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La noche temática

Algo extraño en mi plato

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La noche temática - Algo extraño en mi plato

Como regalo, para levantar el ánimo, el chocolate es uno de los mejores amigos del hombre. Es un placer difícil de resistir. Pero el aumento de la demanda mundial podría ser la causa de la escasez que amenaza el planeta. Mucha de la comida que comemos, dulce o salada, está irradiada, una práctica de la que el consumidor en general sabe poco.

En la próxima edición de La noche temática se incluyen los siguientes títulos: “Chocolate, el nuevo oro negro” y “Comida irradiada”.

Chocolate, el nuevo oro negro

Iniciamos la emisión con una producción francesa de 2014, dirigida por Jérôme Levy, de 52 minutos de duración y producida por Upside Télévision.

La noche temática - Chocolate, el nuevo oro negro

El chocolate está inundando los supermercados de países asiáticos como China, Japón o Corea. Millones de nuevos consumidores que están a punto de convertir el cacao en un bien escaso. Y como consecuencia de la escasez, su precio se ha disparado y algunos chocolates ya no contienen cacao.

La hipótesis de la escasez no es ficción: todos los países emergentes del mundo quieren su porción de chocolate. En diez años, el consumo se ha incrementado en un 99% en Brasil, en un 245% en India y en un 123% en China con mil millones de consumidores. La demanda de chocolate aumenta. ¿Pero la producción de cacao puede seguir este ritmo? ¿Es cada vez más difícil encontrar grano de cacao en el mundo?

Costa de Marfil es el mayor productor del planeta de este producto. La cuarta parte del cacao que se consume en todo el mundo proviene de sus plantaciones. Para hacer frente a la demanda, unos científicos marfileños han desarrollado un nuevo tipo de cacao con un rendimiento extraordinario: lo llaman el "cacao Mercedes". Supuestamente, estas plantas crecen mucho más deprisa que las tradicionales.

El mercado del cacao es un casino global con ganadores y perdedores. El perdedor es el consumidor porque lo compra muy caro. ¿Quiénes son los ganadores? La subida del precio no solo se debe a la escasez y a los intermediarios que tratan el grano: el precio de las tabletas de chocolate también aumenta porque algunos han convertido el cacao en materia de especulación. Para ganar dinero, el principio es simple para los mayoristas: comprar lo más barato posible y vender cuando la cotización sube.

Y los mayoristas no son los que más ganan. Hay quien ha convertido el mercado del cacao en un casino planetario. Por las pantallas de los especuladores desfilan permanentemente las cotizaciones del cacao de las bolsas de Londres y Nueva York. Solo con un clic se puede comprar o vender. ¿Menos cacao en los dulces de Navidad? Quizás ahí tengamos la solución para evitar la escasez. En cuanto al chocolate auténtico, seguirá existiendo en el futuro, pero cada vez será más caro.

Comida irradiada

Continuamos la emisión con una producción francesa de 2015 dirigida por Aude Rouaux, de 52 minutos de duración y producida por Capa Presse.

No recomendado para menores de 12 años La noche temática - Comida irradiada
Transcripción completa

SUBTITULADO POR TVE

Restaurante le Grillon, buenos días.

El domingo a mediodía hay que abrirse paso a codazos

para conseguir una mesa en el restaurante de Alain Fressoz.

Anotado.

Nos encontramos en La Motte-Servelex,

un pueblecito de 3.000 habitantes en la ladera de la montaña,

cerca de Chambery.

Todas las mañanas,

exactamente a las 11:30, “ellas” desembarcan.

Han volado 15.000 km desde Indonesia para llegar hasta aquí.

Hay 210 kilos.

“Ellas” son las ancas de rana, la especialidad de la casa.

Le Grillon consumen 20 toneladas al año.

Estas son mis ranas.

Son de la mejor calidad.

Sin aditivos ni conservantes, garantizado.

¿Son salvajes?

Aquí dice 100% salvajes, lo llamamos “ranas de captura”.

Pescadas a mano, en Indonesia, bajo un clima tropical

en pantanos seguramente infestados de bacterias.

Es decir, que nuestras ranas son un producto de riesgo.

¡Buenos días! ¿Qué tal?

En cualquier caso, es un reclamo.

Los clientes llegan de toda Saboya para degustar el fricasé

de ancas de rana de Alain.

Señores, ¿ya han decidido?

- Dos de ancas de rana.

-Bien, anotado.

Para estas ranas del fin del mundo,

la receta no puede ser más francesa.

Es una vieja receta de la madre de Alain, el patrón.

-¿Todo bien, Gilles? -Sí.

Mantequilla, ajo, y más mantequilla.

Y una pizca de perejil antes de servir.

En la sala, a los clientes habituales

se les llena la boca de elogios.

Están muy ricas, muy tiernas y jugosas.

Están impecables.

Excelentes.

Es lo único que tomamos, ¿eh?

¿No quiere probarlas?

De los pantanos de Indonesia al restaurante de Chambery.

Para evitar cualquier problema de intoxicación alimentaria

o algo aún peor,

estas ranas salvajes han recibido un tratamiento de choque.

Una técnica muy especial descrita en letra diminuta

en el reverso del paquete.

Son sometidas a tratamientos ionizantes,

que hacen que no haya salmonella ni ninguna bacteria.

