra el reconocimiento de la trata de esclavos como crimen contra la humanidad por parte de la ONU, a la vez que lamenta la enorme dificultad de, a estas alturas, volver a forjar una identidad africana; Coma Manifiesto 01 & 02 (2017) de mounir fatmi (Marruecos) remite a la desorientación y desilusión provocadas por el choque entre las culturas árabe y europea; On the Ladder (2017) de Arlene Wandera (Kenia) expone el frágil equilibrio de un mundo en el que cada uno tiene que buscar su sitio; las caras pintadas sobre sábanas por Chéhérazade Lhadj Mohand (Bélgica) cuestionan nuestro concepto de humanidad, palabra que ha quedado vaciada de significado debido a su uso superficial y banal por parte de personas no dispuestas a reinventarse; y en Elevation, Matthew (2016)Pascale Monnin (Haití) dispone puertas y ventanas de su casa destruida por el huracán Matthew en forma de ciclón como método de superación personal.

En opinión de Njami, África debería dar otro paso emancipador elaborando proyectos propios independientes de las instituciones internacionales. Al continente le haría falta renovarse partiendo de la reflexión y de las experiencias pasadas. Marianne Fahmy (Egipto) utiliza, en 31 Silent Encounters (2016) las cartas de una pareja para componer una revisión nada nostálgica del Egipto de los años 50; Cheikh Ndiaye (Senegal) repase la historia de Senegal desde 1958 mediante eventos y edificios de la Plaza de la Independencia en Brise Soleil des Indépendances (2018)Rina Ralay-Ranaivo (Madagascar) escribe Lettres aux Absents (2016) para superar traumas pasados, sin pérdida de la memoria; y Loulou Cherinet (Etiopía) yuxtapone, en Axis (2018), imágenes que evocan un mundo hecho de opuestos.

Otro de los subtemas de la exposición gira en torno al proceso de individuación que, según el psicoanalista Carl Gustav Jung se produce siguiendo el principio alquímico del paso por diferentes fases hasta alcanzar el conocimiento. Es decir, el desarrollo de una personalidad propia, que es la condición para la formación de grupos compuestos de individuos activos.

Moshekwa Langa (Sudáfrica), en instalaciones como KAM (2018), cuenta historias basadas en sus propias experiencias y traza mapas que, en oposición a la cartografía occidental, se basen en lugares visitados o personas encontradas; con Dé-masquer au pluriel (2018)Pélagie Gbaguidi (Benín) invita a un rito de iniciación que consistiría en desaprender lo aprendido para inventar nuevas formas de coexistencia; en Democratic Classroom (2016) de Guy Wouete (Camerún), una versión en miniatura de la sociedad, cualquiera puede ejercer de profesor; los manteles titulados Protected Sites and Institutions (2017) Many Villages (2016) de Ermias Kifleyesus (Etiopía) han pasado cierto tiempo en locutorios antes de ser recuperados por el artista para trabajar encima de los dibujos y apuntes de usuarios anónimos; y Andrew Tshabangu (Sudáfrica) refleja la relación del ser humano con el agua, elemento indispensable para toda la humanidad y fuente de inspiración a través de todas las culturas.

Para el comisario camerunés es indispensable que un artista tenga una personalidad en ese sentido, porque su discurso tiene que ser único. Tiene que ofrecer puntos de vista diferentes y presentarlos de forma que sean capaces de inspirar al espectador a cuestionar lo establecido.

Con La Casa Roja de Caronte (2018)Marcos Lora Read (Républica Dominicana) recrea una obra realizada para criticar la falta de apoyo estatal en la reconstrucción de Haití después del terremoto de 2010; The Air and the Worlds II, An Illustrated Diary (2017) es el antídoto de Rana Ashraf (Egipto) a un mundo cada vez más complejo, absurdo y carente de calor humano; Microwave for one (2017) de Juan Milano Benito (Cuba) parte de un libro de recetas considerado por la crítica una ilustración de la decadencia y el abuso de la tecnología, para hablar del fracaso; Emanuel Tegene (Etiopía) pinta con colores muy contrastados poblando de ángeles y demonios la vida cotidiana; y Emeka Udemba (Nigeria) ilustra, con Sing Our Praise (2017) la desilusión postcolonial y las expectativas y esperanzas frustradas.

Este cuestionamiento de lo establecido es una forma de participación ciudadana en la política entendida como gestión del espacio público, donde las aportaciones de los artistas se distinguen por su facultad de expresar la crítica mediante una imagen, un texto o un gesto capaces de emocionar, como el reloj de arena en la cima de una montaña que es Tiempo Perdido II (2013) de Glenda León (Cuba); las figuras humanas recortadas sobre noticias del mercado de valores en Olympians X (2017) de Godfried Donkor (Ghana); los cuerpos compuestos por blisters de medicamentos en la instalación Urgence (2017) de Paul Alden Mvoutoukoulou (Congo); el video Last pop dance before darkness (2014-2016) de Amina Zoubir (Argelia), que junto a la compilación de cubiertas de discos Muscicapidae (2016) recuerda la efervescente escena musical en el norte de África entre los años 60 y 80; o la escalera a la nada 4th Floor Building (2017) de Téo Betin (Francia), inspirada en un edificio inacabado de Maputo de cuyos 14 pisos originales queden solo cuatro, el resto habiendo sido poco a poco desmantelado por los ciudadanos.

En paralelo a la exposición central se han instalado por toda la ciudad una serie de dispositivos para acercar la Bienal y el arte contemporáneo, en general, a los ciudadanos de Dakar. Uno de ellos se titula Mi Superkilómetro y consiste en una serie de intervenciones artísticas a lo largo del mercado callejero instalado en el Boulevard Guele Tapée, en el barrio de Médina; una especie de galería al aire libre donde pinturas, fotografías, esculturas e instalaciones se intercalan entre los puestos de costureros, libreros o vendedores de ropa.

Próximo programa: DAK’ART 2018: LA HORA ROJA – II

INVISIBLE, LARGOS LAGARTOS VERDES, ZAMZAM, CANINE WISDOM FOR THE BARKING DOG, L’HEURE BLEU, Museo Théodore Monod, Dakar

LE PAVILLON DE L’EXILE, Instituto Francés, Saint-Louis