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Entramos en los estudios donde se graba la serie de TVE "La Promesa" con un doble objetivo. Por un lado comprobar cómo era la vida de las mujeres en 1915 a través de las actrices que las representan. Por otro, hablar con las mujeres que hacen posible esta serie, tanto las mismas actrices como las que están detrás de las cámaras, muchas de ellas en profesiones tradicionalmente masculinizadas.

Después de la larga guerra de Troya, de vagar por el Mediterráneo, de enfrentarse a Polifemo, de resistir el canto de las sirenas, de amar a Circe y a Calipso, de naufragios y tempestades, después de veinte años, Ulises por fin vuelve a Ítaca. Pero Homero no lo coloca en un palacio ni entre honores: lo viste de mendigo y lo lleva a la choza de un porquero. Allí, entre cerdos, perros y harapos, comienza la mayor intriga de la Odisea.

El canto XIV nos muestra el encuentro con Eumeo, símbolo de fidelidad y hospitalidad: el humilde pastor acoge al forastero sin saber que es su rey, y lo honra más que los poderosos que acosan a Penélope y arruinan la isla. Es un retrato moral y una lección de actualidad: la grandeza no está en los banquetes del poder, sino en la dignidad de quien acoge al otro, al mendigo, al extranjero, como enviado de los dioses. ¡Que lección moral!

Homero demuestra aquí su genio narrativo: mientras Eumeo llora a Ulises y lo cree muerto, el propio Ulises escucha disfrazado, no puede decir quién es. Esa ironía trágica multiplica la tensión y prepara la venganza que se avecina. No hay serie moderna que iguale a esta intriga: el héroe, reducido a lo más humilde, comienza desde abajo para recuperar a su mujer, a su hijo y la dignidad de su casa.

Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora del canto XIV de la “Odisea!” de Homero está compuesta por “Home Again” de Carole King; “Homeward Bound” de Simon & Garfunkel; y “Back Home Again” de John Denver.

La imagen corresponde al cuadro “El regreso de Ulises” de Giorgio de Chirico (1968).

La exposición inmersiva Cleopatra, en Madrid, permite al espectador adentrarse en la infancia de la reina de Egipto, pasear por sus estancias privadas o revivir sus batallas. Todo eso es posible gracias a las nuevas tecnologías, hasta que nos reciba el mismísimo Alejandro Magno en un gran holograma. Para algunas de las estancias es preciso utilizar gafas inmersivas con las que se viaja alrededor de templos conocidos y de otros que todavía no se han descubierto pero que existe constancia de su existencia. La protagonista, Cleopatra, se presenta como una mujer hábil y enigmática.

"Leica representa la revolución de los años veinte". Así define el fotógrafo español Alberto García-Alix lo que supuso la irrupción de la primera cámara compacta que cambió la fotografía para siempre. La mítica marca alemana celebra su centenario con la exposición Leica. Un siglo de fotografía en el Centro Cultural de la Villa hasta el 11 de enero.

La muestra recorre más de cien años de la marca. Las fotografías más antiguas son de 1914, tomadas con el prototipo de la Ur-Leica, que luego sería la Leica 1 y su autor es el ingeniero Oskar Barnack. El estallido de la I Guerra Mundial retrasó su desarrollo hasta el año 1925. También hay imágenes de Nueva York disparadas por Ernst Leitz, el industrial que decidió producir en serie la primera Leica.

La exposición incluye a una treintena de fotógrafos españoles, además del mencionado figuran nombres como Cristina de Middel, Isabel Azkarate, Anna Turbau, Agustín Centelles, Gonzalo Juanes o Ricard Terré.

FOTO: Exposición Leica

Entre los siglos XVII y XVIII, varias erupciones volcánicas transformaron para siempre el paisaje y la viticultura de Canarias. La más recordada fue la del Timanfaya, en Lanzarote, que desde 1730 cubrió la isla durante más de dos mil días de fuego y ceniza.

