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Carlos Hipólito y Luis Merlo versan sobre el humor y la reflexión en 'El crédito'

  • Ambos protagonizan, dirigidos por Gerardo Vera, lo nuevo de Jordi Galcerán
  • El crédito cuenta la historia de un hombre perseguido por la crisis

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Carlos Hipólito y Luis Merlo se encuentran en 'El crédito'

Les preguntamos sobre el humor a Carlos Hipólito y a Luis Merlo porque están haciendo ahora una comedia. El crédito de Jordi Galcerán es, sobre todo, muy divertida. Toca temas fastidiosos. La rigidez de los bancos a la hora de prestar dinero, la dramática situación económica en la que se quedan muchos hombres cuando se divorcian, lo poco que cuenta nuestra palabra, nuestra decencia, nuestro ímpetu a la hora de garantizar que un banco invierta en nuestros proyectos.

La cosa no tiene gracia, pero la obra sí, mucha, y tuvimos que preguntar por el humor. ¿Qué papel juega el humor en asuntos tan serios? Luis Merlo contestó una de las cosas más interesantes de la entrevista. El humor permite reflexionar mejor sobre un tema, "cuando intervienen las emociones, la reflexión se hace desde otro lugar".

Hemos crecido pensando que lo que sentimos remite a una verdad inapelable. La emoción parece que revela una evidencia. A mayor intensidad, mayor es la certeza. Pero con la edad empiezas a desconfiar de las emociones porque te han llevado a engaño y metido en líos. Al igual que las personas zalameras que llaman cariño a todo el mundo, la emoción te halaga, te hace creer que tu sentimiento es una verdad universal, simplemente porque es intenso, y te manipula. Te hace perder la calma y te lleva, como dice Luis Merlo, "a otro lugar".

¿Cuál es ese otro lugar? No sé si se puede contestar esta pregunta pero sí creo que hay ese otro sitio. Expresiones como "consultar con la almohada", o consejos como "no tomar decisiones en caliente", nos sugieren que casi podemos llegar a ser dos personas diferentes. Entonces ¿por qué le damos tanta importancia a lo que sentimos?

La emociones revelan algo que es cierto pero parcial, porque la emociones hablan del que las siente, no de de los que no coinciden en sentir lo mismo. Por eso la reflexión hay que hacerla en frío, porque uno piensa para encontrar soluciones, acuerdos y, para eso, hay que tener en cuenta al otro y ya hemos visto que la emoción es egoísta y te hace creer que lo que sientes es lo único que importa en el momento en que lo sientes, y eso no es cierto.