No hay ninguna porquería.

Tratadas con radiaciones ionizantes

La denominación resulta un poco misteriosa

incluso para el restaurador.

-¿Explíquenos qué es la ionización?

¿Podría explicárnoslo en dos palabras?

-No sé mucho, no me he interesado.

“Ranas ionizadas”;

traducido: “ranas irradiadas”.

Es exactamente lo mismo.

La ionización, es un método de esterilización de los alimentos

mediante su exposición a radiaciones,

a esa radiactividad que tanto miedo nos da.

En Francia es legal irradiar un amplio grupo de alimentos.

Las aves y todos sus productos derivados.

Las legumbres secas; la chalota, la cebolla, el ajo...;

los crustáceos, las especias, la harina e incluso los cereales.

En total, un 3% de nuestros alimentos han sido irradiados.

Sin embargo, la irradiación es tabú.

Es una completa desconocida para los consumidores,

a menudo disimulada por los fabricantes

y rara vez estudiada por los científicos.

Esta es una investigación inédita.

Nadie ha contestado todavía a esta sencilla pregunta:

¿corremos algún riesgo consumiendo alimentos irradiados?

Hemos querido comprobar si los consumidores

saben algo acerca de la ionización en un mercado parisino.

¿Consume usted productos ionizados? ¡No!

¿Sabe lo que son? No muy bien.

¿Consume usted productos ionizados? ¡Ah no, no, no!

¿Me podría decir si come alimentos ionizados?

¿Qué es un producto ionizado?

No tengo ni idea.

¿Son aquellos que han estado en contacto con el mar?

¿Con el agua?

Son irradiados con rayos gamma

para eliminar los gérmenes y las bacterias.

Ah, sí, claro. Ahora que me lo dice, me acuerdo.

¿Y cómo podemos saberlo?

Normalmente viene escrito.

No, no sé nada.

Desconfío mucho.

Los consumidores viven en la ignorancia.

¿Y nuestros diputados?

Algo deben saber es su obligación.

Les hemos planteado exactamente la misma pregunta.

¿Come usted alimentos ionizados?

No sé qué es eso.

¿No sabe qué es? ¡No!

¿La irradiación no le dice nada?

Nada.

¿Come usted alimentos ionizados?

Ni idea.

¿Come usted alimentos ionizados?

No lo sé.

¿No lo sabe?

Mis frambuesas seguro que no lo son.

No que yo sepa, puede que sin saberlo.

El pescado que viene de mi tienda favorita seguro que no.

¿Come usted productos ionizados? ¿Qué?

Alimentos irradiados.

¿Los conoce?

Espero que no.

Supongo que no es peligroso, si está permitido. ¿Es perjudicial?

¿Hay que hacerlo o no?

Es legal.

De todas formas, no me apetece.

Nada.

No saben nada.

Su ignorancia resulta sorprendente.

Los mismos que hacen la ley desconocen que la práctica es legal

desde que se aprobara por decreto en 1970.

Cinco empresas ocultas a todas las miradas

realizan en Francia el proceso de irradiación.

Cuatro pertenecen al mismo grupo: Ionisos.

En el Sarthe, en Vandea, en Aube y en Ain.

La quinta está en Marsella.

¿Se acuerdan de las ranas?

Es aquí donde son irradiadas, detrás de esos muros.

El centro neurálgico de la irradiación está en Bélgica,

es el número uno mundial del sector.

A todas esas empresas les hemos hecho la misma petición:

filmar el proceso de irradiación.

Esta es una selección de los mejores rechazos.

Esperaba su llamada para un rodaje.

Dicen “no” y punto...,

Ah sí, sí.

Lo he consultado con nuestro director general.

Negativo.

No lo podemos autorizar.

El jefe está ausente, igual que desde hace meses.

Era para un reportaje sobre la ionización de los alimentos

y necesitaría rodar en su empresa.

Ah, tendría que hablar con el director, pero hoy no está.

De acuerdo.

Y también el “no podemos hablar de los detalles”.

No hacemos declaraciones sobre la ionización de los alimentos.

¿Por qué?

Hay muchos otros temas, pero la ionización de alimentos no.

¿Por qué, está prohibido?

No, no está prohibido.

Pero solo representa el 1% de la facturación.

En sus páginas web,

los profesionales del sector

prefieren destacar la irradiación de instrumental médico,

algo que también hacen.

Sobre la alimentación no hay prácticamente nada...

Y de todas formas, está escrito negro sobre blanco:

“es por su seguridad...”

Después de muchos meses, por fin recibimos luz verde.

Pero no en Europa.

Tendremos que viajar 8.000 kilómetros

para abrir la pesada puerta de una de estas empresas

especialmente discretas.

En Estados Unidos, la irradiación se ha convertido en algo habitual.

Cada año más de 100 millones de toneladas de alimentos

son ionizadas.

Es decir, 300 kilos por habitante al año.

Estamos en Mississippi.

En Gulfport, una pequeña ciudad balneario conocida por sus casinos.

La entrada de la fábrica está rigurosamente vigilada.

En la fachada,

solo una pequeña placa indica el nombre de la empresa

Ryan Hollingsworth es el director comercial.

Por fin podremos ver qué aspecto tiene

uno de estos famosos irradiadores.

Voy a hacer el pequeño control matutino.

