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El voto blanco de Le Pen da la victoria a Hollande

Ver Así perdió Sarkozy las elecciones en un mapa más grande

  • Las papeletas en blanco roza la cifra récord del 6%
  • Los departamentos rurales de Le Pen lideran este voto de protesta
  • Si se contasen estos sufragios Hollande no habría pasado el 50%
  • Hollande basa su victoria en el oeste del país y las grandes ciudades

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Entre la sonora celebración de una izquierda hambrienta de éxitos electorales en la plaza de la Bastilla y el silencio devastador de la derecha oficial en la plaza de la Concordia, el pasado domingo pasó indiferente una tercera realidad: la de la Francia que rechazó por igual a Sarkozy y Hollande al considerar que eran más de lo mismo y que, en vez de quedarse en casa, mostró con su voto su protesta por dos opciones con las que no se identifica.

Más de dos millones de franceses acudieron a las urnas para depositar una papeleta en blanco, un 5,8% de los electores, la cifra más alta desde 1995, cuando la eliminación del tercero en discordia, el candidato derechista Balladur y del Frente Nacional, hizo que se llegase al 5,95% de electores en blanco.

El dato podría parecer una mera anécdota, pero la aritmética muestra que esas papeletas pudieron ser clave para inclinar la balanza en uno u otro sentido: apenas 1,14 millones de votos separaron a Hollande de Sarkozy (18 millones frente a 16,86), una cifra netamente inferior a los 2,14 millones emitidos en blanco.

Para comprobar la procedencia de ese voto de protesta solo hay que mirar a la campaña entre la primera y la segunda vuelta y hacer cuentas: si el pasado 22 de abril el porcentaje de papeletas en blanco ni llegó al 2%, dos semanas después casi se triplicó.

Entre medias, la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, pedía el pasado 1 de mayo a sus seguidores que depositaran una papeleta en blanco en las urnas, al igual que ella, en un intento de forzar la derrota de Sarkozy y provocar un seísmo interno dentro de la derecha francesa.

El factor Le Pen

Según las encuestas a pie de urna realizadas por tres institutos de encuestas, entre el 25 y el 35% de los votantes de Le Pen optaron por no votar o votar en blanco, una cifra a la que se le suma el 30% de los seguidores del centrista Bayrou, que dijo que votaría a título personal a Hollande pero que no dio consigna de voto.

Un repaso de los feudos electorales de la candidata del Frente Nacional confirma hasta qué punto su negativa a apoyar a Sarkozy ha sepultado la carrera política del presidente saliente, que ha pasado de conseguir en 2007 un 70% de los votos de la ultraderecha -que en esos comicios apenas superaba el 10%- a conseguir la mitad, precisamente cuando esta formación conseguía un resultado histórico: el 17,9%.

Como adelantó en su radiografía del voto del Frente Nacional Rtve.es, Le Pen había conseguido sumar a sus apoyos tradicionales del sur y el este del país contrarios a la inmigración los apoyos del norte obrero y del centro rural.

Así, Sarkozy vence con amplio margen en las regiones orientales de Alsacia, Rhone-Alpes, la Provenza y la isla de Córcega. En todas ellas, el presidente saliente pierde apoyos respecto a 2007, aunque es en los principales feudos del Frente Nacional donde se aprecian las distancias más estrechas.

Mención aparte merece la región de la Provenza, donde se impone por quince puntos, pero donde se siente la presencia de Le Pen. En Garde, uno de sus departamentos y el único en el que se impuso Le Pen en la primera vuelta, Sarkozy apenas gana por dos puntos mientras que los votos nulos ascienden a un 6,67%.

En la vecina Vaucluse, en la que el Frente Nacional obtuvo su porcentaje más alto, cerca de un 27%, y donde se presentará en las legislativas la sobrina de Le Pen,  Sarkozy gana con un 56%, cuatro puntos menos que en 2007, y el voto nulo supera también el 6%.

El voto obrero le da la espalda

También destaca el caso del Franco Condado, en el que la diferencia de ambos candidatos es mínima -dos puntos- mientras que los votos nulos superan el 7%. En uno de sus departamentos, el minúsculo territorio de Belfort, Hollande se impone por apenas cuatrocientos votos mientras que los votos nulos ascienden a 6.000.