Sin embargo, aquellas catástrofes generaron nuevos suelos, ricos en minerales y capaces de retener la humedad, que los viticultores supieron aprovechar con ingenio, como en el caso de la Geria, en Lanzarote.

Ese legado, unido a la resistencia a la filoxera, ha permitido conservar en el archipiélago más de 130 variedades de uva, muchas autóctonas, y un patrimonio enológico único, digno del apelativo de Islas Afortunadas.

Los insectos, fieles a su maestra, le concedieron la inmortalidad. Hoy, varias especies llevan su nombre: María Sibylla Merian convirtió. Sus libros se exhiben en museos de historia natural y bibliotecas universales. Y su figura crece como pionera doble: científica y artista, mujer que desobedeció a su tiempo y lo iluminó con alas de mariposa.

Allí donde otros veían gusanos, ella intuía misterio. Allí donde un ama de casa veía mariposas que molestaban la colada, ella veía una clave del universo En un tiempo en el que la gente creía que las larvas nacían de la podredumbre sin más, María veía la continuidad, la metamorfosis, el orden oculto de la vida.

Pionera audaz de la ciencia y el arte, María Sibylla Merian convirtió los insectos en eternidad cuando nadie se fijaba en ellos. Nacida en Fráncfort del Meno en pleno siglo XVII, desde niña crió gusanos de seda y descubrió con rigor la metamorfosis, en tiempos en que aún se creía que las larvas brotaban de la podredumbre. En 1675 publicó su primer libro: Nuevo libro de flores. Era un muestrario elegante, con tulipanes, rosas, jacintos, un lujo visual destinado a decorar las mesas burguesas. Pero ya en sus páginas había intrusos: pequeños insectos rondando los tallos, larvas escondidas en hojas, detalles que hablaban de otra mirada. Nadie en Europa pintaba así. Mientras los hombres de ciencia llenaban tratados en latín ilegible, María insertaba en los ramos domésticos un recordatorio de la vida microscópica que los sostenía. En 1685 rompió moldes al abandonar a su marido y refugiarse con sus hijas en una comunidad religiosa. Ya en Ámsterdam, quedó fascinada por mariposas tropicales y en 1699 viajó con su hija Dorothea a Surinam: allí estudió insectos, plantas y denunció la dureza de la esclavitud. Regresó enferma en 1701, pero en 1705 publicó Metamorfosis de los insectos de Surinam, obra cumbre de arte y ciencia. Murió en 1717, sin academias que la avalaran, pero con un legado pionero que abrió camino a la entomología moderna.

María Sibylla descubrió para el mundo que en los insectos también había belleza, fue una pionera absoluta en la botánica, fue una mujer, una diosa, una rebelde.

¿Puede el deseo moldear la realidad? Ovidio, en el libro X de sus Metamorfosis, nos cuenta uno de los mitos más bellos y perturbadores del mundo clásico: Pigmalión, escultor chipriota, crea con sus manos su mujer ideal, y se enamora de ella. Le habla, le viste, la acaricia como si tuviera vida. Y la diosa Venus, movida por la devoción de Pigmalión hacia la diosa, decide concederle el milagro y convierte el marfil en carne. Convierte el arte en vida.

En este Locos por los clásicos compartimos el mito de Pigmalión, exploramos sus lecturas artísticas, literarias y cinematográficas —de Ovidio a Bernard Shaw, de Goethe a Audrey Hepburn en “My fair Lady”— y reflexionamos sobre por qué seguimos buscando moldear lo real con el poder del deseo. ¿Qué nos dice hoy Pigmalión? ¿Por qué seguimos deseando que el arte se haga vida? Porque cuando la realidad no nos gusta, es la ficción —como el arte de Pigmalión— la que nos salva. Ahí entra el mito.

Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora de este episodio incluye “She” de Elvis Costello; “All for love” de Bryan Adams, Sting y Rod Stewart; y la banda sonora de André Previn para “My fair lady” de George Cukor.

