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Río 2016

El sueño olímpico de los refugiados: "Somos capaces de hacer cualquier cosa"

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El equipo olímpico de refugiados, al completo.
El equipo olímpico de refugiados, al completo.

Nunca hasta ahora los habíamos visto a todos juntos listos para alzar su voz. Es el equipo olímpico de refugiados, todo un grito a la libertad en una nueva forma de entender el espíritu olímpico. Río 2016 serán los primeros Juegos con un equipo así y ellos, sus integrantes, que arrastran historias duras tras de sí, solo quieren mirar hacia delante: "Esto va a transformar nuestras vidas". [Conoce las diez historias del equipo olímpico de refugiados

La frase es de Yiech Biel, que a sus 21 años ha pasado media vida en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia. Biel, como sus nueve compañeros de equipo, se afanan en convencer a los cientos de periodistas que tienen enfrente en hablar de lo que viene por delante: "Antes llorábamos de tristeza y ahora de alegría. Esto es una puerta que se abre a los jóvenes talentos, es una esperanza para los campos de refugiados, para la búsqueda de una vida mejor".

Somos personas normales, esto le puede pasar a cualquiera

Junto a él estarán Yonas Kinde, Rami Anis, Yolanda Mabika, Popole Misenga, Yusra Mardini, Rose Lokonyen, Paulo Lokoro, Anjelina Lohalith y James Chiengjiek. Biel regresará a Kakuma cuando finalicen los Juegos. Lo hará con las ilusiones renovadas, las ilusiones que mueven a este grupo de atletas que simplemente quiere que se hable de sus logros deportivos, como cualquier otro atleta que compite en Río 2016.

La nadadora siria del equipo de refugiados, Yusra Mardini.

La nadadora siria del equipo de refugiados, Yusra Mardini. EFE

"Somos personas normales que se han tenido que ir de sus países y queremos una vida nueva. Esto le puede pasar a cualquiera", afirma Yusra Mardini, una refugiada siria que remolcó a nado la embarcación en la que llegaba a Lesbos con otras 19 personas a bordo.

La nadadora siria afirma que cuando nada se olvida de sus problemas y sueña con "volver a Damasco algún día. Pese a que no compite bajo su bandera, pide a sus compatriotas que no se olviden de ella: "Pido a los sirios que no se den por vencidos y todos sigan sus sueños para lograr cosas buenas para el futuro", explica.

Mabika y Misenga, Brasil y la vida

Entre los diez atletas, hay dos con sentimientos todavía más especiales en estos Juegos. Son Yolanda Mabika y Popole Misenga, ambos de la República Democrática del Congo. Los dos viven actualmente en Brasil, el país que les acogió cuando huyeron de una concentración con el equipo congoleño de judo y que ahora será testigo de sus proezas olímpicas. "Esta es mi casa, tengo un hijo que ha nacido aquí, es brasileño. Mucha gente me ha ayudado aquí y me hicieron feliz cuando me ayudaron a volver a entrenar judo", relató Misenga, que lleva tres años en el país sudamericano.

Mabika, por su parte, afirma que representa "a todos los congoleños del mundo". "No solo somos refugiados, somos capaces de hacer cualquier cosa. Competí mucho en el Congo y ahora mi vida vuelve a estar organizada, y sobre todo, con mucha esperanza para el futuro". Esperanza, la palabra más repetida en una presentación cargada de ilusiones olímpicas.

James Chiengjiek, de Sudán del Sur, miembro del equipo olímpico de refugiados.

James Chiengjiek, de Sudán del Sur, miembro del equipo olímpico de refugiados. EFE