Belfort es uno de los departamentos en los que se notan más los efectos de la deslocalización y el desempleo, con el futuro de la importante factor de PSA en Sochaux en el aire, un lugar que visitó Marine Le Pen el pasado mes de enero para mostrar su apoyo al empleo de los franceses.

Un perfil similar es el del departamento de Ardennes, donde se produce una mezcla de deslocalización y población rural que ha dado la espalda a Sarkozy, que ha perdido seis puntos en cinco años. En la primera vuelta Le Pen fue la segunda fuerza política detrás de Hollande; ahora más de un 6% de los electores votan en blanco.

Este voto rural, que se siente desplazado por la globalización y decepcionado con Sarkozy, le ha dado la espalda al presidente saliente, aunque eso no ha supuesto que haya respaldado Hollande. Zonas como Allier, Aude, Cher, Indre, Jura o Lot-et-Garone han superado el 7% de papeletas en blanco.

El récord absoluto de estos votos se logra en Vosges y Haute-Saone, donde las papeletas blancas superan el 8% y Sarkozy gana por apenas un puñado de votos, con entre cinco y seis puntos menos que hace cinco años.

A esto se le suma el voto obrero tradicional del norte del país, donde Le Pen se ha convertido en el principal contrapeso a Hollande. En Aisne, Somme o Pas-de-Calais, lugares en los que Le Pen fue la segunda fuerza por detrás de Hollande, el socialista logra ventajas amplias de entre cinco y diez puntos con votos blancos o nulos superiores al 6.5%.

Especial importancia tiene lo que ocurre en Hénin-Beaumont, la localidad minera donde Le Pen quiere presentarse como diputada y que consigue un récord histórico de votos en blanco, un 9,15% de votos.

Hollande gana en el oeste y en las ciudades

Hollande le ha arrebatado a Sarkozy en cinco años el voto obrero, considerado como clave por los analistas y que en su momento 'compraron' el mensaje del presidente saliente de 'trabajar más para ganar más'.

El presidente electo consiguió sus principales apoyos en el oeste, especialmente en las regiones Bretaña, el feudo de su ex pareja de Poitou-Charentes y Aquitania, además de las grandes ciudades (ganó por mas de diez puntos en París, por ejemplo).

Además, le votaron sobre todo los jóvenes  de entre 18 y 24 años, con un 63%, mientras que los pensionistas le dieron la espalda, con tan solo un 41%.

Esta radiografía deja un doble mensaje. A los perdedores: que la estrategia de Sarkozy de cortejar el Frente Nacional fracasó, en parte, debido a que había un electorado que nunca iba a votar a su rival que se negaba en redondo a secundar su reelección pese a su relativa cercanía ideológica.

A esto se le sumó el propio rechazo del voto obrero y de los jóvenes, los más afectados por el desempleo y la crisis económico, que emitieron su voto para echar a Sarkozy y terminar con las políticas de austeridad.

De esta forma, los votantes de Hollande se han movilizado sobre todo contra el presidente saliente: el 55% de sus electores en primera vuelta votaron para "barrer" a Sarkozy, según un sondeo de Ipsos. Además, apenas el 29% de los que votaron a Mèlenchon en primera vuelta y se inclinaron por Hollande en segunda lo hicieron porque lo querían como presidente, una cifra que en el caso de los centristas bajan a un 25%.

País de derechas; presidente de izquierdas

En total, Hollande logró incorporar en dos semanas el voto en bloque de  una izquierda anti-Sarkozy (el 81% de los que votaron por Mèlenchon),  que supone un 44% del electorado, pero solo los dos millones de votos  'prestados' por Bayrou y Le Pen, junto con los otros dos que lo hicieron  en blanco en vez de votar a su rival, le dieron la victoria.

Esta es la principal enseñanza para Hollande, un presidente que si se  contaran los votos en blanco se habría quedado con un respaldo de en  torno al 48% de todos los votos. O, lo que es lo mismo, que no ha sido  votado por más de la mitad de los que emitieron su voto el pasado  domingo.

"La relativa fragilidad de la victoria de François Hollande se debe al hecho de que Francia a la derecha o al menos de no izquierda ha optado por un presidente de izquierda. En la década de los 70, se decía a menudo que la Francia de izquierdas votaba a la derecha. Tres décadas más tarde, se da la paradoja de decir que la Francia de derechas tiene un presidente de izquierdas", sentenciaba en un artículo en Le Figaro Pascal Perrineau, director del Instituto de Estudios Políticos de París.