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Los nombramientos para los puestos clave de la UE, atascados por las luchas de poder

  • Los líderes europeos no han logrado pactar este miércoles el reparto de cargos
  • Influyen familias políticas, geoestrategia, reparto por género y equilibrio norte-sur
  • Deben acordar un nuevo presidente del Consejo y un jefe de la diplomacia
  • El español De Guindos se postula como nuevo jefe del Eurogrupo

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Merkel escucha al primer ministro finlandés, mientras Cameron debate con el primer ministro de Portugal y el presidente de Chipre
Merkel escucha al primer ministro finlandés, mientras Cameron debate con el primer ministro de Portugal y el presidente de Chipre.

Nada está acordado hasta que todo está acordado. Este principio siempre ha dominado las negociaciones de reparto de poder en la UE y ha vuelto a hacerlo este miércoles, haciendo imposible el acuerdo en la cumbre extraordinaria de los líderes europeos de la que deberían haber salido los nombres de quienes ocuparán los puestos clave del engranaje comunitario a partir del próximo otoño.

Así, candidaturas que parecen más despejadas, como la del español Luis de Guindos para presidir el Eurogrupo –el foro que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro-, no se han decidido por los enfrentamientos políticos abiertos sobre otros puestos, especialmente, los de presidente del Consejo Europeo y Alto Representante para la Política Exterior y de Defensa.

En la negociación se entrecruzan luchas políticas -como la que enfrenta a conservadores y socialistas- con otras marcadas por la geoestrategia -como las diferentes visiones de Europa occidental y Europa del Este sobre Rusia - y con los recelos reabiertos entre norte y sur por la crisis económica. A todo eso se suma, además, el reparto equitativo de cargos entre hombres y mujeres.

Problemática candidata italiana

Con esos mimbres, los grandes escollos han surgido en el nombramiento del máximo responsable de las relaciones diplomáticas del bloque -el sustituto de la británica Catherine Ashton-, donde Italia apuesta muy fuerte por colocar a su actual ministra de Exteriores, Federica Mogherini.

Aquí, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, cuenta con el respaldo de Francia, cuyo presidente, François Hollande, se ha mostrado tajante al defender que el puesto sea ocupado por un socialista. “Hemos dicho que eso es irrenunciable y no puede negociarse respecto al puesto de Alto Representante”, ha advertido, antes de mostrarse más evasivo con el cargo de presidente del Consejo, también reivindicado por la izquierda.

La canciller alemana, Angela Merkel, parece aceptar la cesión a los socialistas de la representación de política exterior, pero no concreta nada sobre el sustituto del belga Herman Van Rompuy.

“Hace falta un equilibrio entre partidos. Juncker es el presidente electo de la Comisión [Europea] como consecuencia de ese equilibrio”, ha señalado Merkel en referencia implícita a que el socialista Martin Schulz preside otra gran institución comunitaria, el Parlamento Europeo. “Veo cierta lógica que cuando el presidente de la Comisión es del Partido Popular Europeo, el alto representante sea socialista”, ha continuado, “pero respecto al Consejo, aunque es importante, el equilibrio no es una condición obligatoria. Somos libres de fijarnos en quién es el mejor, ya sea de mi partido, de los socialistas o de ninguno de los dos, como un liberal”.

En contra de la candidata italiana, sin embargo, se han posicionado gran parte de los países del Este, sobre todo, Polonia y los Estados bálticos, que le acusan de ser demasiado complaciente con Rusia después de que se anexionase Crimea el pasado marzo.

“Apoyaré a una persona con experiencia en relaciones exteriores y que sea neutral y, al menos, refleje todas las opiniones de todos los miembros en el conflicto entre Rusia y Ucrania. No respaldaré a alguien que es pro-Kremlin”, ha avisado el presidente de Lituania, Dalia Grybauskaite.

Este grupo de Estados defienden las candidaturas del actual ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, y de la comisaria de Cooperación, la búlgara Kristalina Georgieva. Sin embargo, el primero es demasiado antirruso para algunos países y la segunda cuenta con poca experiencia en Relaciones Exteriores.

Las cuestiones económicas también cuentan

El objetivo de que, al menos, uno de los altos cargos comunitarios sea una mujer podría cubrirse si se opta por colocar a la primera ministra danesa, Helle Thorning Schmidt, al frente del Consejo Europeo, un puesto encargado de coordinar a los Estados y favorecer la toma de decisiones en las cumbres de sus líderes.

Sin embargo, el hecho de que Dinamarca no pertenezca al euro provoca reticencias en varios países, principalmente, Francia.

Pero en el cambio de cromos habitual en estas ocasiones, París estaría dispuesto a apoyar a Schmidt si, a cambio, un francés –el favorito es Pierre Moscovici- ocupa el puesto de comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, responsable de supervisar los presupuestos nacionales, justo cuando Francia está en el foco de atención por su excesivo déficit.

Para ese puesto al frente de la cartera económica y financiera también se postula el holandés Jeroen Dijsselbloem, actual jefe del Eurogrupo. Su movimiento hacia la Comisión Europea favorecería que De Guindos ocupe la Presidencia de los ministros del euro, para lo que cuenta con suficientes apoyos, según fuentes europeas.

Juncker prepara su Comisión

Respecto al resto de los cargos de la Comisión Europea, todo está abierto. Su próximo presidente, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, está en contacto con los 28 gobiernos, que deben proponer uno o dos candidatos para ocupar su correspondiente silla en el Colegio de Comisarios.

En ese diseño deberá tener en cuenta aspectos como el de mimar a países como Reino Unido –que se siente poco cómodo dentro de la UE- o Grecia, muy castigada por los duros recortes exigidos desde Bruselas.

A eso se añade la exigencia de contar con cierto número de mujeres, esencial para pasar el examen del Parlamento Europeo, cuyo presidente ya ha advertido de que la Cámara no aprobará un Ejecutivo con menos de nueve comisarias (las mismas que hay en el Colegio actual).

En esa línea, Juncker parece preocupado por el bajo número de mujeres propuesto por los gobiernos y ha pedido a algunos países, entre ellos España, que añaden candidatas a su lista.