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El pasado 10 de septiembre, un incendio destruía Moria, el mayor campo de refugiados de Europa, dejando así al descubierto la realidad que se llevaba denunciando en este centro desde hace años: masificación, suciedad, presencia de menores no acompañados y hartazgo. Desgraciadamente, estas situaciones se repiten en muchos de los campos o asentamientos de refugiados en Europa, especialmente en Grecia, como nos cuenta este reportaje de Claudia Poyato.

La ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya está en Jordania, es su primera visita a un territorio de Oriente Medio, en un momento importante para el país después de los últimos acuerdos en el tablero diplomático de la región.

Es uno de los lugares que más refugiados recibe y allí ha visitado una escuela de la UNRWA, que ha abierto una parte de los 169 centros que dirige. Los niños han podido volver a las aulas con mascarillas, distancia de seguridad y gel desinfectante. El objetivo es que la educación continúe independientemente de las circunstancias.

Uno de cada diez jóvenes extutelados está en riesgo de pobreza. Las dificultades de acceso a la vivienda, el desempleo y los estimas sociales hacen más complicada una independencia que otros jóvenes, de media, no asumen hasta 11 años después. Cruz Roja les ayuda a través de su proyecto de acompañamiento. Hablamos de todo ello con Maite Gutiérrez y con uno de estos jóvenes, Ziad Darjaj, a quien este proyecto ha dado ese apoyo tan necesario. 

De vez en cuando, una imagen sacude la conciencia europea en cuanto a la inmigración irregular. La última fue el incendio en el campo de refugiados griego de Moria. La política migratoria europea se rige por la Convención de Dublín de 1990 revisada en 2013. Pero desde la crisis de 2015 y las consecuentes divisiones entre países, el club comunitario busca una salida común.

Desde el aire parece un campamento junto al mar, pero aquí no hay ocio sino encierro: Kara Tepe es el mayor campo de migrantes de Europa con capacidad para 8.000 personas. A ras de suelo se aprecia la penuria. En cada tienda caben ocho personas. Los niños -había 4.000 en Moria- buscan formas de entretenerse en el nuevo campo. Los más de 12.000 refugiados y solicitantes de asilo de Moria que se han pasado una semana en carreteras y campos han ido llegando en vehículos de la policía, o arrastrando sus enseres. Y algunos, la covid: 150 han dado positivo y los han puesto en aislamiento. A todos las autoridades griegas les han advertido de que NO les dejarán salir de Lesbos. Un grupo de eurodiputados ha visitado el nuevo campo y denuncia lo que ha visto. No está previsto un nuevo reparto de migrantes y la Comisión Europea presenta la semana que viene su nueva política migratoria. Esa que debe gestionar un fenómeno que no se detiene en el Mediterráneo: 150 migrantes rescatados por la ONG española Open Arms han recibido permiso para desembarcar en Palermo después de diez días de espera en el mar.

Hoy miramos al canal de la Mancha. En las últimas semanas se han multiplicado los intentos de cruzar el estrecho que separa las costas francesas de las inglesas por parte de migrantes. Son hombres, mujeres, niños que llevan a veces meses bloqueados en el norte de Francia, procedentes en su mayoría de Irán, Afganistan o Sudán. Buscan alcanzar Inglaterra a bordo de embarcaciones muy precarias. Un viaje lleno de peligros, que nos cuenta Guillaume Bontoux en este reportaje. 

Merkel y su ministro de Interior han puesto sobre la mesa la propuesta de 1.500 personas y 150 menores. Pero los socialdemócratas quieren acoger a miles más. La decisión se tomará mañana en el Consejo de Ministros.

Mientras, en Lesbos cinco inmigrantes han sido detenidos acusados de provocar los incendios de la semana pasada en el campo de refugiados. El gobierno griego intenta convencer a las 12.000 personas que malvivían allí de que vayan al campamento provisional que está levantando. Pero muchos prefieren seguir al raso, incluso en aparcamientos de supermercados y gasolineras. Alemania es el destino que ansían.

Informa Gabriel Herrero, corresponsal en Berlín.

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El gobierno griego pretende reconstruir el campo de refugiados de Moria, que ardió hace una semana, y está levantando carpas provisionales. Las autoridades advierten de que solo desde estas nuevas instalaciones se podrá tramitar el asilo, en un intento de disuadir a los migrantes que insisten en que les dejen abandonar la isla de Lesbos.

En la ladera de lo que queda de Moria hay familias en la carretera que sobreviven con lo que les traen las asociaciones de ayuda humanitaria. Otros siguen acampando en el parking de un supermercado. En sus rostros se refleja el cansancio. Allí está nuestra enviada especial Begoña Alegría.

El nuevo campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, está ya preparado para recibir a los migrantes, en un campamento temporal e improvisado tras el incendio de esta semana que dejó sin techo a más de 12.000 personas. Una nueva estación de paso cuando lo que ellos quieren es salir de la isla y no acabar en un nuevo campo de refugiados por tiempo indefinido.