Esto es un contador Geiger.

Queremos asegurarnos de que no nos exponemos a un riesgo.

Ryan mide la radiactividad de la sala.

Hoy, afortunadamente para nosotros, todo está bien.

Lo hacemos por la mañana

para asegurarnos de que todo es seguro para nuestros empleados

y clientes.

Es mejor ser prudente.

En el fondo de esta cuba, hay un potente generador nuclear.

De cobalto 60.

Al aire libre resultaría letal en menos de un minuto

a un metro de distancia.

Esta empresa irradia 30 toneladas de alimentos al día.

Hoy, son ostras, una especialidad de Mississippi.

Recientemente se han producido algunas alertas sanitarias.

Lo que vamos a hacer ahora es eliminar las bacterias

Vibrio vulnificus y Vibrio parahaemolyticus.

Si no las tratáramos, la gente podría enfermar,

e incluso morir por esas bacterias.

Irradiándolas, se elimina completamente

respetando, por supuesto, los niveles prescritos

por la agencia estadounidense de productos alimentarios.

Puedes comer ostras todo el año.

No hay ningún peligro de enfermar.

Las cajas de ostras se meten en un contenedor de acero hermético.

El proceso es sencillo.

Se sumerge el contenedor en la piscina de 6 metros de profundidad.

Durante 24 minutos exactos.

En el fondo de la piscina...,

el irradiador nuclear se pega al contenedor.

A esa distancia, los rayos atraviesan el contenedor

y después los alimentos.

Todo lo que hay en su interior queda irradiado.

Es el mismo proceso que el de una radioterapia en el hospital.

Los rayos no pueden ir más allá.

El agua sirve de escudo,

impidiendo que salgan de la piscina.

La lista de productos autorizados en Estados Unidos

es mucho más extensa que la de Francia.

En el libro de pedidos de Ryan hay carne de vacuno y de pollo

producida en Estados Unidos,

pero también muchos otros alimentos importados:

mangos mexicanos, papayas pakistanís y lichis sudafricanos.

Con la irradiación no hay que temer una posible intoxicación.

Pero también tendría otra ventaja.

Un efecto secundario que conlleva grandes beneficios.

Hemos conseguido alargar la vida de un producto matando las bacterias.

Podemos eliminar por completo todas las bacterias

y conseguir de dos a tres semanas más de vida

para los productos frescos;

para la carne fresca, por ejemplo.

Y podemos llegar hasta las 10 semanas para la carne congelada.

En su página web, Gateway destaca en primer plano este razonamiento:

Menos bacterias implican una degradación más lenta,

una fecha de caducidad postergada,

y, por lo tanto, un beneficio económico.

En la planta de tratamiento han pasado ya los 24 minutos.

Las ostras salen de la pileta.

Y cuando se retira el contenedor

es como si nada hubiera pasado.

Ya no rastro de la irradiación.

Ahora, las ostras volverán a los canales de distribución.

Están totalmente esterilizadas y pueden consumirse crudas.

Las ostras salen camino de los supermercados

y de los restaurantes de Mississippi.

En Francia se irradia a puerta cerrada.

En Gulfport, están orgullosos de esta tecnología.

Más aún, la reivindican.

Es la técnica del futuro en cuanto a seguridad alimentaria.

¿Usted consume alimentos irradiados?

¿Usted y su familia?

Por supuesto.

Además, le diré que mis ajos irradiados tienen más sabor.

Y mis patatas se conservan casi un año sin germinar.

Pero hemos querido comprobarlo.

Nos acercamos a la tienda para comprar patatas fritas.

¡Buenos días!

Patatas fritas, por favor.

Unas patatas fritas Lambda, apetitosas pero sin irradiar.

Dos bolsas, dos recipientes.

En la planta de tratamiento, Ryan ha aceptado irradiar

una de las dos...

Las conservaremos para ver cómo evolucionan con el paso del tiempo.

Patatas fritas irradiadas a un lado...

patatas fritas normales al otro.

Cuatro meses más tarde,

éste es el resultado.

A la izquierda, la patata frita irradiada.

A la derecha, la frita normal.

¿No observan una pequeña diferencia?

La patata frita normal tiene moho.

La patata irradiada... sigue igual.

Bastaría con recalentarla.

En Estados Unidos esa es, precisamente,

la razón del éxito de la irradiación desde hace 60 años.

En su origen, fue una invención del ejército.

Durante la guerra de Corea

se utilizaba para conservar las raciones militares

durante más tiempo y evitar las epidemias.

La NASA aprovechó la idea

y enseguida empezó a irradiar pequeños y apetitosos platos

para las misiones espaciales.

Desde entonces, ningún astronauta ha viajado al espacio

sin sus provisiones ionizadas.

Con la globalización, los alimentos irradiados

encontraron una nueva utilidad.

Duran más tiempo... y pueden viajar sin deteriorarse.

Tucson, Arizona.

Una ciudad llena de cactus...

y de jubilados.

Aquí, encontramos carne irradiada por todas partes.

Incluso te la envíen a domicilio.

Algo de lo que se jactan todas las grandes marcas americanas de carne.

Esta mañana, Ron y Margaret han recibido su pedido mensual.

¡Aquí está nuestra carne!

Son filetes irradiados

que las marcas Schwans y Omaha

ofrecen a sus clientes desde hace 40 años.

