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Unos 300 camioneros al día paran en una furgoneta que ha adaptado el dueño de un restaurante, habitual parada de transportistas, como tienda en la que encuentran café caliente, bollos y hasta un horno para calentar lo que quieran. Una gran idea para un sector que recorre, a veces, miles de kilómetros para traer todos aquellos productos que ahora mismo resultan esenciales como material sanitario, por ejemplo. Una labor que acarrea muchas dificultades, como el hecho de encontrarse con pocos lugares abiertos para asearse o comer algo caliente.

Los transportistas están realizando una labor titánica para hacer llegar los productos de primera necesidad y los medicamentos. El director del máster sobre la cadena de suministros del EAE Business School, Miquel Serracanta, recuerda que hay que ser solidarios y pensar en reclamar y pedir sólo productos necesarios, no superfluos, en un momento como este.

La Unidad Militar de Emergencia (UME) y vigilantes de seguridad están ordenando a los viajeros para evitar aglomeraciones en los andenes y convoyes poder cumplir con las medidas de distanciamiento para prevenir contagios por coronavirus. La medida se ha tomado para evitar los problemas que ocurrieron el lunes. Este martes apenas ha habido incidentes y los viajeros han dicho que han tenido espacio entre ellos.

Ante las escenas puntuales de algunas colas en determinados supermercados, todos los actores que participan en el mercado de la distribución han negado que exista ningún problema de desabastecimiento o que sea necesario hacer acopio de ningún tipo de bienes. Un mensaje tranquilizador que también ha mantenido en Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso Julio Villaescusa, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (FENADISMER), aunque ha pedido más información a las autoridades.

El turismo ha sido durante décadas, y lo sigue siendo, una de las principales industrias del país. Líneas aéras, hoteles restaurantes, servicios tienen en quienes nos visitan su principal fuente de ingresos. En la última década España ha seguido batiendo sus propios récords históricos de viajeros. Pero también se puede morir de éxito.

La afluencia masiva de extranjeros al centro de muchas de nuestras ciudades genera un efecto de rechazo. Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca... son ejemplos de una presión excesiva sobre la población local que ve invadidos sus espacios tradicionales. La turismofobia pareceque se va extendiendo, justo cuando la pandemia del coronavirus empieza a cerrar, una tras otra las fronteras de Europa.