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En la naturaleza, hay auténticas expertas en tender emboscadas. Todas las arañas pero sólo la mitad de las especies tejen telarañas. Son trampas mortíferas para los incautos que tienen la mala suerte de meter la pata en una de ellas…

La perdiz nival es una especie característica de la tundra del hemisferio norte perfectamente adaptada al frío extremo. Durante la última glaciación, cuando se retrajeron los hielos, algunas poblaciones se refugiaron en los Pirineos. Una capa de grasa bajo la piel y las patas emplumadas impiden la pérdida de calor. Con sus potentes uñas, puede escarbar en la nieve más dura en busca de alimento. Gracias a su plumaje blanco, pasa desapercibida ante sus depredadores, como los zorros y las águilas. Pero cuando se funde la nieve, tiene un problema: se le ve el plumero, ¡literalmente! La perdiz, sin embargo, ha encontrado una solución. En primavera y verano, luce unas plumas grises y marrones que le permiten confundirse con el roquedo.

Las tortugas pueden llegar a vivir muchos años siempre y cuando superen los peligros que se encuentran. La gran cantidad de plásticos en el mar es uno de ellos. Las tortugas no solo ingieren microplásticos cuando beben. También se enredan con los trozos grandes que les impiden nadar, hasta morir ahogadas.

A menudo los confunden con comida. Una bolsa de plástico llena de agua es bastante parecida a una medusa, uno de sus manjares preferidos.

La piel de los anfibios no tiene pelo, como los mamíferos, ni plumas como las aves, ni escamas como los reptiles y los peces. Su piel está totalmente desnuda. Comparada con la de otros animales terrestres, es extremadamente fina. Aunque muchas especies tienen pulmones, combinan la respiración cutánea con la pulmonar para sobrevivir. Con solo un tipo de respiración el aporte de oxígeno al resto de tejidos del cuerpo sería insuficiente.

La piel de algunas ranas, salamandras o sapos, como la del sapo partero, también ¡les sirve como defensa! Cerca de la cabeza, tienen unas glándulas, que segregan sustancias químicas tóxicas.

Estas enormes bestias pesan de media unos 600 kg. Pero sus antepasados, los uros salvajes, eran descomunales.

Podían pesar unos ¡1500 kg! y medir ¡2 metros de altura! Cazarlos era toda una proeza teniendo en cuenta también que sus astas podían alcanzar hasta un ¡1 metro! Resulta asombrosa la valentía de los antiguos cazadores dispuestos a enfrentarse a un animal así… ¡y domesticarlo! Cómo consiguieron amansar a una fiera salvaje tan intimidatoria es todo un enigma…

Hoy en día se producen más de 500 millones de toneladas de leche de vaca al año en el mundo. Se han criado reses meticulosamente diseñadas para que rindan al máximo. La crianza artificial es la responsable de que actualmente haya más de 1400 millones de vacas en el planeta, que liberan a la atmósfera cada año ¡100 millones de toneladas de metano! Es uno de los peores gases de efecto invernadero.

En las frías aguas que rodean Groenlandia, un gigante de más de 1.000 kilos utiliza una gran estrategia para sobrevivir en un ambiente realmente duro. El tiburón de Groenlandia acumula óxido de trimetilamina y urea en sus tejidos, que impiden que se convierta en pescado congelado.

Se puede sumergir a más de 2.000 metros, donde la temperatura está por debajo de los cero grados. De hecho, este increíble escualo es el único tiburón que puede vivir en el océano ártico durante todo el año. Y siempre busca las zonas donde la temperatura es más baja.

Como muchos de los organismos que viven en entornos extremos, su metabolismo es extraordinariamente lento. Su corazón bombea apenas 12 veces por minuto. Este ritmo tranquilo de vida le ha permitido convertirse en el vertebrado más longevo del mundo. Vive una media de unos 270 años, aunque un estudio publicado en la revista Science reveló la presencia de un ejemplar que tenía casi 400 y los investigadores no descartan que puedan llegar a los 500.

Los osos de agua, también conocidos como tardígrados, son unos de los animales más resistentes de la tierra. Se trata de unos pequeños invertebrados descubiertos en 1773 y se han convertido en un organismo modelo para la astrobiología. Suelen vivir en los líquenes, musgos y helechos. En su estado normal pueden soportar temperaturas de 190 grados bajo cero y presiones atmosféricas de 100 megapascales, equivalentes a las que hay en el fondo del océano más profundo de la Tierra. Pero esto no es todo. Si las condiciones se vuelven más duras, entran en un estado conocido como “criptobiosis”, se deshidratan y quedan en una forma latente.

En este estado son prácticamente indestructibles. Resisten los rayos cósmicos, la radiación ultravioleta, sustancias tóxicas y temperaturas de 270 grados bajo cero. En 2007, la Agencia Espacial Europea mandó unos 3.000 osos de agua a pasear por el espacio durante 12 días. ¡A la vuelta estaban frescos como una rosa!