Enlaces accesibilidad

El país de los kazajos

Por
Pueblo de Dios - El país de los kazajos

Kazajstán formó parte de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Aunque en 1991 se independizó de la URSS, no ha podido librarse de la vigilancia de sus todopoderosos vecinos: Rusia por el norte y China por el este. Juan Pablo II fue el primer Papa que pisó las estepas y fue muy bien recibido en Kazajstán porque el Vaticano fue pionero en el reconocimiento del país tras su independencia.

Pequeñas comunidades

El misionero argentino Eduardo Stefani, que atiende pastoralmente a los hijos de los deportados, nos conduce a Bayanday, un pueblo en las cercanías de Almaty, la capital del país. Aquí vive Valentina, de 70 años. Es católica y sus padres, de origen polaco, vivían en Ucrania. En 1936, las autoridades comunistas los deportaron a Kazajstán. En los años de clandestinidad, la pequeña comunidad católica del pueblo, formada por cinco familias, se reunía en una pequeña sala. Y lo siguen haciendo porque aquí no hay iglesia.

"Un sacerdote, a escondidas, nos celebraba la misa en esta habitación, con las ventanas cerradas. Los vecinos lo sabían pero nunca nos denunciaron", comenta Valentina.

Viajamos hasta Sanasar, donde nos espera Galia para enseñarnos la iglesia que ella cuida con esmero. Se trata de una antigua casa de madera rehabilitada con el apoyo de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). En este pueblo viven 50 católicos, hijos de deportados y con historias personales que estremecen. En 1991 pudieron salir de las catacumbas y celebrar, sin miedo, la primera misa. Para ellos fue el gran día con el que soñaron durante muchos años.

En Talgar, siguiendo la Ruta de la Seda, nos encontramos con el sacerdote polaco Josef Trela que se ocupa de un territorio como la mitad de su país. Aquí viven 150 católicos, hijos de deportados alemanes, polacos y ucranianos, repartidos en 17 pueblos.