La imagen es “Pigmalión y Galatea” de Jean-Léon Gérôme (1890)

Nuestra invitada a la serie de podcast de “Conversaciones con José María Brunet” es la profesora de la Universidad de Granada Gloria Román, coordinadora de la obra “Mujeres frente a la miseria”, en la que junto a su compañera de la facultad de Filosofía y Letras Alba Martínez, se recoge un amplio trabajo de investigación sobre “historia y memoria de la supervivencia femenina” entre 1936 y 1952, es decir, entre la Guerra Civil y los años más duros de las posguerra. Gloria Román (Iznatoraf, Jaén, 1990) es doctora en Historia Contemporánea por la Universidad granadina y actualmente investigadora Ramón y Cajal en la Universidad de Almería. La citada obra incluye capítulos de diversos especialistas en los que se trata de aspectos concretos del periodo analizado, desde la hambruna hasta la situación de los orfanatos, pasando por la prostitución o el estraperlo. Nuestra invitada ha centrado su línea de investigación en las actitudes políticas, las resistencias cotidianas, las políticas sociales, el control socio-moral y el aprendizaje democrático durante la dictadura franquista. Partiendo de los postulados de la historia social y de la historia de la vida cotidiana, ha publicado las monografías “Franquismo de carne y hueso”, “Entre el consentimiento y las resistencias cotidianas” y “Delinquir o morir”. En la actualidad es la investigadora principal de una beca Leonardo financiada por la Fundación BBVA sobre “Los niños de Franco. Miserias y estrategias cotidianas de una infancia en dictadura (1939-1952)”. Se trata, en suma, de trabajos de profundo interés político y social, basados en una gran diversidad de fuentes y testimonios. Gloria Román nos da cuenta del resultados de sus investigaciones. En definitiva, del rastro que dejaron esos años de penurias en muchas vidas de sacrificio y lucha, y los progresos que las actitudes de rebeldía o resistencia supusieron para la mejora de las condiciones sociales de la época, no tan alejada del actual período democrático.

Un zapato también puede ser un tesoro arqueológico, sobre todo si tiene 900 años. Se trata de un zapato de Doña Inés Téllez de Girón, cuñada de Alfonso X El Sabio. Los restauradores han pasado meses trabajando en él dado que es "un proceso muy meticuloso".

Este calzado podrá verse expuesto en octubre en una exposición temporal en el Museo Arqueológico Nacional, cuya duración oscilará los tres meses al tratarse de materiales extremadamente sensibles. Estos textiles arrojan nuevas respuestas sobre colores, tintes, costumbres para los estudiosos de la historia medieval y para todos.

FOTO: TVE

En el siglo XVIII, la Alta California —hoy parte de Estados Unidos— era una frontera estratégica disputada por España, Rusia y Gran Bretaña. Para asegurar el territorio, la Monarquía Hispánica recurrió a un método eficaz y barato: las misiones franciscanas, asentamientos permanentes que evangelizaban, enseñaban oficios a los pueblos indígenas y afirmaban la soberanía española.

El vino, esencial para la liturgia católica, se convirtió en prioridad. La vid llegó desde México con la uva Listán Prieto, conocida como misión, resistente y fiable en climas cálidos. Desde la fundación de San Diego de Alcalá en 1769, las 21 misiones cultivaron viñedos y elaboraron vinos de misa, de mesa y aguardiente.

Su vida es un ejemplo épico: de niña brillante en Virginia Occidental a figura central del programa espacial de EE.UU más ambicioso de la historia, en un mundo que primero la ignoró, luego la celebró. Su historia es la de una mujer que convirtió números en esperanza, ecuaciones en posibilidades, trayectorias en destino. Y en un mundo de ordenadores electrónicos, ella demostró que la fibra humana aún era más fiable que cualquier chip. Katherine Johnson: una mujer que no solo calculó para llegar al cielo, sino que demostró que una mujer puede trazar su propia órbita, incluso cuando el universo se resiste. Una Diosa, una rebelde.