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La leyenda de Dirceu en la izquierda brasileña se enloda con la corrupción

  • Se sumó a la resistencia contra la dictadura en los años 60 
  • Recibió formación en Cuba y es amigo de Fidel Castro 
  • Fue el artífice de la victoria electoral de Lula en 2002 

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El fallo que halla culpable de corrupción a José Dirceu cierra el más insospechado capítulo de la vida de un líder de la izquierda brasileña que se batió contra la dictadura y fue el ministro más poderoso del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

Según han concluido de momento seis de los diez magistrados del Tribunal Supremo, y a falta de que dos de ellos se pronuncien, Dirceu fue el mayor responsable de corruptelas denunciadas en 2005, que pusieron a Lula al borde de la destitución durante su primer mandato.

Más que un fallo, la decisión es como una losa que ha caído sobre la turbulenta vida política de Dirceu, que comenzó en 1965, cuando cursaba derecho en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo y se unió a los movimientos estudiantiles que combatían a la dictadura que se había instalado en Brasil un año antes.

Muchos de quienes lo conocieron en esa época dicen que tenía fama de mujeriego y pinta y carisma de ídolo "beat", pero aseguran que se transformó a medida que se involucró en la lucha contra el régimen, que comenzó a forjar su ideología.

Coqueteó con la guerrilla, aunque nunca participó en la lucha armada, y en 1968 fue detenido en una asamblea estudiantil.

Su nombre comenzó a cobrar ribetes de leyenda un año después, cuando fue incluido en una lista de catorce presos políticos que la dictadura se vio obligada a liberar a cambio del embajador de Estados Unidos, Charles Elbrick.

El diplomático había sido secuestrado por una pequeña célula del "Movimiento Revolucionario 8 de Octubre", integrada entre otros por Franklin Martins, luego ministro de Información durante el segundo mandato de Lula.

Amistad con Fidel Castro

Los presos políticos fueron enviados a México, pero Dirceu recaló en Cuba, donde recibió entrenamiento militar y tejió una amistad que mantiene hasta hoy con importantes dirigentes, como el expresidente Fidel Castro.

Algunas biografías no autorizadas sostienen que llegó a trabajar para el servicio secreto cubano, algo que él nunca ha confirmado.

En cambio, Dirceu sí admite que en la isla pasó por una cirugía plástica que le modificó ligeramente el rostro antes de regresar a Brasil clandestino, en 1971, para integrarse al "Movimiento de Liberación Popular".

Tuvo divergencias con esa guerrilla de inspiración castrista y volvió a La Habana, pero en 1975 retornó definitivamente a Brasil, aún en plena dictadura, bajo la falsa identidad de Carlos Enrique Gouveia de Melo, un supuesto empresario de origen judío.

Se vinculó a grupos armados y entrenó guerrilleros, pero él mismo afirma que "jamás" participó en ninguna acción, porque las armas "no eran" lo suyo.

En ese segundo retorno, bajo el falso nombre, se casó con Clara Becker, quien sólo supo quién era su marido cuatro años después, cuando ya tenían un hijo y el Gobierno dictó una amnistía que le permitió volver a la política a cara descubierta.

El escudero de Lula

Se afilió al Partido de los Trabajadores (PT), el cual presidió entre 1995 y 2002 y en el que dirigió severas purgas que expulsaron a los grupos radicales que pululaban en esa formación.

Acabó siendo el principal escudero de Lula y su mayor consejero en las campañas de 1989, 1994 y 1998, en las que el exsindicalista aspiró sin éxito a la Presidencia.

En 2002, fue el principal artífice de la campaña que finalmente llevó a Lula y al PT por primera vez al poder y fue nombrado ministro de la Presidencia, cargo desde el que se controlan todos los resortes políticos del poder.

Fue tildado de "maquiavélico", de "poder en la sombra" y despertó críticas por su combativo estilo, las cuales atribuía al supuesto "odio" de una derecha que, en su opinión, "no digirió" el triunfo electoral de Lula.

Renuncia por acusaciones de corrupción

No obstante, se le atravesó el enemigo más inesperado para un partido que enarbolaba la bandera de la decencia al ser acusado por el diputado Roberto Jefferson, denunciante de todas las corruptelas que juzga el Supremo, de ser el "jefe de la pandilla".

Lo negó con vehemencia, pero debió renunciar al Gobierno el 16 de junio de 2005, después de que Jefferson, durante una comparecencia ante el Congreso y mirando a las cámaras de televisión declaró "José, sal de ahí y sal rápido, que harás de Lula un reo".

Por el escándalo, perdió luego su cargo de diputado y desde entonces se ha dedicado a formular su defensa, que no ha logrado convencer al Supremo de su inocencia.

Como culpable de corrupción activa, ahora se enfrenta a una pena que puede condenarle a pasar 18 años en una cárcel como la que dejó en 1969, canjeado por un embajador de Estados Unidos.