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Tragedia aérea en Egipto

¿Qué puede causar una explosión dentro de un avión de pasajeros?

  • Que un fallo técnico origine un estallido es altamente improbable
  • Hay cuatro posibles causas: descompresión, motores, depósitos y carga
  • EE.UU. y Gran Bretaña creen que una bomba provocó el siniestro del Sinaí

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Sección de cola del Airbus 321 estrellado en la península de Sinaí.
Sección de cola del Airbus 321 estrellado en la península de Sinaí.

La hipótesis de que una explosión, desde el interior, provocó el siniestro del Airbus 321 ruso en Egipto es la que más fuerza ha cobrado. El ruido de una detonación se escucha claramente en las cajas negras, según ha indicado al canal de televisión público francés "France 2" uno de los investigadores que ha tenido acceso a esa grabación. Esta fuente asegura que el estallido no tuvo lugar tras una avería del motor.

Además, según testigos oculares, la aeronave ya ardía en llamas antes de estrellarse contra el suelo. Y la aparición de secciones del fuselaje a mucha distancia indica que el avión se partió en el aire, algo compatible con la posibilidad de una explosión.

El Gobierno de EE.UU. considera muy probable que el accidente fuera un atentado. Los servicios de Inteligencia del Reino Unido dan un paso más allá y apuntan a que un artefacto explosivo, localizado en la bodega de la aeronave, pudo ser el causante de la tragedia. Sin embargo, los dos principales países implicados, Rusia y Egipto, piden que no se extraiga ninguna conclusión hasta que concluya la investigación oficial.

Más allá de una acción deliberada, apenas queda margen para que se produzca una explosión a bordo de un avión comercial, lo que refuerza la hipótesis de una bomba.  Hay cuatro posibles causas, todas ellas altamente improbables. La primera sería una fatiga de los materiales que hubiese originado una descompresión explosiva con pérdida de fuselaje. También podría haberse producido una explosión de los motores o de los depósitos de combustible. Y, finalmente, el accidente podría haber estado provocado por una carga potencialmente inflamable o explosiva transportada en las bodegas (como baterías de litio).

Fallos catastróficos de motor

"Es extremadamente complicado que haya una explosión en un avión por causas que no sean un artefacto explosivo, y que ésta sea capaz de derribar al aparato", explica Ariel Shocron, piloto y jefe de la vocalía técnica del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA). "Incluso los fallos catastróficos de motor, que habitualmente incluyen restos despedidos con violencia hacia el fuselaje, no suelen terminar en accidente. Cada seis meses entrenamos en un simulador cómo hacer frente a este tipo de emergencias".

Los pilotos entrenan cada seis meses en un simulador cómo hacer frente a los fallos de motor.

Respecto al siniestro del Airbus 321 ruso, opina que "no hay que descartar ninguna hipótesis, porque la investigación está muy al principio, pero no parece que haya sido ninguna explosión del depósito de combustible ni del motor". Shocron tiene bastante claro que lo primero en desprenderse fue la cola: "El hecho de que la cola haya aparecido a 20 kilómetros de los restos principales de la nave indica que se desintegró en vuelo y que lo primero que se desprendió fue la parte trasera".

"El desprendimiento de la cola puede deberse a varias causas, entre las que se encuentra una explosión, pero las explosiones suelen crear un agujero irregular en el fuselaje, y en este caso sorprende que la línea sea tan uniforme", explica.

Evolución de los aviones

En este mismo sentido se expresa Iván Gutiérrez, director general técnico del Colegio Oficial de Pilotos de Aviación Comercial (COPAC), quien igualmente deja claro que todavía es muy pronto para extraer conclusiones sobre el caso del vuelo 9268 de Kogalymavia.

"Realmente, apenas hay probabilidades de que se produzca una explosión en pleno vuelo por razones técnicas. El diseño y el mantenimiento de los aviones han evolucionado para evitarlo", afirma.

También descarta uno de los mayores problemas que se pueden presentar en pleno vuelo: el fuego dentro de la aeronave. "Los fuegos a bordo se pueden producir por múltiples factores, pero no suelen desembocar en una explosión", tranquiliza. "Además de los sistemas de extinción de los que disponen las aviones, los depósitos y conductos de combustible están lejos de potenciales zonas de fuego".

Los fuegos a bordo no suelen desembocar en una explosión.

Una de las mayores incógnitas que ha suscitado el accidente del Airbus 321 en la península del Sinaí ha sido la ausencia de una llamada de emergencia por parte de los pilotos, lo que para muchos no ha hecho sino reforzar la hipótesis de la detonación súbita. "Que no comunicasen la emergencia no significa necesariamente que se haya producido una explosión fulminante dentro del avión", razona Iván Gutiérrez. "En los casos de emergencia los pilotos tenemos una lista de prioridades, que son, por este orden: volar, navegar y comunicar. Por eso, la última de nuestras prioridades es comunicar la situación. Primero hay que controlar la aeronave (volar) y después identificar su situación y dónde hay que dirigirse (navegar)".

Control total

Alejandro Herrera, ingeniero perteneciente al Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE), prefiere no valorar las causas del siniestro del Airbus ruso, pero aclara que "es prácticamente imposible que un fallo técnico produzca una explosión en vuelo. El control es total desde que comienza el diseño de la aeronave hasta que esta se retira".

El control es total desde que comienza el diseño de la aeronave hasta que esta se retira.

"La causa más fáctible de explosiones en vuelo es una interacción del sistema eléctrico y el sistema de combustible, pero tanto el diseño del avión primero, como después todo el personal de mantenimiento, reciben una formación específica en este sentido, con estrictos procedimientos por escrito. Esta formación abarca a todo el personal implicado en el proceso, incluso a directivos que nunca tocan un destornillador", explica.

"Un avión bien mantenido puede llegar a los 40 años de vida comercial, o incluso más. Eso implica cientos de miles de horas de vuelo. Por eso, lo que es extremadamente improbable, nosotros tenemos la certeza de que va a ocurrir, y nuestra obligación es preverlo y garantizar que no suceda", concluye Herrera.