Aquí está nuestro almuerzo.

Estos entrañables abuelos

son fervientes defensores en la irradiación, casi militantes.

A ver qué aspecto tiene.

¡Fantástico!

Son muy buenos.

-Estos también tienen buena pinta.

-¡Maravilloso!

Nosotros solo comemos filetes irradiados.

Confiamos mucho en ese tratamiento y sabemos que es eficaz.

Tomamos esa precaución para asegurarnos

de que nuestra alimentación sea sana.

-No me apetece comer un filete que no haya sido irradiado.

Es una pena que no todos los restaurantes los sirvan.

Mi madre murió a los 101 años, y la invitábamos a comer a menudo.

Ella comía carne irradiada con frecuencia.

Así fue como conservé a mi suegra.

En el menú de hoy, el plato nacional:

hamburguesa casera.

-¿Ya está?

- Dale tiempo.

-Vale.

Ella es la experta.

Ron es muy modesto; pero el experto en carne es él.

Antes de retirarse era vaquero.

Criaba sus propias vacas en Minnesota, en el norte del país.

Margaret,ya está lista.

Este profesional de la carne siempre ha desconfiado.

Desde hace 40 años,

su mujer y él no comen carne que no haya sido previamente irradiada.

La irradiación no altera el sabor.

Está deliciosa.

¿No les ha dado miedo consumir carne irradiada?

Jamás.

-Nunca.

¡Y esperamos poder seguir comiendo carne irradiada mucho tiempo!

Para el ministerio de sanidad estadounidense,

la irradiación es una eficaz garantía.

Las crisis alimentarias son numerosas.

En los últimos cinco años,

se han producido dieciocho alertas por salmonella.

Más de 227.000 kilos de carne de vacuno han sido retirados.

Dos personas han muerto

y muchas han enfermado posiblemente a causa de la carne contaminada.

Los problemas causados por la carne contaminada

pueden resultar muy peligrosos.

Solo durante el año 2013, murieron 31 personas.

Entre las autoridades estadounidenses

hay unanimidad respecto a la irradiación.

Sin embargo, incluso aquí,

sigue siendo una desconocida por el gran público.

Washington, la capital del país.

Patty Lovera trabaja para una importante asociación ecologista.

Y quiere hacer un sondeo delante de nosotros.

Vamos aquella tienda.

Ya conoce el resultado.

¿Ha oído usted hablar de los alimentos irradiados?

No.

¿Ha oído hablar de los alimentos irradiados?

¿Ha oído hablar de los alimentos irradiados?

No, nunca.

Bien. Gracias.

Nadie sabe lo que es.

Incluso aquí, en este país que confía tanto en la tecnología,

en este país pionero de la irradiación...

sigue siendo un secreto.

No existen cifras oficiales

en ninguna de las diferentes webs gubernamentales,

ningún dato...

¿Cómo es posible que no haya datos sobre los alimentos irradiados

en Estados Unidos?

Nosotros creemos que debería hacerse un estudio.

El gobierno, sin duda, tiene medios para hacerlo.

Pero no parece interesarles.

No hay nadie que se responsabilice de esa cuestión.

¿Existen grupos de presión?

Sí, por parte de empresas que se dedican a la irradiación.

Y la industria cárnica les ayuda a presionar.

Es una tecnología muy interesante para esas industrias

y quieren ocultarlo porque soluciona muchos de sus problemas.

El problema de las bacterias,

de la conservación de alimentos durante más tiempo

o de exportarlos más lejos.

Todo eso les interesa mucho para su negocio.

Y saben que la gente, si estuviera informada,

no compraría sus productos.

Por eso no quieren que se sepa.

Es un problema del mercado alimentario estadounidense.

No gastamos dinero en la seguridad.

¿Es por falta de financiación?

Desde hace 50 años, los estudios son muy escasos.

Es el mismo desierto en Estados Unidos y en Europa,

En 1967,

un investigador demostró que los alimentos irradiados

perdían vitaminas.

El mango tiene un 11% menos de vitamina C,

después de ser irradiado.

El pollo pierde el 30% de sus vitaminas E.

En medio siglo, solo un estudio se ha interesado

por los efectos en la salud de los alimentos irradiados.

Su autor es francés.

Nos dirigimos a la facultad de Farmacia de Estrasburgo.

Eric Marchioni hizo su tesis sobre la chucrut irradiada.

Lo que oyen...

Desde entonces, ha cultivado ese interés.

Se ha especializado en una molécula de nombre impronunciable

que solo se encuentra en los alimentos irradiados:

la alquilciclobutanona.

¿La alquilciclobutanona solo se ha encontrado en alimentos ionizados?

-Sí..., así es.

Yo, he testado esos alimentos, los he sometido alta presión,

a miles de bares,

y no he encontrado alquilciclobutanona.

Los he radiado con rayos ultravioleta ultraenergéticos,

y nada.

Los he calentado en placas calefactoras,

Los he metido en hornos microondas muy potentes y nada.

Y yo no soy el único que lo ha hecho.

En todo el mundo mucha gente ha intentado replicar esas técnicas

y nadie ha encontrado alquilciclobutanona.

Una molécula que no existe en la naturaleza

y que ingerimos cada vez que comemos un alimento irradiado.

