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El Teatro Real estrena este sábado su esperada producción: Iolanta/Perséphone de Peter Sellars

  • Ekaterina Scherbachenko es Iolanta y la actriz Dominique Blanc, Perséphone
  • Junto a un magnífico elenco vocal, interviene un grupo de bailarines camboyanos
  • La función del 24 de enero será transmitida por Radio Clásica-RNE

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El Coro Titular del Teatro Real  y Coro infantil Pequeños Cantores de la JORCAM en Perséphone.
El Coro Titular del Teatro Real y Coro infantil Pequeños Cantores de la JORCAM en Perséphone.

Muy breve ha sido Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real al resumir el próximo estreno mundial de Iolanta (Chaikovski)/Perséphone (Stravinski), la nueva producción del Teatro Real con el Teatro Bolshoi de Moscú que se ofrece desde este sábado hasta el 29 de enero. , en Madrid y que viajará a Moscú en 2014.

Como San Francisco de Asís de Messiaen (con el que comenzó la colaboración de Mortier son Sellars en Salzburgo) este doble programa habla -dice Mortier- de luz, de espiritualidad, o de cómo alcanzar la paz en este mundo en que vivimos. El gran mensaje sería para Mortier "la felicidad que no viene de ganar dinero".

Las dos obras tienen muchos aspectos comunes, no solo musicales (presencia del coro en escena y cuartetos de cuerda) sino de fondo ya que las dos, en su día fueron más allá del teatro de ópera.

Algo de lo que están convencido tanto el director artístico como lo que él llama un "equipo sólido": un norteamericano con fama y aspecto (hoy nos enseña su nuevo collar verde) de enfant terrible y un director de orquesta griego de aspecto serio que vive en Rusia: Peter Sellars y Teodor Currentzis.

Son la cúspide de un inmenso equipo entusiasmado con el ingente proyecto. En él conviven grandes voces (la soprano Ekaterina Scherbachenko, el tenor Paul Groves), una gran actriz francesa (Dominique Blanc en el papel de la recitante Perséphone) y hasta un grupo de bailarines camboyano.

La ópera más personal y visionaria de Chaikovski

"Siempre me fascinaron las obras que fracasaron en su estreno", confiesa Sellars haciendo referencia a Iolanta, escrita once meses antes del suicidio (aún cuestionado) de Chaikovski y que tuvo la desgracia de coincidir en su aparición con el ballet El cascanueces. Eso que hace que -como explica Sellars- la lucha final del compositor (la indecisión entre aguantar en este mundo o marcharse) está patente en Iolanta.

"Tanto su tragedia personal como su fuerza vital" pueden sentirse, apunta el director escénico, en Iolanta; ópera lírica que nos cuenta la historia medieval de una princesa ciega, Iolanta, cuyo padre, el rey Renato para ocultarle su enfermedad, prohíbe hablar de "belleza, verdad o luz". El amor (Vaudémont) la llevará hasta la luz.

Más allá del argumento claramente romántico, se trata para Sellars de una obra "radical", la primera en la que aparece un personaje negro en un papel benigno; algo insólito en la Rusia zarista de 1892, año del estreno. En esta producción, Ibn-Hakia, el médico negro y árabe no aparecerá pintado con betún, es el bajo-barítono jamaicano Sir Willard White.

Perséphone o el renacimiento

También de luz, y de "ternura, fragilidad, fragancia y delicadeza" nos habla la segunda ópera Perséphone de Igor Stravinsky que ocupará los 55 minutos de la segunda parte de las veladas. "55 minutos de música tierna de Stravinski", dijo literalmente Sellars este martes en la conferencia de prensa de presentación.

Aquí, además de contar con la presencia de una gran dama francesa de la interpretación, Dominique Blanc, podremos ver a un grupo de bailarines camboyanos. Como recordó Sellars, Pol Pot exterminó la danza (y literalmente a sus intérpretes) en Camboya. Una de los bailarinas es nieta de aquella anciana profesora.

Sobrevivieron sólo unas pocas bailarinas de mucha edad que han enseñado a una nueva generación (que ha resucitado ese tesoro nacional que es la danza) a la que pertenece el grupo Amrita Performing Arts que participa en este montaje de Perséphone

Perséphone, estrenada en Paris en 1934 por encargo de la bailarina Ida Rubinstein, para poner en música un texto dramático del entonces prosoviético André Gide, no es ni una ópera, ni un oratorio ni siquiera un ballet. Sólo podrá definirse como "un ritual, una ceremonia" sobre el personaje mitológico de la mujer destinada a vivir entre la luz y las tinieblas, entre la tierra y el infierno.

El mundo mira al Teatro Real

Por su parte, Teodor Currentzis elogió a Sellars de quien ha dicho que "no sólo es un director de escena sino un gran maestro que te enseña a sentir la música y relacionarte con el arte". "Hoy, cuando asistimos a la muerte del mundo, Sellars busca la belleza y una forma de hacernos ver lo que perdemos. En eso es un alma gemela de Stravinski", señaló.

También destació el "reparto ideal" conseguido para esta producción que permitirá entre otras cosas escuchar a una nueva generación de cantantes rusos.

Y añadió que ahora mismo, toda Europa envidia a Madrid, "la ciudad más afortunada por tener a Gerard Mortier" al frente del Teatro Real quien está, propiciando producciones como ésta que van más alla (como ocurrió en su momento con estas dos obras) de la ópera en sentido tradicional para crear un espectáculo "visionario"