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La montaña sagrada

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En el desierto carmelitano hay muchos lugares para la oración
En el desierto carmelitano hay muchos lugares para la oración

El Parque Natural del Desierto de las Palmas, a 14 kilómetros de Castellón, es un espectacular anfiteatro rodeado de montañas y abierto al mar Mediterráneo a su paso por Benicasim. El desierto verde ocupa 3.200 hectáreas, el 10% de ellas, propiedad de los Carmelitas Descalzos. A finales del siglo XVII, los carmelitas crearon en este paradisíaco lugar el Desierto de las Palmas destinado a la contemplación y la experiencia mística. En los desiertos carmelitanos –en España quedan cuatro- hay una comunidad de religiosos que vive e irradia la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, reformadores de la Orden Carmelitana, en el siglo XVI. El primer monasterio del Desierto de las Palmas que los frailes se vieron obligados a desalojar dio pasó al actual cuya construcción se inició en 1784. A lo largo de los siglos se ha ido reformando para adaptarse a las necesidades de cada época. La presencia de los carmelitas en el Desierto de las Palmas no se ha interrumpido en más de 300 años, con la única excepción de la Guerra Civil de 1936 en la que fueron martirizados 16 miembros de la comunidad.

La vida de los frailes del desierto se basa en seis pilares: el silencio, la oración, la comunidad, el estudio, el trabajo y el apostolado.

Mucho más que un convento

La comunidad del Desierto de las Palmas tiene la peculiaridad de contar con el noviciado y por eso la vida comunitaria gira en torno la formación de los novicios en lo concerniente a la espiritualidad carmelitana.Durante los primeros siglos la vida y la actividad de la comunidad se desarrollaban fundamentalmente dentro del recinto monástico pero en los últimos tiempos ha ampliado su campo apostólico y laboral. En el Desierto de las Palmas hay tres comunidades: una de hombres y dos de mujeres también carmelitas. En el desierto se ve y se siente la vida que transmiten la naturaleza en estado puro, las comunidades religiosas que lo habitan y los centenares de personas que pasan al año por la casa de acogida, la casa de oración y los albergues juveniles. Miles de turistas suben todos los años a contemplar la sorprendente belleza del desierto.