Pregunta: ¿existe algún riesgo para la salud?

El profesor Marchioni realizó un ensayo inédito.

Cogió seis ratas que ya estaban enfermas de cáncer.

A tres de ellas les administró dosis de alquilciclobutanona.

A las otras tres, les dio un simple placebo.

Al cabo de meses, de alimentación, cuando las sacrificamos,

como solemos decir

-y estudiamos sus aparatos digestivos-

nos dimos cuenta de que los animales que habían sido alimentados

con ciertos ciclobutanosalquílicos

tenían más tumores

que aquellos que habían sido alimentados con el placebo.

Por lo tanto, como presentamos en un informe publicado

en una revista científica internacional,

esas moléculas no tenían un efecto cancerígeno, sino pro-cancerígeno.

Así que eso se sumaba a la enfermedad que pudieran tener.

Tres veces más tumores entre las ratas que habían ingerido

alquilciclobutanona,

la molécula específica de los alimentos irradiados.

Por tanto, consumir esos alimentos aceleraría el cáncer.

Pero ¿los alimentos irradiados

podrían causar también la enfermedad?

Es una pregunta candente

A Éric Marchioni le gustaría poder responderla

pero para poder hacerlo necesita tiempo.... y dinero.

Y solicitó una ampliación de la subvención a la Unión Europea.

Un año después volvimos a pedir la financiación

Presentamos el mismo caso y solo nos la negaron a nosotros.

No obtuvimos la financiación que solicitamos.

Así que, lo pedimos directamente a Bruselas,

lo solicitamos a los fondos europeos en Bruselas,

pero no superamos la primera fase de selección

el pretexto de que nuestro estudio no era lo bastante innovador.

En Europa, ¿no les interesaba saber más?

No, que yo sepa, no obtuvimos respuesta.

Y... ¿Por qué?

Porque en Europa ya no hay forma de conseguir ni un céntimo

para hacer estudios sobre la ionización.

La ionización no le interesa a nadie, de eso estamos seguros.

¿La Unión Europea se negó a financiarlo por simple desinterés...

o bien existe alguna otra razón?

En el parlamento europeo en Bruselas,

nos recibe la única política que se ha interesado por el tema.

Michèle Rivasi. Una científica y ecologista convencida

de que aún hay muchas cosas que aprender sobre la irradiación.

La prueba es que no se puede irradiar todo.

Hubo un tiempo en que se irradiaban las patatas,

y nos dimos cuenta de que se volvían dulces.

Porque la energía de los rayos gamma rompen las moléculas de almidón

produciendo moléculas de sacarosa, que le dan ese sabor dulce.

En el caso de las carnes muy grasas,

si irradias una carne muy grasa se pone rancia.

Eso demuestra

que las radiaciones tienen consecuencias sobre las moléculas.

La eurodiputada verde sabe de lo que habla.

Ella, personalmente, elaboró un informe sobre la irradiación

hace ya 25 años.

Le enseñamos las declaraciones del profesor Marchioni.

"En Europa no hay dinero para investigar sobre la ionización"

¿Qué opina, usted?

Lo que más me molesta es cuando dice que no pudo proseguir

con sus investigaciones.

Sin duda era un estudio que planteaba preguntas

y no pudo conseguir fondos europeos.

Hay fondos europeos,

miles de millones de euros destinados a la investigación.

Exactamente 2.700 millones.

El es el responsable de administrar ese presupuesto.

Carlos Moedas, el comisario europeo para la investigación.

Un nuevo estudio sobre la irradiación costaría

un millón de euros.

Apenas el 0,04% de su presupuesto anual.

Existe la voluntad de ignorar a ese investigador,

y eso es una señal.

Ahora es necesario hacer estudios con ratas,

no solo tres o cinco, si no muchas más.

Y me inquieta, porque tengo la sensación

de que existe la voluntad política de no saber

y de no facilitar los medios para saber.

Voluntad, a Michèle Rivasi, no le falta.

Llama a uno de los responsables sobre este tema

en la Comisión Europea.

¬Sí, hola...

-Hola, buenos días.

Le habla la señora Rivasi, eurodiputada.

¬Sí, buenas tardes.

Ella quiere mostrarnos que la Unión Europea no hace nada

por temor a la reacción de los consumidores.

¿Por qué nunca hablamos de la irradiación de los alimentos?

¿Por qué tengo siempre la sensación de que es algo confidencial?

¬Yo creo que...

el público, de hecho, lo asocia a Chernóbil.

Y creo que hay miedo.

-Al menos estará de acuerdo en que faltan estudios de salud.

-Sí, necesitamos mucha más información.

-De acuerdo.

-Sería bueno tener nuevos estudios complementarios.

¡Sorpresa!,

ese alto funcionario que supervisa la irradiación de alimentos

en 28 países,

reconoce que faltan estudios científicos.

Dicho y hecho...

Para Michèle Rivasi, nuestra visita ha sido el detonante.

La eurodiputada va a intentar desbloquear fondos

para relanzar el estudio inacabado del profesor Marchioni.

Quinientos millones de ciudadanos europeos

tienen derecho a saber si la irradiación puede ser perjudicial

para su salud.

En Francia, las cuestiones alimentarias dependen

del ministerio de agricultura.

