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'De sangre y ladrillos', una serie de misteriosos asesinatos en un entorno histórico real

  • Una historia ambientada en el "Familisterio" de Guisa antes de la Iª Gran Guerra
  • Es obra de los franceses Régis Hautiére y David François

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Viñeta de 'De sangre y ladrillos', de Hutière y François
Viñeta de 'De sangre y ladrillos', de Hutière y François

"...Como todas las historias de este tipo, la que voy a contar, comienza por... un crimen."

De sangre y ladrillos (Ediciones Kraken) es uno de esos cómics que nos situan en un escenario real y en un momento histórico fundamental para, a partir de ahí, construir una trama de ficción que se ve reforzada y enriquecida por los hechos históricos reales.

El escenario: el Familisterio de Guisa; la época: los meses anteriores a la Primera Guerra Mundial; y el asunto: una serie de misteriosos crímenes.

De esta forma ahondan en la literatura de detectives inventada por Edgar Allan Poe, con Los crímenes de la calle Morgue y el personaje Auguste Dupin y sublimada por Conan Doyle y su Sherlock Holmes.

El "Familisterio" de Guisa, una utopía realizada

En estas historias lo fundamental es un escenario misterioso y aislado en el que, repentinamente, se suceden unos misteriosos crímenes. En este caso el Familisterio de Guise.

En la segunda mitad del siglo XIX, el acaudalado industrial Jean-Baptiste André Godin, diseñó esta ciudad, partiendo del concepto de "Falansterio" de Charles Fourier, que quería crear comunidades rurales autosuficientes, que serían la base de la transformación social. En las que cada uno trabajaría en lo que le gustase. Y que servirían de base para las futuras comunas Hippies.

Con esa idea en mente, Godin diseño este lugar pensado para albergar a las familias de los obreros de su fábrica metalúrgica de Guisa (región al norte de Francia, cerca de la frontera con Bélgica).

El "Familisterio" contaba, además de sus tres bloques de habitaciones, con un teatro, una escuela, una guardería, una granja y otros espacios destinados a suplir las necesidades de una pequeña sociedad.

Y lo más importante, hizo que todos los obreros participaran en los beneficios e incluso, en 1880, formalizó con ellos el contrato de copropiedad dando por resultado una de las más poderosas empresas cooperativas de Francia y la fábrica más importante de productos de hierro esmaltado de aquel país.

Una utopía que finalizaría con el estallido de la Primera Guerra Mundial, como nos cuenta este cómic de Régis Hautiére y David François.

Dos grandes autores para una historia de suspense

En ese escenario estos dos autores, poco conocidos en España (Hautiére ha publicado Accords sensibles -Glénat-), desarrollan una trama de suspense en la que el claustrofóbico escenario de el "Familisterio" es un personaje más.

Todo comienza con una serie de misteriosas muertes que despiertan el recelo entre los habitantes de esta comunidad que no es tan perfecta como parece y que, a veces, se asemeja más una cárcel en la que se ven obligados a vivir por su propia avaricia (Ya que no quieren renunciar a una forma de vida privilegiada para la época).

Un escenario que se convierte en un lugar mágico, opresivo... gracias a los excelentes dibujos de François, sublime en la recreación de las calles y los edificios de la época, destacando el "Familisterio". Y cuyos rostros, casi caricaturescos, reflejan a la perfección las mezquindades de los personajes.

Un cómic altamente recomendable y del que no queremos dar más detalles que podrían revelar las sorpresas que nos aguardan a la vuelta de cada página, como en las grandes historias de detectives, y que, como no podía ser de otra forma, acaba con una sorprendente revelación.