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Irak despide mayo entre atentados y protestas

  • Abril y mayo han sido los meses de peor repunte de violencia desde 2006
  • Los suníes han vuelto a protestar en la calle entre nuevos ataques sectarios

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PROTESTAS DE LOS SUNÍES EN FALUYÁ
Miles de manifestantes suníes entonan cánticos antigubernamentales durante una protesta contra las políticas sectarias del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki

Irak cierre el mes de mayo como lo empezó. Entre el reguero de sangre de los atentados sectarios, y con las protestas antigubernamentales de los manifestantes suníes en la calle. El país ha vivido en estas últimas semanas su peor repunte de violencia desde la guerra civil de 2006.

El goteo de muertos ha sido constante. Cada día, diferentes puntos de Irak, recibían el estallido de coches bombas o las ráfagas de los disparos. Este viernes, otros iraquíes han muerto y 13 han resultado heridos en varias ciudades del país. Una de las víctimas es una candidata a las elecciones locales.

Samira Qasem, perteneciente al frente suní Al Insaf, ha muerto asesinado asesinada por la explosión de una bomba lapa colocada bajo su  vehículo, en su casa en la ciudad de Beyi, 200 kilómetros al norte de  Bagdad.

En la ciudad de Faluya, a unos 50 kilómetros al norte de la capital, un grupo de hombres armados atacaron puestos de control de la Policía  Federal en las zonas de Al Hay al Sakani y Al Golán, lo que desencadenó enfrentamientos  con ametralladoras, según han explicado fuentes de la policía iraquíes. Al menos tres policías fallecieron durante esos choques, mientras que los agresores lograron escapar.

Por otra parte, al menos dos fieles han muerto y otros 10 han resultado heridos por el estallido de un artefacto cerca de la mezquita suní Omar Bin al Jatab, en la zona de Al Saidiya, en el suroeste de Bagdad, al final de la sagrada oración musulmana del mediodía del viernes.

Asimismo, un oficial de la policía y dos civiles resultaron heridos por la explosión de un artefacto cerca de un puesto de control,  en la población de Al Sharqat, 280 kilómetros al norte de Bagdad.

Deriva hacia la guerra civil

El pasado abril se convirtió en el mes más sangriento en Irak en casi cinco años, con 712 fallecidos, en medio de un alarmante rebrote de los ataques. En mayo, el saldo de víctimas mortales supera los 600.

Tras la oración del viernes, día sagrado para los musulmanes, miles de manifestantes han vuelto a entonar cánticos antigubernamentales  durante una protesta contra las políticas sectarias del primer ministro  iraquí, Nuri al Maliki, de confesión chií, en Faluya.

Las protestas pacíficas de la comunidad suní contra el gobierno de Maliki están en origen de la crisis política y de seguridad actual, que cada día se precipita un poco más hacia una guerra civil.

La minoría árabe suní (alrededor del 35% frente al 60% de chíies) gobernó el país prácticamente desde su fundación hasta la caída de Sadam Hussein. Ahora, se sienten ciudadanos de segunda, postergados, aseguran, en el acceso a los empelos y a la riqueza nacional y maltratados por las fuerzas de seguridad.

La creciente división entre ambas comunidades y la militarización creciente entre las milicias amenaza con resquebrajar cualquier intento de reconstruir un país que este año ha cumplido una década desde la invasión de las fuerzas estadounidenses.