Pero nos ha resultado imposible conseguir una entrevista

con Stéphane Le Foll, su ministro.

Aunque la irradiación de alimentos, está bajo su competencia.

Dos días más tarde,

nos recibe un especialista de la dirección de alimentación.

Como era de esperar, su discurso es tranquilizador.

Son dosis muy débiles,

y, por lo tanto, no tiene ningún efecto sobre los alimentos

y no deja residuos.

Un producto expuesto al flujo ionizante no se vuelve radiactivo

y no contiene residuos.

¿Ha oído hablar del estudio de Eric Marchioni?

-No.

¿No? Es un estudio que se realizó en Estrasburgo en 2002

y que demuestra que los alimentos irradiados son pro-cancerígenos.

¿No le suena?

No, en absoluto.

Un único estudio sobre la salud y el experto en irradiación

del ministerio, lamentablemente, nunca ha oído hablar de él.

¿Hoy le diría a los franceses

que no hay ningún problema en consumir productos ionizados?

Yo le digo que cuando se ha usado la ionización,

debe aparecer reflejado en el producto,

los franceses son libres de elegir entre los alimentos que quieran

conforme a sus necesidades.

Elegir con conocimiento de causa.

En Francia, un producto irradiado debe informar claramente:

“tratado con radiaciones ionizantes”.

Es la ley.

¿Pero se aplica la ley?

Nos encontramos en el aparcamiento de un supermercado

con un equipo de inspección de sanidad.

Dos inspectores van a comprobar que las etiquetas dicen la verdad.

Para unfabricante, la irradiación es a menudo útil,

pero no le ayudará a vender más.

Al contrario, incluso podría espantar a los clientes.

Así que podría tentarle no ponerlo.

Si alguien hubiera utilizado la ionización

y no lo mencionara en su etiqueta,

estaría engañando a la competencia

a una competencia que respeta el reglamento y lo pone.

¿Sería un fraude y competencia ilegal?

Exacto.

Veamos...

Primer paso: identificar a los “sospechosos”; es decir,

aquellos alimentos que la ley autoriza irradiar.

Camarones, aves, especias, cereales, cebollas.

Los inspectores conocen la lista.

De las Bahamas.

Hay un aditivo.

No hay...

Busco alguna mención a un tratamiento por ionización,

o un tratamiento ionizante, o bien fórmulas parecidas,

como “esterilización mediante haz de electrones”, ese tipo de fórmulas.

Algunos fabricantes siguen las reglas y lo anuncian claramente.

“Tratado por ionización en Europa”.

Lo han tratado y lo dicen, así que respetan la normativa.

Pero también hay muchos otros productos, la gran mayoría,

en los que no hay la más mínima mención.

Los nugget de pollo...

Ni una sola mención al tratamiento ionizante.

A estas alturas, eso no quiere decir nada.

Tal vez esos nuggets no hayan sido ionizados.

El control se realizará en dos fases.

Se incauta al producto y después se envía al laboratorio.

Solo si el análisis demuestra que fue irradiado,

se puede concluir que la etiqueta no lo dice y que existe el fraude.

Todo sería mucho más sencillo si existiera un logo.

Pero...

Existe, y desde hace 50 años.

¿Conocía este distintivo?

No.

¿No le dice nada? No.

En Francia, este logo solo es opcional.

Además, curiosamente, recuerda a una planta.

¿No le dice nada?

No me recuerda a nada.

Da la impresión de que se trata de comida ecológica.

Sí, puede ser.

Con tanto verde, seguro.

No es muy claro como símbolo.

Llega el propietario de la tienda.

Adivinen si conoce la irradiación.

Señor Dulont.

¿Sabía usted que vendía productos ionizados en su tienda?

Para nada.

¿No sabía nada? No.

El señor director tal vez estaría más al corriente

si los inspectores pasaran más a menudo por su tienda

para controlar los productos irradiados.

Solo hay una campaña de inspecciones al año

y solo una inspección por provincia.

Todas las muestras son enviadas a la misma dirección.

Illkirch, a pocos kilómetros de Estrasburgo.

Este laboratorio es el único de Francia capaz de detectar

si un producto ha sido irradiado o no.

El análisis es extremadamente complejo.

Para la carne y el pescado

es necesario analizar las grasas que contienen.

Serán ellas las que servirán de indicadores.

Para las especias, los chivatos son los minúsculos granos de arena

recogidos con el producto en el momento de la cosecha.

Esos granos aparecen también en el pimentón, por ejemplo,

después de varios tamizados.

No necesitamos kilos de arena,

con unos pocos granos tenemos suficiente.

La arena es sometida a un análisis que llamamos

“análisis por termoluminiscencia”.

Se aíslan los granos de arena.

Después, se someten en esta máquina a altas temperaturas.

¿Vamos?

Si, por encima de 220 grados, la arena libera energía,

eso significa que ha sido irradiada.

Y por tanto, el producto que la contiene también ha sido irradiado.

Listo. En este caso vemos un pico...

Eso es una señal específica de la irradiación.

Hemos confirmado que el producto está irradiado.

Sin embargo, este método de detección no es del todo completo.

¿Miden el grado de irradiación en todas las pruebas que realizan?

No, este es un método cualitativo...

es decir, el producto está, o no, irradiado.

Pero no nos permite decir

la dosis con la que el producto fue irradiado.

