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La hora del triunfo sobre el sida

  • Comienza en Viena la Conferencia Internacional SIDA 2010
  • Más  de 25.000 expertos, activistas y afectados acuden al encuentro
  • Las  infecciones se han reducido un 17% desde 2001

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Los fondos para el sida llegan con cuentagotas a los países más pobres

Entre la esperanza y la alarma, la denuncia y el aliento, la Conferencia Internacional SIDA 2010 ha abierto este domingo sus sesiones en Viena con el deseo de convertirse en un punto de inflexión en la batalla contra el VIH, en la que los derechos humanos, la prevención y el tratamiento sean los ejes esenciales.

"Una generación sin sida está al alcance de la mano", ha afirmado optimista el director de Onusida, Michel Sidibé, en la inauguración de la cita que reunirá a 25.000 expertos, activistas y afectados.

Un optimismo que el responsable del programa de la ONU contra el sida ha justificado en la reducción de infecciones, de hasta el 17%, registrado desde 2001 y en el aumento de personas con acceso a tratamientos.

Tan sólo en Asia Central y Europa Oriental siguen aumentando los contagios.

Más de 25 millones de muertos

Pero pese a esos avances, Sidibé ha recordado que la enfermedad aún no está batida y que millones de personas sufren aún las consecuencias de un mal que ha acabado ya con la vida de 25 millones de personas.

El SIDA, enfermedad crónica

Por eso, ha advertido de que no se puede bajar la guardia y ha denunciado retrocesos en los programas de prevención y los ataques a que algunos gobiernos someten a los grupos de riesgo, como drogadictos, homosexuales y prostitutas.

"En Viena estamos en un momento decisivo. Millones de personas morirán si seguimos ofreciendo sólo una embrollada mezcla de servicios descoordinados, faltos de fondos e infrautilizados", ha indicado el experto maliense.

"Esta es nuestra hora cero", ha retado el funcionario, quien ha insistido en que el objetivo de vencer el VIH no puede andarse con medias tintas: cero nuevas infecciones, cero discriminación, cero muertes debido al sida han de ser la meta irrenunciable.

Cuatro pilares

En esa batalla, Sidibé ha hablado de cuatro pilares esenciales. Una revolución de la prevención que rompa la cadena de contagio. Nuevos modelos de tratamiento, más económicos y eficaces, que permitan ahorrar dinero y hacerlo llegar a más personas.

Acabar con la discriminación es el tercer eje de esta estrategia mencionado por Sidibé, quien ha denunciado que "esta epidemia está avivada por el estigma y las leyes punitivas, y no dejará de quemar hasta que la reducción del daño y los programas de sustitución de drogas se desarrollen".

Por último, el responsable de la ONU ha subrayado como esencial la igualdad de género que dé a las mujeres "los derechos, la capacidad y el poder de gestionar su propia sexualidad".

Críticas al G-8

Entre los obstáculos en ese camino hacia la derrota del sida, Sidibé se ha refirido a la reducción de la inversión y, en concreto, a como los países más ricos del mundo, el llamado G-8, ha olvidado sus promesas y "dejó colgadas las esperanzas de millones de personas".

En esa misma línea, el presidente de la conferencia, Julio Montaner, ha criticado que los líderes del mundo "no tuvieron absolutamente ningún problema para encontrar dinero para salvar a sus amiguetes en las grandes empresas y a los codiciosos banqueros de Wall Street".

"Pero cuando se trata de la sanidad global, entonces sus bolsillos siempre están vacíos", ha agregado el experto de origen argentino entre los acalorados aplausos de los asistentes.

"Seamos claros. Es sólo una cuestión de prioridades, y sus prioridades deben cambiar. Por eso, nuestro principal objetivo aquí debe ser asegurar que el sida siga en su agenda", ha sentenciado.

Montaner, presidente de la Sociedad Internacional del SIDA, ha insistido en que ya se dispone de las herramientas para poner coto a la enfermedad,  y ha denunciado que el problema es de falta de voluntad política.

Respecto a la necesidad de lograr el acceso universal al tratamiento, Montaner ha recordado que los últimos estudios demuestran que el tratamiento no sólo salva y mejora las vidas de los infectados, sino que reduce los riesgos de contagio.