¿No es eso lo que les piden? No.

Actualmente, en Francia,

no hay ningún laboratorio capaz de medir la cantidad de irradiación

de los alimentos.

¿Como saber entonces si lo que comemos no ha sido irradiado

en exceso?

¿Cómo podemos estar seguros de que no hubo un error

en la dosis de radiación?

Los accidentes ocurren...

Volamos a Australia.

Al Norte de Sídney,

a Newcastle.

En 2009 algunos gatos de esta ciudad

se vieron afectados por una extraña enfermedad.

Art Ryan conoce bien la historia...

Es un jubilado ligeramente excéntrico

y enamorado de sus gatos birmanos.

Jack está totalmente fascinado por su cepillado diario.

Pasemos a las cosas serias: ¡que comience el espectáculo!

Para que la tribu esté al completo, tengo que presentaros a Christa,

tan apasionada como su marido.

Y a Missy, el otro bebé de la familia.

Es una escena feliz...

pero los dos gatos tienen una larga historia detrás.

Missy empezó a tener debilidad en las patas traseras.

A partir de ese momento,

cada vez se movía menos, porque no podía caminar.

Esta parte, encima de las patas,

se doblaba, se doblaba.

No podía hacer nada.

Estaba en un estado terrible.

Es mi alma gemela.

Mira a la cámara.

¡Eres una estrella!

Todo empezó en el verano de 2009.

En pocos días, los dos gatos se quedaron completamente paralizados.

Aún hoy sufren secuelas.

Esto es bueno para sus dientes y sus intestinos.

Es un tratamiento fuerte.

Missy fue operada en tres ocasiones.

Jake, estuvo a punto de ser sacrificado.

Desde entonces,

los gatos deben tomar a diario tres medicamentos diferentes.

Tuvimos dos gatos paralizados en casa durante doce meses.

No les encontraban nada en las patas traseras.

Nos dijeron que no se podía hacer nada, que no sabían qué les pasaba.

-¿Les dijeron que era el fin? -Exacto.

En esos tiempos, hubo decenas de Missys y Jakes

solo en la región de Sídney.

Un centenar de gatos en total,

presentaron los mismos síntomas en el mismo tiempo:

parálisis de las patas traseras,

pérdida de peso y dificultades para alimentarse.

Georgina Child los vio pasar por su consulta.

Georgina es veterinaria en el hospital de animales de Sídney.

Hay muchas cosas que puedan causar parálisis a un gato...

pero ver tantos y tantos gatos con los mismos síntomas, era raro.

La verdad es que es algo muy poco habitual.

Buscamos un denominador común entre ellos.

En el caso de esos de gatos enfermos,

era el mismo producto de alimentación.

El denominador común era este pienso: "Orijen"...,

una marca de gama alta, orgánica, importada de Canadá.

Hay que destacar

que lo que descubrimos con nuestras investigaciones pienso

fue que ese pienso había sido irradiado.

¿Irradiado? Tal vez demasiado irradiado.

El resultado: sobredosis accidental.

En Australia, el estado impone una cuarentena a todos los alimentos

procedentes del extranjero

para evitar cualquier riesgo alimentario.

Es un gasto adicional para los importadores

a menos que irradien su mercancía.

En ese caso, no hay cuarentena.

Y es en Steritech donde se hace la irradiación.

Es la única empresa autorizada en Australia.

Murray Lynch, su director

nos enseña las instalaciones de esa fábrica,

la única en el país.

Steritech ioniza una gran variedad de mercancías:

productos médicos, farmacéuticos, cosméticos, de embalaje

y alimentos en cuarentena.

Aquí irradiamos 3.000 toneladas al año;

esencialmente frutas tropicales, tomates y pimientos.

...y comida para animales.

Es extraño, el director olvidó incluirlo en su lista.

Sin embargo, fue aquí donde se irradió ese pienso fatal.

Nunca se demostró que la causa fuera la irradiación.

Pudieron ser muchas otras cosas.

La irradiación solo era una más...

Pero, cuando hablamos de la irradiación,

la gente se ciega,

solo ve el lado malo.

Volvamos al tema.

Las autoridades decidieron no irradiar más la comida para gatos.

Lo cual es curioso,

porque seguimos irradiando comida para otros animales.

Solo fue un hecho desafortunado.

No para los gatos, pero...

No me gusta esta respuesta...

¿Podemos empezar de nuevo?

“Un hecho desafortunado”...

La expresión suena a confesión.

Pero el director reacciona rápidamente

y pide un poco de tiempo para reformular su respuesta.

Nosotros no controlamos los productos que nos llegan.

Solo seguimos las instrucciones de las autoridades responsables

de la cuarentena.

Hacemos lo que nos dicen.

Sin pruebas, la justicia no llegó a encausar a Steritech;

pero la nocividad de la irradiación fue reconocida oficialmente.

En la actualidad está prohibido irradiar la comida para gatos.

Curiosamente, para los humanos sigue estando permitida.

Para estos dos gatos -Missy y Jake- la curación fue un milagro.

Sus dueños ahora son militantes activos

contra la irradiación de alimentos.

Protestamos ante el gobierno australiano

para que pusiera fin a la irradiación de alimentos.

Como escribimos aquí,

lo que le pasó a esos gatos debería ser una señal de alarma

para todos los australianos.

La próxima vez podrían ser nuestros hijos.

¿Y en Francia?

El pienso australiano habría pasado inadvertido.

El único laboratorio competente, en de Alsacia,

habría detectado la irradiación, pero no la sobredosis.

Sobre este tema, los poderes públicos dan palos de ciego.

¿Cómo saber si ha habido radiación y en qué dosis?

¿Cómo evitar que pase lo mismo que en Australia?

Desde hace más de seis meses,

pedimos respuestas a la Dirección general de consumo.

Y esto es lo que hemos conseguido finalmente.

Buenos días.

Servicio de prensa de la DGCCRF.

Le llamo para comunicarle que no es posible hacer una entrevista.

Porque no tenemos nada que decir en particular

sobre el tema de la ionización.

Hasta pronto, adiós.

Un silencio sorprendente.

En torno a la irradiación existe un poderoso tabú,

y, sobre todo, una ignorancia profunda.

Desde el comienzo, ha sido una investigación difícil.

Hemos entrevistado a restauradores...,

consumidores...

diputados...

Nadie sabe nada.

Nadie cuenta nada.

Hace ya 40 años Francia eligió la irradiación.

Sin debate, sin perspectiva.

En toda Europa solo un científico y una eurodiputada

se han interesado por conocer las consecuencias sobre la salud.

Ellos son los pioneros.

Solitarios, de momento,

pero puede que no por mucho tiempo.

Éric Marchioni, el investigador solitario,

acaba de recibir una buena noticia...

una cita prometedora.

Buenos días.

-Hola.

¿Adónde?

-Al parlamento europeo, vamos a ver a la Sra. Rivasi.

Michele Rivasi, el otro Quijote de la irradiación.

Los dos trabajan en Estrasburgo y nunca se habían reunido.

Buenos días.

-Encantada. Gracias por venir.

-Es un placer para mí.

-Venga a mi despacho.

Éric Marchioni ha encontrado una interlocutora.

La eurodiputada es doctora en biología...

En cinco minutos, Eric le resume dos años de trabajos.

- alquilciclobutanona;

eso es.

-Pero si eso promueve el cáncer, hay que decírselo a la gente.

Voy a pedir estudios complementarios.

El problema es que, cuando lo pidió, no se lo dimos.

Ese es el problema.

-Para probarlo no es suficiente con un estudio.

Para demostrarlo es necesario contrastarlo...

Y aclararlo, sea eso o sea otra cosa.

-Bien, lo que yo le propongo es...

voy a solicitar una reunión a la comisión.

Y voy a pedirles, si usted está de acuerdo...

-Sí de acuerdo.

-Le presentaré a los miembros de la comisión,

para ver cómo podemos poner en marcha un estudio complementario

desde el punto de vista sanitario. -Bien.

-Y a mí, eso me permitirá tranquilizar,

o bien alertar, a los consumidores

sobre el consumo de alimentos irradiados.

Tranquilizar o alertar,

pero al menos conocer.

Este encuentro es un comienzo.

Sabe, cuando estamos aquí trabajamos de 8 de la mañana a 8 de la tarde.

Pero el camino para confirmar las ventajas o los inconvenientes

de la irradiación, será largo.

Esa técnica invisible que nos protege de algunas enfermedades,

pero que podría causarnos otras...

Subtitulación ralizada por: María Sánchez Grano de Oro.

La noche temática - Comida irradiada

Es uno de los secretos mejor guardados de la industria alimentaria. Nuggets, salchichas de pollo, legumbres, fruta tropical: algunos de nuestros alimentos son irradiados. Oficialmente es por nuestro bien: la radiactividad es eficaz para matar bacterias. Pero esta tecnología puede tener efectos secundarios en la salud.

La irradiación de los alimentos es un método desarrollado originalmente por los militares estadounidenses durante la Guerra de Corea, en la década de 1950. Había la necesidad de conservar los alimentos para evitar que fuesen infectados por parásitos. Poco después, fue la comida de los astronautas la que se irradiaría, antes de que se convirtiera en práctica habitual para todos nuestros platos. Hoy en día, la comida envasada se irradia en todo el mundo.

¿Quién ha oído hablar de la irradiación de alimentos? Generalmente está escrito en letra pequeña en las etiquetas, y los fabricantes prefieren hablar de "alimentos ionizados". Por un lado, las paletas de alimentos; por el otro, una fuente radiactiva de gran alcance que mata todos los gérmenes. Filetes, mangos, las ostras... no todo vale. No se puede irradiar todo. Hubo un tiempo en que se irradiaban las patatas, pero se volvían dulces. Porque la energía de los rayos gamma rompe las moléculas de almidón produciendo moléculas de sacarosa. En el caso de las carnes muy grasas, si se irradia se pone rancia. Eso demuestra que las radiaciones tienen consecuencias sobre las moléculas.

La ventaja de la irradiación es que, al eliminar las bacterias, el riesgo de intoxicación alimentaria se reduce. Y también tendría otra ventaja: prolongar la vida de un producto. Pero hay otra cara de la moneda: en los alimentos que limpian las ondas radioactivas también se crea una molécula que no existe en la naturaleza: la alquilciclobutana. Un estudio realizado sobre esta molécula demostró que los alimentos irradiados son un acelerador del cáncer.